'ESTOY A FAVOR DE LEGALIZAR LAS DROGAS'
Su ¨²ltima conferencia en la breve gira de esta semana por tres ciudades espa?olas, Madrid, Valencia y Barcelona, trataba de algo a lo que muchos se refieren continuamente, pero muy pocos en el sentido en que lo hace ¨¦l: la moral. Moralizadores y moralizantes son legi¨®n. E ingente el tedio que muchos de ellos generan. Pero cuando quien habla es Ernst Tugendhat las cosas son distintas. La editorial Gedisa ha publicado sus Lecciones de ¨¦tica, as¨ª como Ser, verdad, acci¨®n y Di¨¢logo en Leticia; y va a editar pr¨®ximamente El libro de Manuel y Camila, unos di¨¢logos sobre ¨¦tica para ni?os; y la Introducci¨®n anal¨ªtica al lenguaje, en lo que es una nueva incursi¨®n de Tugendhat en el campo que abri¨® un fil¨®sofo que muri¨® ahora hace medio siglo y que ¨¦l conoce como probablemente nadie hoy, Ludwig Wittgenstein. En Espa?a ha hablado tambi¨¦n de otro gran fil¨®sofo de lengua alemana, Nietzsche, que muri¨® hace cien a?os, otro gran conocido de este pensador que tiene algo que la mayor¨ªa de sus colegas no supieron tener y es la capacidad de autocr¨ªtica y revisi¨®n de sus propias reflexiones, que lo hacen un fil¨®sofo de la progresi¨®n en el concepto y rar¨ªsima vez de la sentencia.
Fil¨®sofo alem¨¢n, jud¨ªo, nacido en Brno, en lo que era la Checoslovaquia de entreguerras, candidato seguro en su d¨ªa a morir en los campos de Auschwitz o el m¨¢s cercano Terezin (Theresienstadt), emigrante infantil en Venezuela, universitario nada menos que a los quince a?os en Stanford, alumno de Heidegger en Heidelberg, profesor en varias universidades alemanas, emigrante de nuevo a Latinoam¨¦rica, a Chile, en 1992, y hoy pensante escribiente en Tubinga, Tugendhat es lo contrario de esos pelmazos que tanto se prodigan y disparan prestos sus sentencias y recomendaciones de conducta, reflexi¨®n y vida. Tugendhat es un fil¨®sofo bienhumorado, siempre cr¨ªtico y nunca ¨¢cido, al que se le ve literalmente en la cara la voluntad de entender y explicar. Hay momentos en que la disciplina al ordenar los pensamientos para expresarlos parece exigirle un esfuerzo f¨ªsico. Y lo asume con el mismo placer que un deportista ante el reto.
El ¨²nico temor que se advierte en este hombre es el de errar en su juicio, el que una s¨²bita precipitaci¨®n le haga susceptible de equivocarse o ser injusto en la valoraci¨®n de alguien o algo, en alg¨²n paso de su rigurosa construcci¨®n y explicaci¨®n de los pasos de su cadena argumentativa.
Pregunta. Se ha cumplido medio siglo desde la muerte de Wittgenstein y el centenario de la de Nietzsche, quien forj¨® aquello de Dios ha muerto. En esta sociedad actual tan acelerada, mediatizada, uniformada, ?existe a¨²n espacio para lo que Wittgenstein, cuya obra tanto conoce, llamaba las 'grandes preguntas del hombre?'.
Respuesta. Si hablamos de Wittgenstein, ¨¦l tuvo en realidad dos etapas en su filosof¨ªa. En la primera s¨®lo se pod¨ªa hablar de ciencia natural, muy de acuerdo con aquella ¨¦poca en el pensamiento filos¨®fico. Lo dem¨¢s, lo sublime, lo m¨ªstico, lo religioso, lo ¨¦tico, todo m¨¢s o menos lo mismo, de eso no se pod¨ªa hablar. Y por lo tanto, tampoco se pod¨ªan hacer preguntas. Mientras yo pienso que s¨ª se pueden hacer esas preguntas. Despu¨¦s, lo extra?o en Wittgenstein es que cuando cambia su concepci¨®n del lenguaje y le es posible hacerse preguntas sobre la m¨ªstica y la religi¨®n, tiene algunos planteamientos sobre religi¨®n, pero no sobre la m¨ªstica. Algo le pas¨®, pero yo no he logrado entender por qu¨¦ abandon¨® aquello. Volviendo a las 'grandes preguntas', yo no s¨¦ por qu¨¦ no habr¨ªamos de hac¨¦rnoslas. Ah¨ª siguen. Aunque muchos no se las planteen. Ah¨ª est¨¢n. Yo tampoco creo en esa supuesta superficialidad general actual. En ¨²ltimo t¨¦rmino, nos hacemos las mismas preguntas porque seguimos siendo seres humanos. Para m¨ª lo m¨¢s evidente de esta sociedad actual es la riqueza, el bienestar. Ese fen¨®meno es mucho m¨¢s patente que la superficialidad. Vivo en Tubinga, un lugar privilegiado, si se quiere, pero, en general, la gente vive bien con alguna excepci¨®n. Por supuesto, cuando voy a Latinoam¨¦rica es distinto. En todo caso resulta extraordinario ver c¨®mo la pol¨ªtica y la econom¨ªa actuales han conseguido que esta especie, que se ha multiplicado de una forma tan inmensa en relativamente poco tiempo, no s¨®lo sobreviva, sino que lo hace bien.
