La defensa del libro
Una provincia andaluza va a promover una campa?a de difusi¨®n del libro con la participaci¨®n de 'figuras del arte y del toreo' -as¨ª leo la noticia-. Y la Junta de Andaluc¨ªa aprovechar¨¢ la celebraci¨®n del pr¨®ximo 23 de abril para lanzar una campa?a institucional en el mismo sentido. Otras iniciativas similares se adoptar¨¢n en los pr¨®ximos meses. Y TVE, ?qu¨¦ hace, entretanto, TVE? Pues TVE no hace nada, porque lo que hace -dos programitas en horas residuales de la parrilla- es lo mismo que no hacer nada.
TVE es capaz de liliputizar sus telediarios por un partido de f¨²tbol, pero es incapaz de convertir la cultura, que no debe confundirse con los actos institucionales, en acontecimiento de primera l¨ªnea informativa. 'El pa¨ªs da de s¨ª lo que da', esput¨®, en la ¨¦poca socialista, un jefazo del ente, opaco y tosco ¨¦l. Val¨ªa tanto como decir: 'Si el pa¨ªs es ignorante, TVE tiene que ser complaciente con la ignorancia'. Pero pa¨ªses m¨¢s modestos como Portugal han admitido en su televisi¨®n p¨²blica cu?as publicitarias gratuitas dedicadas al libro, cosa que aqu¨ª no se ha imitado ni de lejos. Aquello de la televisi¨®n fraguista de que 'un libro ayuda a triunfar' era equ¨ªvoco, pero era algo. Como lo fue la participaci¨®n de TVE en la edici¨®n de libros baratos. Pero el hecho es que en el sistema democr¨¢tico, con socialistas o con populares, el asunto parece no encontrar remedio. Se controlan f¨¦rreamente los telediarios, salvo cuando hay que liliputizarlos porque se celebra misa futbol¨ªstica, para as¨ª manipular al p¨²blico, aunque la manipulaci¨®n no sirva a la postre de nada (UCD y el PSOE perdieron las elecciones controlando su televisi¨®n); se consagran -sigamos con el s¨ªmil religioso- horas y horas a las m¨¢s tristes basuras del coraz¨®n y el vientre; se emiten programas festivos que ruborizan por su falta de decoro -s¨ª, de decoro-, con abundancia de semidesnudos masculinos y femeninos, y as¨ª trivializamos el cuerpo humano, pero el libro consume tan s¨®lo dos programitas, que se emiten cuando el alma se serena, dig¨¢moslo de nuevo con esa expresi¨®n cuasi religiosa que utilizaba la TVE franquista para dar paso, ella tan carca, a cinco minutitos de poes¨ªa, que no sol¨ªa estar mal elegida, por cierto. Cosas.
TVE va directamente a lo suyo; se dedica, pues, a contribuir al m¨¢ximo y con toda energ¨ªa a la barbarizaci¨®n nacional, olvid¨¢ndose -es un decir- de su esencial funci¨®n de educadora del buen gusto y de la sensibilidad colectiva. Educadora no equivale a adoctrinadora, ni proselitista. Significa promover cine de calidad, no necesariamente minoritario (lo mayoritario no es Mart¨ªnez Soria); significa establecer debates sobre asuntos de inter¨¦s general; significa eliminar -o liliputizar, ahora s¨ª- la prensa rosa; significa dar espect¨¢culos amenos y dignos; significa suprimir las telenovelas cutres; significa no magnificar el f¨²tbol hasta el delirio, con desprecio de los espa?oles que no gustan de ese deporte y que tambi¨¦n pagan la televisi¨®n estatal. Significa, en fin, renunciar a la insensata carrera de lucha por la audiencia con las televisiones privadas, carrera que sirve ¨²nicamente... para correr, porque TVE dista de sufragarse con los ingresos publicitarios y es el Estado, que somos todos en lo que afecta al pago, el que enjuga las p¨¦rdidas. No es una utop¨ªa ni un sue?o falaz lo que acabo de describir; se llama, simplemente, televisi¨®n p¨²blica. Y una de dos: o se hace esta televisi¨®n, que es la ¨²nica para la que el poder p¨²blico se halla legitimado, o se renuncia a la televisi¨®n estatal, como se renunci¨® a la prensa estatal sin que ocurriera nada. La TVE que tenemos ahora es una versi¨®n mala de alg¨²n diario del Movimiento. La segunda cadena apenas si sirve de coartada del sistema.
En tanto llega esa televisi¨®n, podr¨ªan hacerse algunas cosas por el libro, desde cu?as publicitarias hasta la difusi¨®n de filmes basados en obras literarias. Son s¨®lo dos ejemplos. Es que los posibilistas nos conformamos con poco. Lo que es imposible es conformarse con la nada.
Babelia
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