Carteles de Alcoy

Cada a?o aguardo con expectaci¨®n la llegada del mes de abril para que Alcoy descubra su cartel de Moros y Cristianos. S¨¦ que en cuanto se produzca este hecho, la ciudad se llenar¨¢ de comentarios y se reavivar¨¢ una pol¨¦mica que ha tenido su mejor momento en estos a?os pasados, cuando el alcalde Sanus emprendi¨® su particular revoluci¨®n de los carteles que tantos sinsabores habr¨ªa de causarle. Todo esto es producto, naturalmente, del apasionamiento con que la ciudad vive sus fiestas y para el que no encuentro parang¨®n. S¨®lo quienes han vivido desde la infancia el sortilegio de unos actos, podr¨ªan explicarnos las razones ¨ªntimas que hacen del alcoyano un 'ser para la fiesta' y que encuentra, en la presentaci¨®n del cartel, el primer motivo para abandonarse a ella.

Este a?o, el cartel de los Moros y Cristianos de Alcoy se lo han encargado al pintor Paco Barrachina, que ha hecho un cuadro serio, formal, muy conservador, como suelen ser los suyos. Hay, en este cuadro de Barrachina, un San Jorge vestido de romano; un caballo blanco, al que San Jorge sujeta por la brida y una paloma a punto de echarse a volar. Este detalle de la paloma ha gustado a muchos alcoyanos, que han visto en ella a un San Jorge amante de la paz. Y ?qui¨¦n no es un amante de la paz? Otras personas, sin embargo, se han mostrado m¨¢s cr¨ªticas con el cartel de Barrachina. He le¨ªdo una encuesta, publicada por el peri¨®dico Ciudad, que es el peri¨®dico que se edita en Alcoy, en la que se reprocha a la obra su amaneramiento y el escaso riesgo asumido por el artista. Efectivamente, no es nuevo el tema empleado por Barrachina; ya se ha utilizado muchas veces en estos carteles de Moros y Cristianos. Tampoco es Barrachina un pintor que ame los riesgos.

Jos¨¦ Sanus, que fue durante varios a?os alcalde de Alcoy y se empe?¨® en modernizar la ciudad, quiso tambi¨¦n renovar los carteles de Moros y Cristianos. Para lograr su prop¨®sito, encarg¨® a diferentes artistas valencianos su realizaci¨®n. Aunque todos ellos eran artistas de renombre, la experiencia no result¨® positiva. Alcoy, la fiesta de Alcoy, vivi¨® con este motivo alguna pol¨¦mica sonada. La controversia que, en su d¨ªa, produjo el cartel de Genov¨¦s fue considerable y la obra defraud¨® a los alcoyanos. Digamos que les defraud¨® con raz¨®n. El error de Sanus en este asunto fue creer que bastaba un pintor de prestigio para asegurar un buen cartel. Pero los carteles no necesitan buenos pintores, sino buenos cartelistas y esta era un oficio que desconoc¨ªan la mayor parte de las personas a las que se encargaron las obras. Eran, s¨ª, capaces de pintar un cuadro extraordinario, pero no acertaban a componer un cartel que es un asunto muy distinto. Tambi¨¦n ignoraron, por lo general, la sensibilidad de los alcoyanos. Y esto fue grave, pues el sentimiento, cuando se trata de unas fiestas populares, es indispensable. La llegada de un gobierno de derechas a la alcald¨ªa de la ciudad ha puesto fin a estas aventuras, como era de esperar. Peralta, el nuevo alcalde, no es hombre de problemas ni, mucho menos, de revoluciones. Y ha buscado quien le hiciera un cartel cl¨¢sico, conservador, con San Jorge y caballo que, naturalmente, no ha sido discutido en la ciudad. Por supuesto, la obra es de un escaso valor art¨ªstico y de un gusto desfasado, pero esto, ?a qui¨¦n importa verdaderamente?