El legado verde de la Rep¨²blica
Se cumplen 70 a?os de la entrega a Madrid de la Casa de Campo tras la incautaci¨®n republicana de bienes reales
Hoy, Primero de Mayo, se cumplen setenta a?os de la primera entrada del pueblo de Madrid a la Casa de Campo. Fue aquella irrupci¨®n popular uno de los primeros actos festivos en la ciudad tras la proclamaci¨®n de la Segunda Rep¨²blica, el 14 de abril de 1931. La incautaci¨®n, por el r¨¦gimen republicano, de los bienes que hab¨ªan formado parte del patrimonio de la Corona, hizo posible aquella cesi¨®n en usufructo al Ayuntamiento de Madrid de la Casa de Campo y del campo del Moro, que vieron as¨ª p¨²blicamente franqueadas sus puertas.
Hasta entonces, y desde casi cuatro siglos antes, concretamente desde 1556, la Casa de Campo hab¨ªa sido un Bosque Real repleto de caza, cercado y vallado, de acceso exclusivo a la familia real. Ocupaba una extensi¨®n de 4.097 fanegas, m¨¢s de catorce millones de metros cuadrados de superficie. Contaba con 157 jornaleros y nueve empleados con haberes anuales. Albergaba 1.082.100 ¨¢rboles, se?aladamente encinas. Limitaba al norte por el Camino de Castilla; al sur por el de Alcorc¨®n; al oeste por el t¨¦rmino de Pozuelo y al este por el r¨ªo Manzanares; pose¨ªa tres arroyos (Meaques, Valdeza y Antequina), 19 fuentes y 15 puentes, as¨ª como acequias, establos, graneros, colmenas, neveros para almac¨¦n de nieve tra¨ªda de la sierra; y estanques de patinaje sobre hielo y pr¨¢ctica del remo, picaderos de caballos, viveros, incluso una caba?a propia de 695 ovejas.
Al decir de algunos testigos, como Alejandro Gusano, nacido en 1913, 'aquel martes Primero de Mayo de 1931 fue una jornada inolvidable, de verdadero caos'. 'El gent¨ªo entr¨® en la Casa de Campo a la carrera en busca de conejos y liebres, para cocinarlos luego en fogatas que los guardias como mi padre, brigada de Carabineros, no daban abasto en apagar', relata con una sonrisa. Tal riqueza, hasta entonces acotada para el disfrute de muy pocos, de la noche a la ma?ana pasaba a pertenecer al pueblo de Madrid.
El domingo siguiente, 6 de mayo, en loor de multitudes se celebr¨® la cesi¨®n oficial al Ayuntamiento de aquella foresta, ¨²nica en Europa por su proximidad a una gran urbe y por su feracidad. Recipiendario del Real Bosque lo fue Pedro Rico, a la saz¨®n alcalde de Madrid, que lo tom¨® de manos de Indalecio Prieto, ministro de Hacienda y dirigente socialista. Ambos hablaron a los congregados. Prieto actuaba en nombre del presidente del Gobierno Provisional de la Rep¨²blica, Niceto Alcal¨¢ Zamora. Un enorme gent¨ªo en actitud festiva llen¨® la ma?ana de vivas al r¨¦gimen reci¨¦n surgido de las urnas que, por cierto, se apresur¨® cuanto pudo para consumar aquella entrega.
'La muchedumbre, entusiasmada en alto grado', escrib¨ªa El Socialista del d¨ªa siguiente, 'pretend¨ªa entrar en la Casa de Campo, que seguir¨¢ cerrada hasta que el Ayuntamiento realice una indispensable labor de inspecci¨®n y estudio. En vista de ello', prosegu¨ªa el diario del partido socialista, 'el alcalde [Pedro Rico], dirigi¨® la palabra al p¨²blico y dijo que la Rep¨²blica le entrega lo que hasta ahora fue coto real [la Casa de Campo hab¨ªa sido registrada el 28 de mayo de 1919 como Real Patrimonio, con 1.747 hect¨¢reas] pero no para que lo destroce, sino para que en ¨¦l halle instrucci¨®n, recreo culto y una fuente de salud para los ni?os de la Rep¨²blica, que ma?ana ser¨¢n los que la sostengan y amparen'.
Paloma Barreiro, responsable del Servicio Hist¨®rico de la Fundaci¨®n del Colegio de Arquitectos, y el catedr¨¢tico de la Complutense ?ngel Bahamonde, en un detallado libro que ver¨¢ la luz en los pr¨®ximos meses, abordan desde una amplia perspectiva la trayectoria hist¨®rica de este singular espacio madrile?o. Genios como el de los arquitectos G¨®mez de Mora, en el siglo XVII, y Franciso Sabatini, en la centuria siguiente, dejaron su impronta sobre los edificios singulares, puentes y jardines que alberga. Luis de Vicente y un equipo de profesores y alumnos del Instituto Parque Aluche, han indagado tambi¨¦n sobre los tesoros que Austrias, Borbones y republicanos depositaron en su seno.
Cultura y recreo
Tras aquel entusiasmo de mayo de 1931, surgieron decenas de proyectos para convertir la Casa de Campo en ¨¢mbito popular de cultura y recreo. As¨ª, el arquitecto Guti¨¦rrez Soto construy¨® una piscina mod¨¦lica, denominada de la Isla, en una isleta del contiguo r¨ªo Manzanares. Pero los planes del Ayuntamiento republicano duraron poco. Con la guerra civil, en 1936, el frente b¨¦lico se estableci¨® dentro de su demarcaci¨®n; el Cerro Garabitas desempe?¨® el papel de posici¨®n artillera central para el bombardeo de la ciudad sitiada. Al final de la contienda, el arquitecto Pedro Bidagor ide¨® erigir en aquel cerro un hito que encarnara simb¨®licamente un nudo axial concebido como expresi¨®n del Nuevo Orden posb¨¦lico. Tal delirio no prosper¨®. La Casa de Campo permaneci¨® semicerrada hasta 1944.
Empero, el r¨¦gimen de Franco dispuso reutilizarla como exponente propagand¨ªstico de sus supuestos logros, con la Feria Internacional del Campo como flor¨®n de los presuntos avances en el marco rural. En 1966, el Zoo, el Parque de Atracciones y el Telef¨¦rico, as¨ª como el ferrocarril suburbano, quedaron integrados en su ¨¢mbito, que hoy recorre la l¨ªnea 10 de metro. Desde 1995, la Casa de Campo desarrolla un plan rehabilitador con 790 millones de pesetas de fondos europeos, hoy languideciente. Ambos libros preconizan su reactivaci¨®n y reivindican la inclusi¨®n de su historia como patrimonio de Madrid, para integrarla en el coraz¨®n y la memoria de la ciudad.
El grupo municipal PSOE-Progresistas acaba de solicitar un hito en su recinto que honre el recuerdo del alcalde Pedro Rico, quien en su d¨ªa recibiera del Estado el usufructo del gran bosque para todos los madrile?os.
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