P. Cuando hablamos de Tubinga, en Baden W¨¹rtemberg, hablamos de un sitio privilegiado, en un Estado privilegiado, en un pa¨ªs dentro de un continente privilegiado.
R. Sin duda, pero tambi¨¦n en Latinoam¨¦rica se puede constatar que todos viven mejor que hace, digamos, doscientos a?os. Y eso es magn¨ªfico. Y por eso, quiz¨¢s, volviendo a la pregunta anterior, cuando la vida es m¨¢s f¨¢cil la gente es m¨¢s superficial en ese sentido. En todo caso, sabemos muy poco de lo que va a venir. La gente siempre habla actualmente de lo que est¨¢ pasando en este momento.
P. Lo que s¨ª vemos es que en estos momentos en algunas zonas del mundo se han puesto en marcha movidas por la necesidad,corrientes migratorias casi medievales. Por ejemplo, en ?frica, la gran castigada por las ¨²ltimas d¨¦cadas. Y crece la presi¨®n inmigratoria en toda Europa.
R. Ustedes, los europeos, exageran con esta cuesti¨®n. Todos hablan de ello. A m¨ª me llama mucho m¨¢s la atenci¨®n el miedo que sienten los europeos ante esa inmigraci¨®n y la falta de solidaridad que se demuestra hacia el resto del mundo. As¨ª como la intenci¨®n de crear casi un tipo de muro en torno a Europa. A m¨ª me parece que nuestros pa¨ªses podr¨ªan muy bien absorber m¨¢s gente. La dificultad est¨¢ sobre todo en ese sentimiento del particularismo que existe. Dada nuestra situaci¨®n, tenemos que aprender a ser m¨¢s universalistas en nuestros pa¨ªses.
INMIGRACI?N Y NACIONALISMOS
P. Hablando de particularismos, estamos asistiendo a una radicalizaci¨®n de los mismos que, con los nacionalismos, han llevado incluso a guerras en la Europa de fin del siglo, como en los Balcanes.
R. Es cierto y es preocupante. Pero tambi¨¦n asistimos a la maravillosa superaci¨®n de enemistades antiguas. Han terminado. La situaci¨®n que cre¨® la conclusi¨®n de la enemistad entre Francia y Alemania es magn¨ªfica. Las guerras que hace s¨®lo pocos decenios se produjeron entre estos dos pa¨ªses son hoy impensables. Es un gran avance.
P. Usted conoce bien lo que supone el racismo y salv¨® la vida gracias a que sus padres decidieron emigrar a tiempo, primero a Suiza, despu¨¦s a Venezuela. Como v¨ªctima de este racismo, en este caso antisemitismo, ?c¨®mo percibe dicho fen¨®meno?
R. No se puede calificar de v¨ªctima a alguien que, como yo, no sufri¨®, por una raz¨®n u otra. Lo que s¨ª viv¨ª es la experiencia de la emigraci¨®n. Y por eso, yo durante a?os en Alemania, especialmente en los a?os ochenta, abogu¨¦ con mucha decisi¨®n por la defensa de los derechos de los refugiados pol¨ªticos. Eso tiene mucho que ver con mi propio pasado.
P. ?Cu¨¢les son, en su opini¨®n, los resortes del racismo?
R. Yo creo que la palabra que he utilizado yo, el particularismo, es algo que desde la teor¨ªa de la evoluci¨®n biol¨®gica la podemos entender. La evoluci¨®n biol¨®gica acab¨®, no se est¨¢ muy seguro al respecto, hace entre diez y cuarenta mil a?os. Eso significa que nuestros rasgos est¨¢n determinados por las necesidades de supervivencia en aquella ¨¦poca. Y en aquella ¨¦poca no s¨®lo hac¨ªa falta tener una moralidad interna, sino tambi¨¦n una enemistad externa. Es un rasgo que se ve en todas partes y que quiz¨¢s est¨¦ en nuestros genes. Es una tendencia que se puede combatir, que es la del 'nosotros contra ellos'. Una cuesti¨®n de identidad de grupo.
