'Tocamos m¨²sica de ayer y de hoy'
Est¨¢ entusiasmado. La raz¨®n: su encuentro con Dieguito El Cigala. 'Me llevaron a ver a unos gitanos que le hab¨ªan puesto letra a mi composici¨®n Pierre Jamballah. Les dije que me dieran un par de n¨²meros suyos para ver qu¨¦ es lo que yo pod¨ªa hacer. Mandaron una guajira ?y bueno! yo he tocado guajiras toda mi vida, pero la que nosotros tocamos es en binario y la de ellos en ternario. Pensaba: 'esto va a ser un l¨ªo'. Le met¨ª unos contrapuntos y el final de la guajira es un sue?o', asegura. 'La m¨²sica cubana y la de ellos tiene una similitud que hierve la sangre'. Y muestra exultante un brazalete amarillo: 'Me han hecho miembro de un club de los gitanos'.
Recuperado de la trombosis que le atac¨® el pasado verano, Bebo Vald¨¦s cumplir¨¢ 83 a?os en octubre. Con Cachao y Patato, otras dos leyendas de la m¨²sica cubana, ha grabado el disco El arte del sabor. 'Ah¨ª hay tres individuos que ya ¨¦ramos m¨²sicos antes del mambo, as¨ª que conocemos los estilos que nos legaron nuestros antepasados', confiesa sonriendo. 'Y hemos agarrado todo lo nuevo. Somos de los pocos que quedamos que sabemos las dos cosas. Nos sentamos y tocamos las cosas como yo se las o¨ª tocar a Grenet, a Lecuona... Siempre respetamos la primera parte y, despu¨¦s, hacemos nuestras improvisaciones. Cosas cubanas por m¨²sicos que las han tocado ayer y hoy'. Curiosamente, Cachao y Bebo Vald¨¦s, que se conocen desde que usaban pantal¨®n corto, nunca hab¨ªan grabado juntos. 'Queremos dejar una escuela porque en Cuba esto se est¨¢ perdiendo', confiesa Bebo Vald¨¦s, que empez¨® tocando las maracas y haciendo segundas voces, y que fue el director musical de la mejor ¨¦poca de Tropicana.
Desde hace cuarenta a?os, por una historia de amor, vive en Suecia. 'Si me hubiera casado con una espa?ola me hubiera quedado aqu¨ª', asegura. 'Me enamor¨¦ de una chiquita que ten¨ªa 18 a?os y ya yo ten¨ªa 42, y estamos casados todav¨ªa'. Durante quince trabaj¨® en una cadena de hoteles. Arias, n¨²meros populares, obras cl¨¢sicas... Fue Paquito D?Rivera quien le rescat¨® del olvido en noviembre de 1994 ofreci¨¦ndole grabar el disco Bebo rides again.
En una secuencia de Calle 54, la pel¨ªcula de Fernando Trueba sobre el jazz latino, se le puede ver caminando sobre la escarcha del invierno sueco. Toca L¨¢grimas negras con Cachao, y cierra el largometraje La comparsa, de Lecuona, a dos pianos con su hijo Chucho, entre miradas de complicidad. Al final ambos se funden en un emotivo abrazo. 'Tocar con mi hijo ?imag¨ªnate!. Todo con se?as porque no hubo tiempo para ensayos. Como pasa siempre', dice riendo.
Se le ilumina la mirada al hablar de Chucho, que impresiona al mundo del jazz. 'Nac¨ª el 9 de octubre del 18 y ¨¦l el 9 de octubre del 41. Cuando yo cumpl¨ª 23 a?os naci¨® mi primer hijo; cuando ¨¦l cumpli¨® 23 a?os naci¨® el suyo. ?Un 9 de octubre!'. 'Siempre nos sent¨¢bamos juntos al piano para que le ense?ara los arreglos, los tumbaos'. Un d¨ªa, Bebo sali¨® de casa hacia Tropicana y tuvo que regresar porque hab¨ªa olvidado las partituras. 'Fue cuando me enter¨¦ de que tocaba el piano. Ten¨ªa tres a?os y su mano izquierda coincid¨ªa con la derecha. ?No se equivocaba!'. A los 16, Bebo Vald¨¦s le cedi¨® el piano en su orquesta. Cuando abandon¨® la isla, en 1960, Chucho ten¨ªa 19. Estuvieron 18 a?os sin verse ni hablarse. El reencuentro en Nueva York, en 1978, no fue f¨¢cil. Suelta una carcajada al evocarlo. Cosas de familia. Un amigo le ha hecho feliz consigui¨¦ndole una grabaci¨®n de los conciertos n¨²mero 2 y 3, para piano y orquesta, de Rachmaninov, tocados por el propio compositor. 'El genio pian¨ªstico del siglo', afirma. 'Lo primero que le o¨ª fue el Concierto n¨²mero 2 y me volv¨ª loco'. Otro momento inolvidable tuvo como escenario el teatro Alb¨¦niz de Madrid: 'Un teatro con el nombre de ese m¨²sico al que siempre admir¨¦. Toqu¨¦ algunos pasajes suyos, aunque no me atrev¨ª a lanzarme por miedo a que me traicionaran los nervios. Al ver la reacci¨®n del p¨²blico se me saltaron las l¨¢grimas'.
Se le humedecen los ojos cuando recuerda Cuba. 'La nostalgia nunca se me ha quitado. Est¨¢n las calles pero no las personas', dice. 'Vi una pel¨ªcula italiana, Cinema Paradiso, y llor¨¦ porque es parte de mi vida. Un ni?o que se cr¨ªa en un pueblo se va para regresar con treinta y pico de a?os. Est¨¢ el cine de su ni?ez, el lugar donde trabaj¨®, pero ¨¦l ya no es nadie'.
Babelia
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