De Shakespeare, Racionero y plagios
Disculpe el lector el t¨ªtulo de este art¨ªculo. Es un plagio, aunque no literal, de Cervantes. Ahora se han puesto de moda los plagios de diversa ¨ªndole: intertextuales, textuales, hediondos... Est¨¢n de moda, porque existir han existido siempre y gracias a ellos ha rodado el carro de la cultura. ?Tambi¨¦n gracias a los plagios textuales? En artes como la pintura, s¨ª, o cosa muy parecida. Del taller del maestro sal¨ªan cuadros pintados parcial y a veces totalmente por alg¨²n disc¨ªpulo o disc¨ªpulos. 'Gozad, hermanos / Todos en ¨¦l pusimos nuestras manos'. Grandes pinturas exhibidas en los mejores museos del mundo son plagios llevados a cabo como quien dice ayer. Despu¨¦s de la segunda guerra mundial los holandeses se ensa?aron con el se?or Hans Van Meegeren. Les hab¨ªa vendido a los nazis cuadros de Hans Vermeer, un pintor que en Holanda es un s¨ªmbolo nacional. El se?or Van Meegeren neg¨®, pero expertos venidos del mundo entero le acusaron. Harto, Van-Meegeren acept¨® el reto de pintar un nuevo Vermeer, bajo vigilancia. Enmudeci¨® la cr¨ªtica. No hab¨ªa manera de distinguir el original de la copia. Megeeren, en efecto, les hab¨ªa vendido a los alemanes... cuadros de Megeeren, no de Vermeer. El plagiario ya no quiso volver a pintar.
Los griegos se copiaron unos a otros a mansalva, aunque, que yo sepa, no 'intertextualmente'. Los argumentos s¨ª, y era exigencia del p¨²blico. El p¨²blico quer¨ªa saber qu¨¦ tratamiento le daba el autor al mismo tema. Para ser m¨¢s exactos: a la misma historia o leyenda. De modo que los grandes autores teatrales entraron a saco, en las leyendas griegas, en Homero. Creo que fue Josep Pla quien dijo que toda obra literaria es un plagio. En cuanto a Fuster, dej¨® escrito que en la base de la obra de todo autor hay una idea, que luego crece y se ramifica. Yo me pregunto si esa idea b¨¢sica es original, pero es un interrogante ret¨®rico. Lo que a?ade cultura a la cultura son las derivaciones. Son estas las que combin¨¢ndose y sum¨¢ndose a lo dicho por otros hacen que todo quede igual para que el todo sea distinto. Eso quiere decir el ¨²ltimo gran acusado de plagiario, Luis Racionero: '... cuando se hacen ensayos se utilizan ideas de otras personas. Lo hacen todos los autores. Combinan ideas y construyen argumentos. ?Qui¨¦n inventa algo? Lo importante luego es hacer una cosa le¨ªble y bien'. Existen, con todo, las coincidencias. Newton y Leibniz inventaron cada uno por su cuenta -y simult¨¢neamente- el c¨¢lculo infinitesimal. ?Qu¨¦ caminos siguieron ambos?
Las obras son producto de un tiempo o de la pugna por superarlo. Con todo, cuando se dice de alguien que es un adelantado, no se quiere dar a entender que est¨¢ o estuvo desligado de su ¨¦poca. La super¨®, pero a partir de la misma. El mismo Descartes, quien quiso hacer t¨¢bula rasa con su tiempo y con toda la historia, es producto de ambas. Vinos nuevos en odres viejos, tal es la historia de la cultura. Acad¨¦micamente, a esto se le llama 'acumulaci¨®n de conocimientos'. Dicen que Cervantes invent¨® la novela, pero con sus innovaciones lo que dio a luz es la novela moderna. En el Quijote, adem¨¢s, hay multitud de materiales hist¨®ricos o legendarios. ?Qu¨¦ decir de Shakespeare, recientemente glorificado una vez m¨¢s, esta vez aqu¨ª en nuestra ciudad?
