Tensi¨®n con Rabat
Los intereses que unen a Madrid y Rabat son muchos y crecientes; s¨®lo algunos los separan. Las relaciones nunca han sido f¨¢ciles. Pero ser¨ªa un absurdo que empeoraran cuando objetivamente a ambos pa¨ªses les interesa que mejoren. En este sentido, la reacci¨®n nerviosa del presidente del Gobierno espa?ol, una vez rotas las relaciones pesqueras entre la Uni¨®n Europea y Marruecos, blandiendo amenazas de represalias econ¨®micas contra este ¨²ltimo pa¨ªs no pod¨ªan ser m¨¢s contraproducentes. Ha habido un olvido de las normas m¨ªnimas de la diplomacia, que debe ser firme, pero tambi¨¦n h¨¢bil.
Que algo ha pasado, como se?al¨® ayer el portavoz del Gobierno, P¨ªo Cabanillas, es una perogrullada. El fracaso en las negociaciones pesqueras no se puede minimizar, ya que tiene un impacto social significativo. Cada d¨ªa que pasa est¨¢ m¨¢s claro que desde el principio Marruecos no quiso llegar a un acuerdo, y ha distra¨ªdo durante muchos meses a la UE. Por tanto, es Marruecos quien tiene que explicarse y dar pruebas de buena voluntad. Podr¨ªa empezar por mejorar el control de la emigraci¨®n ilegal que sale de sus fronteras y cruza las espa?olas, y del narcotr¨¢fico.
El primer gesto de reacci¨®n ha sido la apresurada visita ayer a Madrid de una importante delegaci¨®n marroqu¨ª, compuesta por los ministros de Interior y Exteriores, el jefe de Gabinete del Rey Mohamed VI y de una de sus consejeras. La raz¨®n oficial era asegurarse de que el mal clima creado por el desacuerdo de pesca no iba a entorpecer este a?o la operaci¨®n cruce del Estrecho. Ser¨ªa un desprop¨®sito que a cuenta de que no se haya alcanzado un acuerdo de pesca entre la UE y el Gobierno de Marruecos se generase una tendencia de antipat¨ªa social o de xenofobia hacia los marroqu¨ªes que viven en Espa?a, o a quienes circulan por nuestras carreteras. Corresponde en parte al Gobierno espa?ol evitarlo. Pero es la primera vez que vienen a Espa?a ministros para discutir esta operaci¨®n de regreso vacacional de miles de magreb¨ªes, lo que indica la preocupaci¨®n que genera esa posibilidad. Es bueno que se intente desactivar una situaci¨®n potencialmente peligrosa. Que la delegaci¨®n marroqu¨ª no quisiera hacer declaraciones en Madrid es un s¨ªntoma m¨¢s de la tensi¨®n y el mal ambiente reinante.
Echada a pique la posibilidad de un acuerdo de pesca, Marruecos debe mandar ahora se?ales urgentes de que quiere una relaci¨®n constructiva con Espa?a: mejorando los controles migratorios, activando dossiers de empresas espa?olas paralizados como la interconexi¨®n del segundo operador de m¨®viles (Telef¨®nica) en aquel pa¨ªs con la compa?¨ªa estatal, acelerando proyectos de empresas constructoras espa?olas que se hallan varados o abriendo nuevas expectativas para la explotaci¨®n de yacimientos de gas o de petr¨®leo por parte de compa?¨ªas espa?olas. Se requiere algo m¨¢s que un gui?o de Rabat, que tambi¨¦n tiene mucho que perder en sus relaciones con la UE si mantiene esta tensi¨®n con Espa?a.
Lo m¨¢s preocupante de lo ocurrido del otro lado del Estrecho es que refleja una lucha de poder en Marruecos y una resistencia al cambio que personifica, pese a las pocas reformas aplicadas, el joven monarca Mohamed VI. El inter¨¦s principal de Espa?a est¨¢ en un Marruecos estable, que avance hacia una democracia plena y una mayor prosperidad. Cuando las cosas van mal en Marruecos, el antiespa?olismo se convierte en un instrumento de distracci¨®n interna, y en las ¨²ltimas semanas se ha reflejado en alg¨²n comentario fuera de tono. Tambi¨¦n la diplomacia y las buenas formas deben multiplicarse en el pa¨ªs vecino.
En los ¨²ltimos tiempos, el Gobierno de Aznar se ha distanciado de Portugal, no llega a un entendimiento profundo con Francia salvo en la lucha contra el terrorismo y ahora se distancia de Rabat. No es sensato que Espa?a est¨¦ a la gre?a con sus vecinos. Alguna conclusi¨®n hay que sacar. Y, sobre todo, rectificar la pol¨ªtica seguida.
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