La ley del bien percutir
La ley mayuman¨¢ es una: todo se puede percutir: el suelo, una lata de aceite (a la manera de las cajas flamencas), un bid¨®n de gasolina o un cubo de la basura; lo mismo puede hacerse con el cr¨¢neo de un compa?ero o el propio, con la espalda o con la boca, con la mano o con el pie. Se trata de que tiemble todo por todas partes, que el p¨²blico se estremezca con un derroche de energ¨ªa capaz de contagiar hasta a los m¨¢s serenos espectadores. Cualquier palo sirve de baqueta y hay un referente vertical en lo primitivo, aunque esto es danza esc¨¦nica muy evolucionada.
Mayuman¨¢ es una lecci¨®n de amor y pasi¨®n por la vitalidad, por la expresi¨®n en libertad de acuerdo a unos c¨®digos muy precisos y dentro de una est¨¦tica que va del hight-tech al dance furioso. La danza es ecl¨¦ctica, a chispazos, y se ve que es el reflejo del trabajo colectivo de taller. En ellos mismos se ven claramente los complejos y prism¨¢ticos or¨ªgenes del pueblo jud¨ªo, sus matices y sus acentos, unos que tiran hasta el ?frica continental y otros que se alejan hacia Oriente. El resultado es, adem¨¢s, esencialmente cosmopolita. En algunos de los solos, sobre todo los femeninos, hay un m¨¢s marcado inter¨¦s por el movimiento de danza contempor¨¢nea, con sus saltos asim¨¦tricos y sus deconstrucciones.
Reciclaje
Todos sus hallazgos no son del todo originales, y lo reconocen. En su trabajo se ve que han reciclado experiencias como las de Storm (las sierras mec¨¢nicas, el uso discrecional del claqu¨¦) o el Teatro Negro de Praga (la escena de luz negra), pero esto es muy distinto en la intenci¨®n, el empaque y el resultado. Puede hablarse de una corriente de espect¨¢culo, de fuerte implantaci¨®n entre los j¨®venes, donde los artistas acercan su trabajo a la danza callejera o a las mezclas codificadas por las tribus urbanas. Eso explica que se reconozcan con mucha nitidez los toques a dos tiempos de una rumba santiaguera cubana de lejano origen africano o fugaces fragmentos de rock mel¨®dico junto a algo de reagee y hip-hop. Sobre todo eso, se baila, se salta y se intenta hacer re¨ªr con una ef¨ªmera danza del vientre tradicional tomada a broma o con la escena de las chicas d¨¢ndole al narguile sin sonrojo (?qu¨¦ opinar¨¢n de esto los ultraortodoxos de Jerusal¨¦n?). Mayuman¨¢ pertenece al entorno cultural de Tel-Aviv, mucho m¨¢s liberal, permisivo y abierto. En el espect¨¢culo hay tambi¨¦n, sin esconderlo, un aire rebelde sin respuesta. Simplemente es el camino de una ira que, por suerte, desemboca en baile, explota en el gesto.
La din¨¢mica coreogr¨¢fica de Mayuman¨¢ es de escenas cortas hilvanadas por chistes pantom¨ªmicos teloneros descritos con agilidad. Ellos lo pueden hacer. Son cinco hombres y cinco mujeres muy entrenados para una guerra con el metal y el suelo y con sus propias estructuras corporales. Y hay iron¨ªa en su uso de las onomatopeyas, la alusi¨®n al deporte y la vida en comunidad a la que esa generaci¨®n no es ajena.
Est¨¦tica
Es importante destacar que la est¨¦tica de Mayuman¨¢ se extiende en su rigor a su vestuario, muy del estilo de su movimiento, adecu¨¢ndose a las exigencias de sus fuertes evoluciones, pero con gui?os acertados a las tendencias actuales: la tela militar, las faldas masculinas, los conjuntos negros y ajustados que revelan cuerpos hermosos y muy tallados. El resultado de estos vestidos se empasta con la escenograf¨ªa, que quiere recordar una vieja f¨¢brica abandonada con okupas virtuosos, o el taller de un nuevo e hipot¨¦tico doctor Coppelius, donde se crean aut¨®matas de perturbadoras intenciones.
As¨ª, tambi¨¦n los mayumanos se han inventado sus instrumentos de percusi¨®n o de viento, con los que consiguen extra?as y envolventes sinton¨ªas. Hay un ¨®rgano, trompetas tibetanas (o algo parecido) y una manipulaci¨®n de la voz a trav¨¦s de sintetizador de gran efecto. Mayuman¨¢, finalmente, refleja que no est¨¢n tan lejos como se cree ni como la geograf¨ªa impone.
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