Pere Zaragoza
Entre la fauna pol¨ªtica que pervive todav¨ªa hay individuos que se identifican como falangistas. Son afortunadamente un piquete residual y, en parte, ignaro de sus verdaderos cr¨¦ditos -o descr¨¦ditos- pol¨ªticos. Algunos, incluso, han centrifugado de sus mentes y corazones el pasado cruento de tal adscripci¨®n ideol¨®gica, por m¨¢s evidencias sobrecogedoras que decante la historia. Permanecen firmes e inasequibles al desaliento en pos de una inefable frontera que se resume en un hatillo de buenos sentimientos alentados por su personal decencia e idealismo. Nada que ver con el brazo en alto, el azul proletario y las atrocidades cometidas.
A esta rara variedad en extinci¨®n pertenece mi amigo Pere Zaragoza, el paradigm¨¢tico alcalde de Benidorm, pues no s¨®lo lo alumbr¨® como emporio tur¨ªstico, sino que lo gobern¨® desde 1948 a 1966, a?o en el que fue designado director general de Empresas y Actividades Tur¨ªsticas, donde tuvo la feliz idea de establecer la red de paradores nacionales. Su biograf¨ªa se nutre de otros notables destinos pol¨ªticos, entre los que no figura un ministerio, acaso por el simple y zafio motivo de carecer a la saz¨®n de t¨ªtulo universitario. Se licenci¨® en Derecho, y por coraje, cuando ya estaba en la linde del ostracismo, que ciertos dem¨®cratas han querido lastrar con el olvido y te?ir de mortificante postergaci¨®n.
No ha mucho que Miquel Alberola lo entrevist¨® para estas p¨¢ginas y hace unos pocos d¨ªas el peri¨®dico comarcal de La Marina, Canfali, recog¨ªa pormenorizadamente sus vivencias y opiniones. El corolario de ambas aproximaciones al personaje no es otro que el de una pasi¨®n pol¨ªtica abnegadamente asumida hasta el mismo l¨ªmite de su propia ruina econ¨®mica. Una circunstancia inusual para quien traz¨® a su libre arbitrio el futuro urban¨ªstico de la villa y pudo afanarse de cuantos secarrales hubiese querido a precios de saldo. No lo hizo. El visionario so?aba con imperios y ni siquiera repar¨® en que estaba poniendo en un brete su patrimonio familiar. Hubo quienes no creyeron en este singular desprendimiento y escudri?aron a fondo para hallar el lado oculto.
Y nada hallaron. Pero a falta de trapos sucios, determinados personajes se han obstinado en sembrar de dificultades y lo m¨¢s parecido a expolios la trayectoria profesional y bienes de este nost¨¢lgico entra?able que ejerce de letrado doblado de escritor en defensa de causas justas. Ahora mismo es un martillo period¨ªstico que no cesa reclamando el agua del Ebro y del J¨²car para las tierras meridionales valencianas. Ya habr¨¢ quien sospeche, aunque sin fundamento, que Pere apostola pro domo sua. Peores cornadas ha padecido y sorteado.
Pero se acab¨®. Ha llegado la hora del ajuste de cuentas. Con sosiego y objetividad, tal como promete, anuncia la aparici¨®n de dos libros que esperamos con expectaci¨®n. Uno se titula Els pardalots. Recalificaciones urban¨ªsticas dudosas, retranqueos ?ilegales?, asesor¨ªas injustificables y otras picarescas. El otro ser¨¢ una selecci¨®n de Fotograf¨ªas comentadas sobre 'los que presumen de lo que no son y traicionar¨ªan hasta a sus padres si les conviniera', seg¨²n afirma el autor. Desde la peana de sus lustros y experiencia bien puede dar noticia de trapacer¨ªas e imposturas, lo que, a la postre, es un modo civilizado de hacer justicia. ?Caray con el joven camarada!
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