L¨ªos de familia
Entre el Congreso de Shakespeare y el ataque de familismo que estamos sufriendo durante estos d¨ªas, tengo la sensaci¨®n de que Valencia se fue de vacaciones a una Inglaterra de finales del siglo XVI y principios del XVII. En cuanto a Shakespeare, pobre de m¨ª, no tengo nada que decir. Sin embargo, es conveniente comentar algunas cosas del arrebato familiar que padecen algunos pol¨ªticos populares que, seg¨²n la prensa de estos d¨ªas, negocian borradores de ley sobre apoyo a la familia con las autoridades religiosas.
Los familistas no son nuevos, ya existieron en otra ¨¦poca y estuvieron relacionados con el origen del puritanismo ingl¨¦s. Eran una secta religiosa, perfeccionistas, defensores de la vida en com¨²n, m¨ªsticos. Tambi¨¦n confundieron de manera exagerada pol¨ªtica y religi¨®n, hasta que fueron suprimidos por real decreto y porque molestaban demasiado.
Pero el familismo continu¨® a lo largo del tiempo. Se transform¨® en la defensa de la familia tradicional, que se basa en el matrimonio de car¨¢cter religioso y civil, al margen de la orientaci¨®n y preferencias sexuales que tengan los miembros que la componen. Tambi¨¦n fue muy criticado inmediatamente antes y despu¨¦s de la segunda Guerra Mundial, por considerarlo responsable de fomentar una personalidad autoritaria que caracterizaba la pol¨ªtica del nazismo. Un poco m¨¢s tarde se detecta familismo en las sociedades con dificultad para alcanzar cierto desarrollo econ¨®mico, como en la Italia de posguerra, donde exist¨ªan fuertes v¨ªnculos y mucha cooperaci¨®n entre los propios, pero mucha desconfianza hacia los que no pertenec¨ªan al grupo. Se habla entonces de familismo amoral, una especie de recelo hacia las instituciones p¨²blicas y un deseo de resolverlo todo en familia, sin que se entere nadie m¨¢s. Pero en Valencia se entera todo el mundo.
En las sociedades actuales, la familia es una encrucijada de itinerarios alternativos, como la LOGSE. Existen muchos tipos de familia, todos v¨¢lidos y tambi¨¦n todos con problemas. Aunque es cierto que ahora, en todas sus formas y estructuras, se ha convertido principalmente en un recurso para satisfacer las exigencias psicol¨®gicas de sus miembros, en la medida en que tiene que responder a las necesidades individuales de realizaci¨®n personal. Unas funciones muy dif¨ªciles de legislar, por bueno que sea el consejero.
Con este panorama, que la pol¨ªtica valenciana se haya empe?ado en sacar adelante unas leyes sobre parejas de hecho, sobre mediaci¨®n familiar y sobre la familia, es m¨¢s arriesgado que legislar actualmente sobre un plan de estudios. Por algo ser¨¢ y, en cualquier caso, tienen todos los derechos para intentarlo aunque siempre se ver¨¢n desbordados por la propia realidad social. Ahora bien, tendr¨¢n que hacerlo dentro del marco pol¨ªtico de una sociedad abierta, discutiendo con ciudadanos, partidos y parlamentos. Pero regresar al familismo puritano, depender de las autoridades religiosas, negociar parejas por matrimonios, es un atavismo inaceptable.
Una de dos. O el sector democristiano del PP pretende dejar en rid¨ªculo a la pol¨ªtica valenciana, regresando a siglos anteriores, o Francis Ford Coppola est¨¢ en Valencia intentando escenificar y producir una continuaci¨®n de El Padrino III.
jseoane@netaserv.com
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