Volver¨¢s a Comala
La obra fotogr¨¢fica del escritor Juan Rulfo parece contener una tercera dimensi¨®n del indio o el campesino mexicano
Quienes le conocieron cuentan que Juan Rulfo siempre dejaba una sensaci¨®n de tristeza y de lejan¨ªa, de que estaba en otra parte a pesar de que llegaba puntualmente a ofrecerte el mechero o a hablarte con una naturalidad absoluta. Lo m¨¢s inquietante en Rulfo era su estar y al mismo tiempo su no estar. Era, seg¨²n un amigo que le conoci¨®, la representaci¨®n cabal de una melancol¨ªa en desuso, esa que tiende a ahondarse y a retorcerse en la ausencia total de sosiego. Es decir, que se parec¨ªa mucho a los personajes de su Pedro P¨¢ramo: esos espectros que escuchaban voces hijas del viento, no engendradas, que jam¨¢s encontraban cobijo.
Librado Arreola, uno de los mejores amigos de Rulfo, era de su mismo estilo. Librado, cuando estaba en su casa y llamaban muchas veces a la puerta, se asomaba por una ventana y dec¨ªa: '?Qu¨¦, no ven que est¨¢ cerrado? Esto quiere decir que yo no estoy y como no estoy es in¨²til que llamen'.
Cuando Rulfo ven¨ªa a Barcelona, se pasaba horas en la cafeter¨ªa Treno de la calle de Diputaci¨®n, un lugar m¨¢s bien horrendo. All¨ª en el Treno pasaba horas y horas y estaba y al mismo tiempo no estaba. Ahora en Barcelona, no muy lejos del Treno, en el Palau de la Virreina, puede verse una impresionante selecci¨®n de fotograf¨ªas sobre M¨¦xico realizadas por Rulfo entre 1945 y 1955, im¨¢genes pose¨ªdas de una 'maravillosa transparencia l¨ªquida', en palabras de Carlos Fuentes; im¨¢genes que nos recuerdan la fuerza de los ojos y c¨®mo la mirada humana puede a veces calar hondo y entrar en el alma. As¨ª parece operar el ojo fotogr¨¢fico de Rulfo, que en Pedro P¨¢ramo escribe: 'La abuela lo mir¨® con esos aquellos medio grises, medio amarillos, que ella ten¨ªa y que parec¨ªan adivinar lo que hab¨ªa dentro de uno'. En el espl¨¦ndido libro cat¨¢logo de la exposici¨®n, Margo Glantz, amiga de Rulfo y experta en su obra, ahonda en su magn¨ªfico texto en el espejo del alma que viajaba en los ojos del escritor Rulfo, fot¨®grafo de penetrante mirada rara que, al igual que la de algunos personajes de Pedro P¨¢ramo, es una mirada que aquilata, aprecia, determina.
Lo que Rulfo aquilata, aprecia y determina en sus fotograf¨ªas son casas derruidas, parajes solitarios, puertas y ventanas desvencijadas, cementerios, iglesias perdidas, plantaciones de magueyes, ni?os de risa perdida, bardas tiradas en campos verdes, cruces de hierro, ¨ªdolos totonacas, jinetes y caminantes, rostros mixes de mirada impenetrable en la que Rulfo parece penetrar... Porque, al igual que en Pedro P¨¢ramo, la obra fotogr¨¢fica de este escritor parece contener una tercera dimensi¨®n del indio o del campesino mexicano, un punto de vista exploratorio de su herm¨¦tica interioridad.
Las miradas de los mixes (un misterioso pueblo del interior m¨¢s profundo de M¨¦xico, un pueblo al que nadie pudo vencer nunca; viven en casas ennegrecidas por los a?os, casas oscuras que, al llegar la noche, seg¨²n Rulfo, desaparecen) no pueden ser m¨¢s inquietantes. Cuando uno las observa ve que Rulfo intenta explorar su misterio, saber qu¨¦ piensan aunque no se puede saber, porque son dif¨ªciles los mixes y completamente herm¨¦ticos; se arrodillan, por ejemplo, ante las cruces que hay a las entradas y salidas de sus pueblos y parece que est¨¢n rezando, pero s¨®lo lo parece, porque para ellos las cruces son las puertas de los caminos; les piden a las cruces que les abran para dejarlos pasar, porque si no la cruz no los deja ni entrar ni salir del pueblo. 'Si a una cosa tan simple -coment¨® Rulfo acerca de esto-, no le encuentra uno explicaci¨®n, ?c¨®mo ser¨¢ la mentalidad de ellos, no?'.
Esa mentalidad la exploran algunas de las fotos del Palau de la Virreina, la exploran con una c¨¢mara fr¨ªa surgida de la tierra m¨¢s caliente de M¨¦xico, de esa invenci¨®n que es Comala, el pueblo de Pedro P¨¢ramo, ese lugar al que el visitante de la Virreina tiene la oportunidad de regresar a trav¨¦s del Rulfo m¨¢s visual, de un Rulfo de violentos contrastes de luz y sombra, que se acerca a parajes solitarios, a miradas de ind¨ªgenas y a cruces en los caminos, se acerca queriendo entender lo que nunca entenderemos pero que nos devolver¨¢ a Comala, nos har¨¢ retornar a lo muerto, lo desaparecido, lo olvidado. 'Nada puede durar tanto -se dice en Pedro P¨¢ramo-, no existe ning¨²n recuerdo por intenso que sea que no se apague...'. La fotograf¨ªa de la vida, como la literatura, va s¨®lo hacia s¨ª misma, hacia su propia esencia, que es la desaparici¨®n. Quien vaya a ver las fotos de Rulfo, sin duda volver¨¢ a Comala, volver¨¢ a vivir y a morir, a estar y tambi¨¦n a no estar, se encontrar¨¢ con Librado Arreola: 'Como no estoy es in¨²til que llamen'.
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