A cara tapada
Solicitan mi participaci¨®n en un reportaje de una cadena televisiva dedicado a la educaci¨®n vasca. Intervendr¨ªamos varios miembros de la comunidad educativa y lo har¨ªamos a cara tapada. La situaci¨®n vasca es tan grave y cualquier opini¨®n discordante resulta tan arriesgada, que conviene adoptar cautelas de ese tipo. Los rostros saldr¨ªan velados y las voces ligeramente modificadas. Se me garantiza que nadie me reconocer¨ªa. Comprendo todas estas medidas, pero no deja de parecerme repugnante lo que se me propone. Se me sugiere entonces si ser¨ªa capaz de hacerlo a cara descubierta. Respondo que no, y a¨²n menos como ¨²nico rostro descubierto entre tapados. Puntualizo adem¨¢s que en ese programa desde luego no. Me arguyen que mi respuesta ya es indicativa de la necesidad de las veladuras, y que ¨¦stas sirven tambi¨¦n de denuncia de la situaci¨®n que vivimos, del terror. Tienen raz¨®n, s¨ª, y sin embargo...
Sin embargo, pienso que no se puede renunciar al rostro y que cada rostro es libre de calibrar su miedo. Que es mejor no aparecer si no hay valor suficiente para hacerlo. La ausencia podr¨ªa ser tambi¨¦n un testimonio elocuente. Me revuelvo contra esta idea, y determino que esos rostros velados pueden dar testimonio, adem¨¢s del miedo, de la existencia de una opini¨®n discordante, testimonio que faltar¨ªa en un programa sin rostros, un programa vac¨ªo en el que una voz en off explicara que nadie era capaz de dar su opini¨®n por el miedo reinante. De acuerdo, pero me pregunto a continuaci¨®n qu¨¦ testimonio ofrece una veladura que se repite varias veces, una voz que no es la m¨ªa. ?Tal vez el testimonio de lo que se cuenta, las historias personales que se?alan la diferencia de la veladura que se repite? Pero recuerdo que se me ha dicho que se trataba de hablar de la situaci¨®n de la educaci¨®n, no de mi caso personal, que, por otra parte no ofrece nada de particular. Doy otra vuelta de tuerca, y me digo que acaso las veladuras no impidan las diferencias, incluso el reconocimiento. Si es as¨ª, concluyo que m¨¢s que testimonio de una situaci¨®n de miedo el programa s¨®lo dar¨ªa testimonio de mi propia cobard¨ªa, que quedar¨ªa en evidencia.
Deduzco que este ¨²ltimo riesgo debe de estar solventado por lo que tiene de perverso. Varios rostros velados y con voces falseadas, y que no hablan de su caso personal, sino de una situaci¨®n que se pretende objetiva, me suena a puesta en escena propagand¨ªstica. Su valor de testimonio es cuestionable, porque podr¨ªan, por ejemplo, grabar mi voz, falsearla y atribuirla a una veladura que me es ajena. Rechazo esa intenci¨®n torticera, porque s¨ª puedo dar testimonio de mi sinceridad y se han dirigido a m¨ª; no hablo desde fuera. Sin embargo, a pesar de que no sospecho de sus buenas intenciones, sigo dudando del valor testimonial de esa emisi¨®n. Y extraigo de todo ello una conclusi¨®n que a¨²n me parece m¨¢s peligrosa por lo que tiene de sintom¨¢tica. Varios rostros sin rostro y con voces alteradas hablando de una situaci¨®n objetiva, son s¨®lo un trampantojo de individualidad que de hecho se ve negada. Y es ¨¦se el peor mal: que en esa emisi¨®n la individualidad se ve diluida en una causa que la devora. E insisto en lo del gran mal.
Me ha tocado vivir en un pa¨ªs y en una situaci¨®n en los que el reconocimiento del valor del individuo es todav¨ªa una asignatura pendiente. Estoy incluso convencido de que es justamente eso lo que est¨¢ en juego en el largo conflicto que nos asola. Sometido a doctrinas sectarias, gregarismos varios, tribalismos y tics de ocultamiento, el individuo vasco a¨²n no ha nacido del todo. Afirmar mi individualidad en lo que tiene de irreductible es, ha sido y ser¨¢ mi lucha. Yo no lucho por Euskadi, ni por la antiEuskadi, sino por la defensa del valor del individuo en Euskadi. Y ¨¦se es el motivo por el que apoyo el cambio pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs. Sin embargo, emisiones como la que se me ha propuesto, me llevan a pensar que el cambio es ya una causa que comienza a devorar a sus hijos, y no creo en fines que no cuiden los medios que se utilicen para alcanzarlos. Prefiero el ostracismo. Bien, se dir¨¢n, y por qu¨¦ no sale usted a cara descubierta. Acabo de hacerlo. La televisi¨®n tiene algo de espect¨¢culo. Es como una pel¨ªcula en la que participamos sin conocer el gui¨®n. Se nos hace representar un papel d¨¢ndonos la ilusi¨®n de que nos representamos a nosotros mismos. No tengo ninguna garant¨ªa de que de todo lo que fuera a decir ante la c¨¢mara no se escuchara s¨®lo lo que estaba en el gui¨®n. Aqu¨ª, en estas l¨ªneas, me represento a m¨ª mismo. Y el gui¨®n lo escribo yo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.