Libro de lance
Este mes de mayo se celebra la XXV Feria del Libro Antiguo y de Ocasi¨®n, que organiza la Asociaci¨®n de Libreros de Lance de Madrid. El tiempo galopa y son ya veinticinco los a?os transcurridos desde aquella primavera del 77 en que el paseo de Recoletos se vio invadido por una poblaci¨®n inusual de libros, que acompa?aban simb¨®licamente el nacimiento de nuestra precaria democracia.
Han cambiado tambi¨¦n los tiempos para el libro y para la misma feria, y no me refiero ahora solamente a las nuevas t¨¦cnicas de reproducci¨®n. Pero el hecho es que si quieren continuar su labor, los libreros de lance de Madrid -y de Espa?a-, los libreros sin m¨¢s, han de tomar conciencia de que las ofertas han de ser cada vez m¨¢s selectas y depuradas. El visitante atento ha de encontrar de veras en las librer¨ªas libro antiguo y libro de lance (que, seg¨²n el diccionario, significa 'lo que se compra barato, aprovechando una coyuntura', pero que es m¨¢s, mucho m¨¢s), no meras arqueolog¨ªas ni desechos bibliogr¨¢ficos. Es cierto que esta clase de libros han desarrollado un mercado propio, que est¨¢n alcanzando precios a veces de f¨¢bula -excesivos seg¨²n criterios europeos- y que los herederos de las bibliotecas, tradicionales fuentes de renovaci¨®n del mercado, no se deshacen de ellas como antes, lo cual tambi¨¦n tiene su lado positivo, y, por tanto, las novedades resultan cada vez m¨¢s dif¨ªciles. Pero una feria genuina del libro antiguo y de ocasi¨®n ha de ser eso -oferta de productos selectos, raros o valiosos- o, de lo contrario, se convertir¨¢ en simple exposici¨®n de libros, sin especial inter¨¦s. No favorecen tampoco la solidez de esta clase de ferias las concurrencias y divisiones gratuitas del mercado. Desde hace algunos a?os, cuando llega el oto?o, otra feria similar despliega sus tenderetes en Recoletos. ?No ser¨ªa mejor unificar las ferias? Pues no se trata solamente de sacar libros a la calle, aunque tambi¨¦n se trate de eso vista como est¨¢ la situaci¨®n, sino de ofrecer muestras cualitativamente diferenciadas, cosa que en algunas ediciones se ha logrado, pero no siempre. Las divisiones nunca suelen ser buenas.
El mercado del libro necesita diversificarse, pero sobre todo necesita especializarse. Tal es, o debe ser, su respuesta profunda ante la irrupci¨®n de las grandes superficies y los nuevos sistemas de ventas. Nos hacen falta librer¨ªas de fondo; el libro no puede ser una mercanc¨ªa que se repone cada quince o treinta d¨ªas, pasados los cuales se convierte en espectro, en material desguazable, en blando cuello inocente para la guillotina. Los grandes perjudicados son, al cabo, los genuinos clientes. Pues ni existe el lector medio, ni existe el cliente medio. Quienes han hecho del libro materia existencial profesan su oficio durante todo el a?o. Luego est¨¢ el cliente m¨ªnimo, que compra ocasionalmente, pero en cuya b¨²squeda har¨¢ mal en centrarse la librer¨ªa especializada, porque ¨¦se no es su cliente. ?ste busca la memoria de la literatura, la edici¨®n que le falta, el ejemplar curioso, el libro querido que un d¨ªa desapareci¨®. Para las grandes toneladas de libros ya est¨¢ la feria del Retiro, cada vez m¨¢s confusa y peor orientada, pero, al parecer, cada vez m¨¢s rentable, que es lo ¨²nico que a algunos les importa. Y, sin embargo, el libro no ha de ser solamente negocio, aunque deba serlo tambi¨¦n. Sin incurrir en idealismos ni vagas ret¨®ricas, ha de ser otras cosas, que todos sabemos y no es el momento ahora de repetir. Lo dicho exige profesionalidad, combatir el intrusismo, especializar a los vendedores. A veces se topa uno con intrusos que ni siquiera guardan las formas. Podr¨ªamos contar decepcionantes an¨¦cdotas, pero no merece la pena. Cada bibli¨®filo guarda las suyas y, con ellas, su poso de amargura ante los abundantes yermos culturales del pa¨ªs.
Saludemos esta nueva edici¨®n de la Feria del Libro Antiguo.
Babelia
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