P. ?No entra en contradicci¨®n con la tendencia general a la globalizaci¨®n?
R. Depende de c¨®mo se entienda la globalizaci¨®n. Si es un t¨¦rmino econ¨®mico, no. El particularismo moral y social puede sobrevivir a una globalizaci¨®n econ¨®mica. Para m¨ª, el problema es otro. Tiene usted raz¨®n en un sentido y es que la globalizaci¨®n econ¨®mica y comunicativa nos demuestra que es necesario renunciar a muchas de las propuestas del particularismo.
P. Pero tambi¨¦n se ve una fuerte contestaci¨®n a la globalizaci¨®n. Se vio en Seattle, en Washington, y ahora, en Quebec...
R. La globalizaci¨®n es un fen¨®meno que ya vivi¨® Karl Marx. No creo que podamos escaparnos de ese proceso. Los intercambios van aumentando, se van generalizando.
P. Al final ya no son los gobiernos electos los que toman las decisiones, sino oscuras redes de intereses, compa?¨ªas y organismos financieros a los que nadie ha votado. La pol¨ªtica pierde frente al poder econ¨®mico.
R. En todo caso, no sabemos hoy a¨²n si estamos en una situaci¨®n intermedia, de tr¨¢nsito. Pero la posibilidad de una vuelta al poder pol¨ªtico habr¨ªa de pasar por una especie de gobierno mundial que tuviera el poder de imponer reglas a estas fuerzas nuevas y pelear y regular la actuaci¨®n de las grandes corporaciones.
P. Usted se implic¨® muy activamente enla oposici¨®n a la carrera armamentista en los a?os ochenta. Hoy vemos que Rusia renuncia a la democratizaci¨®n y el viejo KGB se ha hecho con el poder. Y la creciente tensi¨®n entre Estados Unidos y China. Los riesgos para la paz siguen siendo enormes.
R. S¨ª, eso parece, pero son cuestiones puntuales, actuales. Yo no creo que estemos ante un rearme como el de los a?os ochenta, en los que exist¨ªa un peligro real de enfrentamiento total entre las dos grandes potencias. Hoy nuestro mayor problema est¨¢ en los armamentos peque?os, que amenazan sin discriminaci¨®n, y tambi¨¦n en la proliferaci¨®n de armamento nuclear. Estamos en una situaci¨®n realmente muy distinta. Y, desde luego, estoy convencido de que estamos en un mundo menos inseguro que el de aquella d¨¦cada en la que estuvimos realmente muy cerca de un choque frontal entre las dos potencias. Estamos en un mundo m¨¢s seguro, exceptuando, claro, algunas regiones.
P. Hablemos de la educaci¨®n. El semanario Die Zeit denuncia esta semana una dejaci¨®n de los padres en la educaci¨®n o formaci¨®n de los hijos que no pueden suplir los colegios, lo cual supondr¨ªa un gran obst¨¢culo para el desarrollo cultural y emocional.
R. Me parece una visi¨®n muy conservadora. Tomemos a Estados Unidos. Yo llegu¨¦ a Stanford a los quince a?os, siendo el estudiante m¨¢s joven. ?Por qu¨¦? Pues porque la secundaria norteamericana es muy baja en calidad. Pero despu¨¦s, en las universidades, Estados Unidos tiene un sistema magn¨ªfico de formaci¨®n. Y esto crea unas ¨¦lites en el mejor sentido. Puede ser cierto lo que cuenta de Die Zeit, y se debe a que ya no llegan los ni?os de esas familias burguesas que se dedicaban a la formaci¨®n de sus hijos. Pero en realidad eran muy pocas. Hoy llega mucha m¨¢s gente a las universidades. Y Estados Unidos tiene la ventaja de que llegan j¨®venes a la universidad y acaban mucho antes que en Alemania, por ejemplo, donde los licenciados no salen al mercado laboral casi hasta los cuarenta a?os. Yo tengo una opini¨®n muy mala sobre las universidades alemanas, donde yo he impartido clases durante d¨¦cadas. Creo que las razones de su situaci¨®n es m¨¢s la burocracia que la ideolog¨ªa. Y la tengo excelente sobre las americanas.
P. Hablemos entonces del elitismo. Le¨ª algo suyo sobre el elitismo horizontal y vertical en relaci¨®n a Nietzsche y Hitler. ?Qu¨¦ es el elitismo del que habla?
