Inmigrantes en la escuela
El error cometido el pasado d¨ªa 19 de abril por cuatro diputados de CiU en la votaci¨®n de la moci¨®n de ERC -que fue aprobada- para auditar las escuelas concertadas y en favor de la desconcentraci¨®n de alumnos inmigrantes en determinadas escuelas p¨²blicas, obliga de nuevo al Departamento de Ense?anza a afrontar el proceso de matriculaci¨®n de alumnos de preescolar, primaria y secundaria en los centros p¨²blicos y privados subvencionados. Los sindicatos de ense?antes y el S¨ªndic de Greuges han cuestionado este procedimiento por entender que no resuelve los problemas de concentraci¨®n de inmigrantes en determinadas escuelas p¨²blicas, que acaban convirti¨¦ndose en guetos en los que, en ocasiones, la falta de medios dificulta la formaci¨®n de quienes acaban de llegar desconociendo las lenguas y la cultura del pa¨ªs de acogida.
La desconcentraci¨®n de alumnos inmigrantes en determinadas escuelas plantea retos dif¨ªciles al Departamento de Ense?anza
El Decreto 56/2001 establece en el proceso de inscripci¨®n una preferencia de, en principio, cuatro alumnos 'con necesidades educativas especiales' -eufemismo con el que se designa a los inmigrantes- por cada clase, tanto en las escuelas p¨²blicas como en las privadas concertadas. Pero esta cifra de cuatro, que puede ser ampliada, resulta de hecho superada, ya que muchos inmigrantes manifiestan que desean que sus hijos cursen estudios en centros p¨²blicos, bien por no poder pagar las cuotas adicionales de las privadas concertadas, bien -como ocurre con muchos musulmanes- por no desear que sus hijos sean formados en un centro cat¨®lico. El decreto olvida, adem¨¢s, que en los ¨²ltimos a?os el ingreso en los centros educativos de la mayor¨ªa de los alumnos inmigrantes no se produce mediante el proceso de matriculaci¨®n ordinario, sino que ingresan en la escuela una vez iniciado el curso, cuando llegan a Catalu?a. En tal caso lo que prevalece es que haya plazas libres en la escuela que solicitan. Y, l¨®gicamente, los padres siempre desean que vayan al mismo centro donde estudian los hijos de otras familias inmigrantes para que los acompa?en o recojan si su horario de trabajo se lo impide. Aunque el hecho de que los grupos de ni?os de tres a?os se formen con un n¨²mero importante de inmigrantes no tiene por qu¨¦ ser en s¨ª problem¨¢tico, s¨ª que lo es la incorporaci¨®n a medio curso en primaria o secundaria de m¨¢s y m¨¢s alumnos que no hablan el idioma y que tal vez no podr¨¢n adquirir libros de texto.
El Departamento de Ense?anza de la Generalitat, que fue pionero en Espa?a en las pol¨ªticas de integraci¨®n de minor¨ªas cuando cre¨®, en 1983, el Programa de Educaci¨®n Compensatoria -inicialmente para gitanos del barrio de La Perona, luego ampliado a ni?os magreb¨ªes-, no ha sabido estar a la altura del reto de la multiculturalidad en las aulas. Aulas que son medio de integraci¨®n de los que llegan, pero tambi¨¦n de plasmaci¨®n y aceptaci¨®n de esa diversidad ¨¦tnica para los que se consideran catalanes, espa?oles o europeos 'de toda la vida'.
La Generalitat, preocupada por el fen¨®meno de gueto que se produc¨ªa en los lugares con mayor ¨ªndice de poblaci¨®n extracomunitaria, ensay¨® con ¨¦xito en 1995 en Vic y Manlleu, la experiencia en de distribuir a los hijos de inmigrantes por todas las escuelas p¨²blicas y privadas concertadas, tras conseguir el consenso de ambos ayuntamientos. Evidentemente, esta experiencia no era exportable a las grandes ciudades, pues no ser¨ªa conveniente trasladar a un ni?o de Ciutat Vella cada ma?ana en autocar hasta Sants o Les Corts por su excesiva lejan¨ªa. Pero las patronales de escuelas privadas no vieron con buenos ojos la posible llegada de magreb¨ªes, asi¨¢ticos o subsaharianos, y se frenaron estos planes de distribuci¨®n
en otros municipios medianos o en ciertos barrios de las ciudades. Y hay que reconocer que centros cat¨®licos de Osona, pese al sambenito que pesa sobre Vic de ser 'ciutat de monges i capellans', demostraron ser mucho m¨¢s abiertos a otras culturas que escuelas privadas concertadas de supuesto ideario laico y progresista que no han facilitado, cuando no boicoteado, el ingreso de inmigrantes. La evidente obligatoriedad de la llamada 'sexta hora' que se imparte en muchos centros concertados y que los padres costean con una cuota te¨®ricamente voluntaria, pero obligatoria en la pr¨¢ctica, permite a los centros privados disuadir a la poblaci¨®n inmigrante.
Evidentemente el problema es complejo, pero el fuerte peso que tiene la escuela privada en Catalu?a, el apoyo que le da CiU y el miedo de las privadas a perder alumnos si llegan africanos o asi¨¢ticos est¨¢ provocando que las escuelas gueto aumenten. El insuficiente n¨²mero de profesores de compensatoria, auxiliares de conversaci¨®n para los reci¨¦n llegados y profesores de educaci¨®n especial hace que los ense?antes sientan que no puede llegar a las necesidades de sus alumnos. Faltan tambi¨¦n mediadores culturales y un servicio de int¨¦rpretes m¨¢s amplio a disposici¨®n de los centros y las asociaciones de padres. Pero no es ¨²nicamente un problema de medios econ¨®micos y humanos. Es preciso que la Generalitat implique a las privadas que subvenciona puesto que, si no lo hace, no s¨®lo administra mal los fondos p¨²blicos, sino que puede quebrar la labor docente de muchas escuelas p¨²blicas al convertirlas en escuelas de segunda categor¨ªa para ciudadanos de segunda, de modo que quede en papel mojado su intenci¨®n de construir ya desde la escuela una sociedad multicultural en la que viven m¨¢s de seis millones de ciudadanos de or¨ªgenes dispares.
Xavier Rius-Sant es periodista.
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