Gusinski se queda

En pleno revuelo sobre la captura por el r¨¦gimen de Putin del control de los medios de comunicaci¨®n independientes del Grupo Most, la Secci¨®n Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha denegado la extradici¨®n a Rusia del presidente de este conglomerado, Vlad¨ªmir Gusinski, que se instal¨® en Espa?a. Esta decisi¨®n se fundamenta en la consideraci¨®n de que el supuesto delito de estafa del que la fiscal¨ªa rusa acusa a Gusinski no lo ser¨ªa en Espa?a, pero tambi¨¦n en que el tribunal no puede 'dejar de reparar' en que la tesis de que el magnate estaba sometido a una persecuci¨®n pol¨ªtica 'no est¨¢ completamente desprovista de sustento'.

La persecuci¨®n pol¨ªtica es evidente. Las acusaciones contra Gusinski en Mosc¨² han ido cambiando seg¨²n el momento. El caso es que la sociedad estatal del gas, Gazprom, que se sinti¨® estafada por Gusinski por valor de 40.000 millones de pesetas, se ha ido quedando con los ¨²nicos medios independientes de importancia en Rusia para cambiar su orientaci¨®n, como ha ocurrido con la cadena de televisi¨®n NTV, y cerrando o despidiendo a la Redacci¨®n, como en los casos del diario Segodnia y el semanario Itogui. La suerte de radio Ekho de Mosc¨² pende de un hilo. El par¨¦ntesis del pluralismo medi¨¢tico, condici¨®n necesaria en toda democracia, parece cerrarse en Rusia.

Gusinski no es un luchador por las libertades, pero su grupo era la ¨²nica garant¨ªa de pluralidad. Este antiguo director de teatro jud¨ªo hizo su fortuna en la Rusia pos-sovi¨¦tica, entregada a un aut¨¦ntico pillaje de los bienes p¨²blicos por la nueva oligarqu¨ªa. Gusinski hizo su acumulaci¨®n originaria de capital a la sombra de Yeltsin, pero en la sucesi¨®n cometi¨® la falta, imperdonable para los nuevos amos del Kremlin, de no apoyar a Putin sino a sus rivales liberales, que hoy se han quedado sin plataformas para expresarse.

El fallo judicial de ayer -con un voto particular discrepante- es claro. La fiscal¨ªa deber¨ªa renunciar a recurrir esta sentencia, y el juez instructor, Baltasar Garz¨®n, cerrar el caso y anular la fianza de 1.000 millones de pesetas que le ha impuesto a Gusinski para la libertad condicional. Las presiones sobre el Gobierno espa?ol que se han ejercido desde Mosc¨² para que se concediera la extradici¨®n, y en sentido contrario desde Israel, pues Gusinski est¨¢ en posesi¨®n de un pasaporte israel¨ª, resultan totalmente irregulares. Los jueces han evitado al Gobierno tener que tomar una decisi¨®n comprometida. La extradici¨®n de Gusinski a una Rusia que no s¨®lo no avanza, sino que retrocede en t¨¦rminos de democracia y pluralismo, y cuya imagen ha quedado da?ada por este caso, hubiera sido un desprop¨®sito.