R. ? Conoce el art¨ªculo sobre Nietzsche y Hitler? Yo quer¨ªa explicar por qu¨¦ la discriminaci¨®n que propugnan son distintas. Hitler ten¨ªa una discriminaci¨®n horizontal porque part¨ªa de que los buenos eran todo un pueblo, y los malos, todos los dem¨¢s. Nietzsche, por el contrario, era vertical en su discriminaci¨®n porque part¨ªa del hombre nacido, el hombre fuerte y el hombre d¨¦bil. Nietzsche pensaba siempre en t¨¦rminos del elitismo feudal. Pero usted est¨¢ pensando en el elitismo de las universidades norteamericanas. Y yo estoy convencido de que es un elitismo bueno. Sociedades tan complejas como las nuestras s¨®lo funcionan si se hace una cierta estratificaci¨®n, no por motivos de nacimiento. Nietzsche la quer¨ªa por nacimiento porque cre¨ªa que la gente nac¨ªa en dos clases, fuertes y d¨¦biles. Con la paradoja de que ¨¦l era muy d¨¦bil, una persona muy enferma.
P. Hablemos de discriminaci¨®n y, por tanto, de selecci¨®n. Es un t¨¦rmino que utiliz¨® Peter Sloterdijk en su pol¨¦mica conferencia en Elmau. Hablaba del fracaso del humanismo y dec¨ªa que la respuesta al mismo era una manipulaci¨®n gen¨¦tica para mejorar al ser humano por otros medios, medios antropot¨¦cnicos.
R. El de Sloterdijk era un art¨ªculo mal¨ªsimo y yo me met¨ª en esa discusi¨®n para defender a mi amigo y colega J¨¹rgen Habermas. No suelo intervenir en estos debates. Y es posible que Sloterdijk haya escrito algo bueno antes. No lo s¨¦ porque no lo he le¨ªdo. Pero esa conferencia era peligrosa, porque dec¨ªa que en vez de intentar tener una moral tenemos que hacer cambios gen¨¦ticos para tener una nueva moral. Esto es imposible porque aun si pudi¨¦ramos cambiar la moral por medios gen¨¦ticos tendr¨ªamos que tener ya ciertas concepciones de c¨®mo queremos hacer los cambios gen¨¦ticos. Sloterdijk ha sido en esto la persona m¨¢s confusa que yo he conocido nunca. Pero, adem¨¢s, Sloterdijk se lanz¨® a una carrera de reproches contra Habermas y lleg¨® a decir que aquel d¨ªa en que escrib¨ªa la carta, el 2 de septiembre, hab¨ªa finiquitado la Escuela de Francfort. Por el mal comportamiento de Habermas. Lo m¨¢s rid¨ªculo. Pero hubo algo en la sociedad alemana que no respond¨ªa al poco valor de la conferencia de Sloterdijk, que por alguna circunstancia le dio mucha importancia a este debate. Creo que se debe a la gran inseguridad que existe respecto al problema de las manipulaciones gen¨¦ticas.
P. Qu¨¦ piensa usted al respecto?
R. Creo que los temores existentes son exagerados. En este momento, lo que se quiere hacer es manipular para evitar genes malignos. Usted ya me dec¨ªa que quer¨ªa hablar sobre la eutanasia. Si hablamos de los reci¨¦n nacidos con grandes deficiencias, es un gran avance prevenirlo. Pero la gente se asusta y exagera. Respecto a la clonaci¨®n, hay una idea de que la filosof¨ªa y la ¨¦tica van por detr¨¢s de los avances. Lo que quieren es hacer leyes antes de que se sepan los riesgos. Respecto a la clonaci¨®n, no sabemos cu¨¢les ser¨¢n los problemas. Quiz¨¢s sea yo ingenuo. Pero los verdaderos problemas surgir¨¢n cuando la t¨¦cnica est¨¦ lista y haya capacidad real de hacer da?o. Entonces se podr¨¢n hacer leyes. Creo que es exagerado el temor y responde a la tendencia a ver situaciones apocal¨ªpticas por parte de los seres humanos.
LA LEGALIZACI?N DE LA EUTANASIA
P. H¨¢bleme de la eutanasia, que acaba de ser legalizada en Holanda.
R. Cierto tipo de eutanasia. Me he ocupado de ello durante tiempo. Sobre todo del problema de los neonatos que nacen en estado deplorable y que, en caso de aceptarse, no puede hacerse con la aceptaci¨®n del individuo. Creo que es una cuesti¨®n muy problem¨¢tica. Pero en el caso de Holanda, no se trata de un problema tan grave, sino de algo que doy por supuesto desde hace mucho tiempo y es que toda persona tiene derecho a poner fin a su vida cuando le plazca, siempre que no afecte a una responsabilidad social, como en el caso de que una madre que deje abandonado a su hijo. Yo creo que todo el mundo puede decidir acabar con su vida. El ¨²nico argumento bueno en contra es la fe de cristianos o jud¨ªos que creen que Dios otorga la vida y no pueden acabar con ella ni siquiera uno mismo. Pero desde el momento en que estamos en una sociedad laica, eso es una cuesti¨®n puramente privada.
