Gil-Marcos, una relaci¨®n imposible
El t¨¦cnico del Atl¨¦tico no se habla con el due?o del club desde hace meses y ni siquiera le saluda al cruzarse con ¨¦l
Huele a linimento, a sudor y a vapor de agua el vestuario en el momento en que entr¨® Jes¨²s Gil y Gil. El Gordo, como le llaman los jugadores, reapareci¨® despu¨¦s de una larga ausencia, cuando mejor iban las cosas. Hace un mes, el Atl¨¦tico hab¨ªa ganado cinco partidos consecutivos y el propietario regres¨® a sus anchas para pasar revista a la tropa. Se cruz¨® con el t¨¦cnico, Marcos Alonso, alias Pich¨®n, y se hizo un silencio. Los presentes intercambiaron miradas de inquietud. Y cuando Marcos pas¨® de largo Gil vocifer¨®: '?Buenas!'. Pero nada. Marcos no contest¨®. Sigui¨® su camino, indiferente al hombre m¨¢s poderoso del club.
'Si me quieren hablar que me hablen de frente', coment¨® despu¨¦s Alonso (Santander, 1959), como si su suerte estuviera echada y no dependiera de otra cosa que de un grupo de futbolistas. Como si no hubiera espacio en un mismo vestuario para el Pich¨®n y el Gordo. Tal ha sido la extra?a convivencia de poderes en el Atl¨¦tico de Madrid en su accidentada lucha por el ascenso. Y tales son las dificultades que ha encontrado el entrenador para ganarse la confianza de sus hombres y sobrevivir a un jefe que ayer -tras dos derrotas consecutivas y el ascenso casi imposible- asegur¨®: 'Marcos sigue a pesar de mi opni¨®n; si por m¨ª fuera le habr¨ªa echado hace 20 partidos'.
Hace 20 partidos, Gil no lo ech¨® por tres razones, todas argumentadas por fuentes del club: porque se interpuso Paulo Futre, el director general; porque no encontraron un sustituto adecuado; y porque la indemnizaci¨®n que le reclam¨® Marcos a Gil supuso una verdadera losa. El contrato ampara al t¨¦cnico.
'?Qui¨¦n ha dicho que hay que hablarse con el presidente del club para entrenar al equipo?', se pregunta Alonso. Visceral, respetuoso de c¨®digos sin dobleces, poco diplom¨¢tico pero sincero. As¨ª definen sus colegas al entrenador, que lleg¨® al Manzanares a principios de octubre, cuando el Atl¨¦tico ocupaba puestos de descenso a Segunda B, y que consigui¨® escalar hasta el cuarto puesto. Cuando firm¨® lo hizo s¨®lo por esta temporada y dijo que 'en ning¨²n momento' se hab¨ªa planteado firmar por m¨¢s porque, explic¨®: 'Si todo sale bien, seguro que me renuevan'.
Tan poca simetr¨ªa hay en el f¨²tbol que el director general deportivo, Paulo Futre, nunca se atrevi¨® a confirmar al t¨¦cnico en el puesto para la pr¨®xima temporada. No lo hizo cuando el Atl¨¦tico rozaba el ascenso y ahora menos. ?Entrenar¨¢ Marcos el lunes al equipo? El s¨¢bado, Futre se mostr¨® m¨¢s vacilante que nunca: 'S... s¨ª, s¨ª lo entrenar¨¢ ¨¦l'. Hoy, antes del entrenamiento, Futre y Marcos tendr¨¢n otra reuni¨®n. El aire huele a finiquito. Tal vez todo sea cuesti¨®n de dinero. Gil ha decidido que no pasar¨¢ de junio.
Las razones del enfrentamiento entre Gil y Alonso se remontan al funcionamiento at¨ªpico del club. Porque hasta que Futre asumi¨® el cargo de director general, la ¨²ltima palabra la tuvo Gil. Para todo. Incluso para interferir entre el entrenador y los jugadores, como ocurri¨® a la semana siguiente de que asumiera Marcos. Cuando el t¨¦cnico retir¨® a Kiko del equipo porque no lo encontr¨® f¨ªsicamente bien y Gil le oblig¨® a alinearlo para desconcierto del vestuario. 'Marcos ha tragado', murmur¨® un futbolista. La mano del presidente rompi¨® la unidad de la plantilla. Algunos se colocaron junto a Marcos, otros se distanciaron.
Kiko fue un detonante. Apenas pod¨ªa correr a principios de temporada. Pero mandarlo al banquillo da?aba la imagen del club, seg¨²n los due?os. Iba contra las medidas publicitarias que propon¨ªan los patrocinadores (Nike, principalmente), que inclu¨ªan anuncios protagonizados por el carism¨¢tico capit¨¢n. Afectaba a un s¨ªmbolo de la afici¨®n. Era una decisi¨®n sin demagogia, contra el criterio pol¨ªtico de Gil, que forz¨® la restituci¨®n de Kiko y descalific¨® a Marcos. As¨ª es que, irritado, Marcos baj¨® la cabeza y maquin¨® su treta: puso a Kiko como respuesta, para probar que ten¨ªa raz¨®n. Y Kiko demostr¨® que no pod¨ªa. A la semana siguiente, los roces entre el presidente y el t¨¦cnico se hab¨ªan trocado en cruce de insultos y descalificaciones.
Marcos lo dice todo a la cara. 'Fiera, no est¨¢s para jugar y ma?ana no te pongo', les lanza a los que ir¨¢n a parar al banquillo, seg¨²n testigos. As¨ª lo hizo con Toni, un portero que parec¨ªa indiscutible y que retir¨® en favor de Sergio. Y as¨ª lo hizo con Kiko. Y, con la misma resoluci¨®n, retras¨® a Juan G¨®mez a la defensa para fundar el pilar del equipo. Dec¨ªa: 'Dame tres o cuatro sudacas que yo te hago un equipo'.
'Te necesito: si juegas por delante de Juan G¨®mez, s¨¦ que por ah¨ª no va a pasar nadie', le anim¨® al argentino Mena. As¨ª es que Mena, que estaba deprimido bajo el efecto de las lesiones y los problemas personales, se hizo con un puesto en el medio campo. Incluso lleg¨® a soltar sus discursos triunfalistas a todo volumen. Durante un entrenamiento, en un remate desde fuera del ¨¢rea, Mena mand¨® el bal¨®n a las nubes. '?Bien, bien!', le anim¨® Marcos desde la banda. La euforia no permit¨ªa juicios realistas.
'Con este equipo ya sub¨ª a Primera', repet¨ªa Marcos hace cuatro semanas, como presa de una alucinaci¨®n. Lo aseguraba en la intimidad del vestuario y ante los micr¨®fonos. Se lo cre¨ªa. Estaba convencido de que no contaba con una gran plantilla pero tambi¨¦n confiaba en que la que ten¨ªa le bastaba para ganar la Liga de Segunda. ?Suena a chufla? 'No, suena a realidad', replic¨®; 'si miras el calendario que nos queda, es posible. Ahora lo que hay que hacer es ganar todos los partidos que nos quedan. Porque podemos ganarlos todos. Claro. El cien por cien'. El ?ibar y el Murcia le han desmentido en las dos ¨²ltimas jornadas. Y ya no el primer puesto de Segunda, el simple ascenso es lo que suena cada vez m¨¢s lejano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.