La reconquista o el carnet
Al principio pareci¨® un infundio nacido del mag¨ªn de esos viles peneuvistas que capitanea el nefando Arzalluz; o, en el mejor de los casos, una muestra m¨¢s del habitual lagrimeo de los convergentes, instalados -como es de p¨²blico conocimiento- en la cultura del victimismo y el cultivo del 'enemigo exterior'. Sin embargo, la percepci¨®n del hecho ha ido adquiriendo carta de naturaleza en los m¨¢s diversos ambientes, hasta ser reconocido con elogiosa naturalidad incluso por analistas m¨¢s bien hostiles al Gobierno del Partido Popular. Es el caso de don Enrique Gil Calvo, quien, escribiendo el pasado lunes en EL PA?S acerca de los 'dos grandes ¨¦xitos' del aznarato, aseveraba: 'El primero es lo que cabe llamar la reconquista de Espa?a con su firmeza antiterrorista, que ha provocado el reflujo del nacionalismo perif¨¦rico hoy en retirada, invirtiendo su flujo ascendente iniciado con la transici¨®n'. El subrayado es del original, y tambi¨¦n lo es la burda relaci¨®n que el columnista establece entre terrorismo y nacionalismo perif¨¦rico, a fin de que los lectores incautos o predispuestos deduzcan que se trata de las dos caras de una misma moneda...
Arropado, pues, por complicidades y simpat¨ªas que desbordan con mucho el ¨¢mbito de la derecha, el Gabinete de Aznar ha resuelto convertir la mayor¨ªa absoluta que obtuvo al segundo intento en herramienta de un vasto empe?o neoespa?olizador. Los s¨ªntomas son tantos y de tan variada ¨ªndole que, en el espacio aqu¨ª disponible, s¨®lo cabe aludir superficialmente a algunos de ellos.
Verbigracia, el Plan Hidrol¨®gico Nacional. Sin desconocer ni menospreciar sus implicaciones econ¨®micas, ecol¨®gicas, clientelares y caciquiles, son tambi¨¦n evidentes las pol¨ªticas: la voluntad de crear nuevas dependencias h¨ªdricas -y financieras- que articulen territorialmente Espa?a y sirvan de trabaz¨®n entre unas comunidades aut¨®nomas y otras. En este sentido, los grandes acueductos que el PNH prev¨¦ tendr¨¢n, adem¨¢s de su utilidad hidr¨¢ulica, una funci¨®n vertebradora semejante a la que poseyeron, 150 a?os atr¨¢s, las l¨ªneas telegr¨¢ficas y ferroviarias peninsulares con su trazado radial. ?C¨®mo, de no ser as¨ª, se entender¨ªa el rechazo frontal al agua del R¨®dano? Plausible en t¨¦rminos t¨¦cnicos, el trasvase desde el r¨ªo franc¨¦s solivianta al Partido Popular porque cuestiona su apuesta doctrinal por un mercado espa?ol del agua que deje atr¨¢s la vieja divisi¨®n en cuencas hidrogr¨¢ficas, por un grifo ¨²nico cuya llave, ni que decir tiene, se manejar¨¢ desde Madrid.
La voluntad de renacionalizaci¨®n espa?ola se manifiesta con igual o mayor contundencia en un terreno hist¨®ricamente tan sensible a esos ejercicios como la educaci¨®n. Aquel prop¨®sito de homogeneizar los contenidos de la ense?anza obligatoria que, pilotado por Esperanza Aguirre, naufrag¨® durante la pasada legislatura en los escollos de una mayor¨ªa insuficiente ha sido retomado por Pilar del Castillo, s¨®lo que ¨¦sta procede con mayor sutileza y, de momento, lo tiene discretamente entretenido en alg¨²n meandro procedimental. No obstante, esta misma semana hemos sabido que el Gobierno planea controlar tambi¨¦n algo en apariencia tan neutro como la formaci¨®n profesional, a pesar de las competencias auton¨®micas, y con una intenci¨®n que el PSOE no ha dudado en calificar de 'centralista'.
?Y qu¨¦ decir de esa Ley de Cooperaci¨®n Auton¨®mica que el Ejecutivo se acaba de sacar de la chistera? ?C¨®mo no relacionar su confesada pretensi¨®n de echar el cierre al proceso auton¨®mico con las recientes admoniciones de Aznar sobre el fin del catalanismo reivindicativo? S¨ª, es verdad que ante las inmediatas y fundad¨ªsimas sospechas de una maniobra loapizadora, La Moncloa se apresur¨® a emitir mensajes de tranquilidad y el convergente Xavier Trias ha corrido a repetirlos. En este caso, el vicepresidente Rajoy no hizo m¨¢s que seguir a aquel funcionario de Felipe V que aconsejaba obrar 'de manera que se consiga el efecto sin que se note el cuidado'. En cuanto a CiU, no es que crea las promesas de Rajoy; s¨®lo trata de disimular su propia indefensi¨®n.
En tal estado de cosas, cuando la reconquista de Espa?a -l¨¦ase la escalada neocentralista, el culto fan¨¢tico a la cohesi¨®n y la homogeneidad, la tendencia a minimizar y residualizar las autonom¨ªas, la voluntad de deslegitimar cualquier nacionalismo que no sea el estatal...- es ya evidente para cualquier observador sereno, no es superfluo que Joan Saura subraye la involuci¨®n auton¨®mica en curso, o que Josep Llu¨ªs Carod Rovira denuncie la ofensiva del PP contra la diversidad nacional del Estado. Y conmueve leer a Od¨®n Elorza, el alcalde socialista de San Sebasti¨¢n, que advierte contra el 'frentismo reduccionista' y 'el riesgo de revanchismo', que defiende 'un discurso vasquista de s¨ªntesis' y un concepto evolutivo de la Constituci¨®n. Y reconforta escuchar que Pasqual Maragall ha proclamado: 'Nuestro objetivo es la Espa?a plural'.
Estupendo, pero ?con qui¨¦n cuentan para construir esa Espa?a? ?Con el Rodr¨ªguez Zapatero que el otro d¨ªa convirti¨® el DNI monoling¨¹e en relicario de la libertad y fetiche de los derechos democr¨¢ticos, en 'certificado de garant¨ªa como espa?ol' para sus portadores? S¨ª, ya s¨¦ que los socialistas padecen en Euskadi una situaci¨®n dram¨¢tica, y tambi¨¦n que hay elecciones a la vista, pero eso no lo disculpa todo; adem¨¢s, el l¨ªder del PSOE deber¨ªa saber que, en materia de patriotismo espa?ol, competir con la derecha es in¨²til, porque ¨¦sta siempre gana.
Joan B. Culla es profesor de Historia contempor¨¢nea de la UAB.
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