P. Tambi¨¦n respecto a las drogas ha firmado usted, con Hobsbawn y Garc¨ªa M¨¢rquez, una carta en favor de la legalizaci¨®n de las drogas.
R. Yo firm¨¦ esa carta ante todo para evitar precipitaciones por parte de la Administraci¨®n de Bush en Colombia. Yo creo que ha llegado la situaci¨®n en que el Gobierno colombiano tiene que hacer la guerra contra los paramilitares y la insurgencia. Desde luego, estoy a favor de la legalizaci¨®n de las drogas, creo que es la soluci¨®n para Colombia y para muchos otros problemas. Como los de Estados Unidos, donde m¨¢s de la mitad de los presos, cientos de miles, lo son por cuestiones de droga. La soluci¨®n no es la persecuci¨®n. Es t¨ªpico de Estados Unidos hacer cruzadas contra alguien o algo; ahora son las drogas.
P. Y la pena de muerte, especialmente en democracias como Estados Unidos?
R. Mire, eso me parece tan evidente que no hace falta hablar de ello. Es terror¨ªfico y tiene inmensas cargas de venganza.
Un fil¨®sofo sereno y solidario
Seg¨²n algunos, Ernst Tugendhat, Hans-Georg Adamer y J¨¹rgen Habermas son los ¨²nicos fil¨®sofos vivos en Alemania que merecen tal nombre en la que fuera 'la tierra de poetas y pensadores'. Nacido en Brno, en Moravia, en 1930, su familia, de origen jud¨ªo, se salv¨® de los campos de concentraci¨®n al decidir emigrar a Venezuela ante la llegada a su pa¨ªs de las hordas nazis. Este se?or de los libros, conocedor de Nietzsche, Heidegger y Wittgenstein como pocos seres vivos, ten¨ªa s¨®lo 15 a?os cuando ingres¨® en la prestigiosa Universidad de Stanford. Y a los 19 volv¨ªa a Alemania, cuatro a?os despu¨¦s del final de la guerra, lo que supon¨ªa una acci¨®n perfectamente ins¨®lita para un jud¨ªo que hab¨ªa huido de los mismos alemanes que se iba a encontrar a¨²n en cargos p¨²blicos y acad¨¦micos, con sus complicidades y miserias, pese a la actuaci¨®n de Heidegger durante el Tercer Reich. Porque Tugendhat achaca su vuelta a Alemania precisamente a la pasi¨®n por el pensamiento de Heidegger. Fue catedr¨¢tico de filosof¨ªa en Berl¨ªn y Heidelberg, dio clases en Tubinga, donde hoy reside, 'aunque al margen de la actividad universitaria'. En los a?os de las revueltas estudiantiles en Alemania tom¨® posiciones que romp¨ªan los esquemas de las autoridades acad¨¦micas. Y pas¨® cinco a?os muy fruct¨ªferos con J¨¹rgen Habermas, a quien considera un gran amigo, en el Instituto Max Planck de Filosof¨ªa, en Sternberg. Tugendhat reconcilia con la especie humana a quien con ¨¦l se encuentra y a quien le lee. Es optimista, es compasivo y es solidario. Por su amistad con Habermas mucho m¨¢s que por un ¨¢nimo de polemizar, del que, seg¨²n propia confesi¨®n, carece por completo, respondi¨® muy duramente a un fil¨®sofo alem¨¢n de generaci¨®n m¨¢s joven, Peter Sloterdijk. ?ste anunci¨® el hundimiento definitivo de la Escuela de Francfort tras haber recibido cr¨ªticas por una conferencia en la que suger¨ªa que la 'selecci¨®n gen¨¦tica' deb¨ªa sustituir al humanismo en la creaci¨®n de seres humanos mejores. Para Tugendhat, las tesis de Sloterdijk no s¨®lo se columpian sobre conceptos terriblemente peligrosos, sino que son adem¨¢s, como dice lac¨®nico, 'una tremenda tonter¨ªa'. El vocabulario del eterno pensador jud¨ªo moravo que es Tugendhat carece de descalificativos mayores y menos piadosos.
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