Le tengo cierta inquina injusta a Shakespeare, que es inocente de todo lo que se ha hecho con ¨¦l. Pocos autores han cogido de aqu¨ª y de all¨¢ tanto como este genio ingl¨¦s. En Valencia, cr¨ªticos para los que no quiero tener adjetivos se han preguntado por el secreto y la perdurabilidad de su ¨¦xito universal. (Por cierto, el siglo XVIII, el de la Ilustraci¨®n, le hizo poco caso. Tanto alarido visceral ten¨ªa que disgustar a los glorificadores de la raz¨®n. Personalmente opino que ni tanto ni tan calvo). Uno le llama 's¨ªmbolo de paz' como si en el mundo no hubiera habido docenas de grandes autores de los que podr¨ªa afirmarse lo mismo; Shakespeare no es de un pa¨ªs, sino del mundo, dijo otro cr¨ªtico aqu¨ª en Valencia. Y as¨ª otros muchos t¨®picos que, a¨²n siendo verdad, resultan perfectamente aplicables a casi una multitud de otros autores, algunos de ellos superiores a Shakespeare por los cuatro puntos cardinales. Al lado de S¨®focles, el autor ingl¨¦s es un aficionado a la psicolog¨ªa. En S¨®focles est¨¢ todo a manos llenas: el hombre como individuo, como ser social y como ser mataf¨ªsico. Al ser por el no ser de la nada; nadie en el teatro ha llegado a esta conciencia y menos con la lacerante intensidad de S¨®focles. M¨¢s intenso que Shakespeare fue tambi¨¦n Eur¨ªpides, aunque no alcanza la visi¨®n total de su paisano griego y sea un tanto deslavazado. Y as¨ª otros, entre ellos el portentoso Calder¨®n de La vida es sue?o. ?Por qu¨¦ Shakespeare es mayor objeto de culto que, por ejemplo Moli¨¨re? No nos hagan re¨ªr. Manda el poder¨ªo del mundo anglosaj¨®n y su lengua, en la que escribi¨® el a ratos pedante y aburrido Shakespeare. Somos sucursalistas, el mundo entero es sucursalista y ¨¦sta es la explicaci¨®n de la falla.
Volviendo al plagio, pero al textual. Podr¨ªamos llamar plagiario a Zaplana si ¨¦ste tuviera una voluntad de estilo. Ni la tiene ¨¦l ni la tienen la mayor¨ªa de los pol¨ªticos. Y, ?acaso su libro no es fiel reflejo de sus ideas pol¨ªticas? Pues entonces. Que no se cuidara de contrastar es pecado menor, acaso producto de las prisas. Las prisas del mundo moderno pueden explicar tambi¨¦n el caso Racionero. Este se?or conoce muy bien la Atenas de Pericles y muchas cosas m¨¢s, pues es economista, urbanista, ingeniero. ?Plagi¨® ¨¦l textualmente p¨¢ginas enteras o con sus pocos convincentes excusas est¨¢ encubriendo a un ayudante, acaso un disc¨ªpulo? No se plagia un cap¨ªtulo o parte del mismo si luego hay que completar todo un libro. Primero hay que tener el libro en la cabeza y s¨®lo entonces se puede encargar fragmentos, con tal de que encajen en la pauta general. Pues cuando se escribe tanto sobre tantas cosas, insisto, uno puede verse estrangulado por las prisas. De haber sido ¨¦l quien copiara trozos de Murray y de Toynbee, habr¨ªa tomado el esp¨ªritu, pero no la letra, pues para plagiar incluso la redacci¨®n hay que ser tonto; y muy tonto ha de ser quien crea tonto a Luis Racionero. 'Combinar ideas' es lo que hizo seg¨²n propia confesi¨®n. Pero el pastiche no alumbra nuevas intuiciones y las obras de Racionero s¨ª lo hacen. Sus plagios 'intertextuales' son mera, s¨ª que oscura. coincidencia.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras
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