El mercado europeo se interesa por tres juveniles espa?oles que asombran por su juego
Los juveniles Torres (Atl¨¦tico), Iniesta (Bar?a) y Le¨®n (Madrid) abanderan una espl¨¦ndida generaci¨®n
Fernando Torres, Diego Le¨®n, Andr¨¦s Iniesta. Por un lado, un sable. Por otro, dos peloteros: un retaco de mirada penetrante, y al fondo, sentado en un sof¨¢, un introvertido l¨¢nguido que esconde el pecho y clava los ojos en el suelo. Representan al Atl¨¦tico, al Madrid y al Barcelona. Tienen 17 a?os y han levantado la expectativa que supone ser superdotados para jugar al f¨²tbol en estos d¨ªas. Movilizan intereses de cientos de millones de pesetas y su sue?o es jugar en Primera. Hace diez d¨ªas partieron a Inglaterra a disputar el Europeo sub 16 y hoy dos de ellos -faltar¨¢ Iniesta, al que los alemanes apartaron del torneo a patadas- juegan la semifinal contra Croacia. Son el futuro del f¨²tbol espa?ol.
'Qu¨¦ serios. Se les ve tan serios que hasta parecen tristes', musita Juan Santisteban, el seleccionador, ante los tres muchachos: 'Son s¨®lo ni?os y deber¨ªan pensar en divertirse, pero buscan asumir m¨¢s responsabilidad. Es su car¨¢cter el que les pide m¨¢s presi¨®n. Lo llevan dentro ?y qu¨¦ les vas a decir? ?que no se hagan responsables?'.
Desde hace tres semanas descansan de 15.00 a 18.30. Se levantan a punto para merendar, seg¨²n manda el m¨¦dico. Caminan por el hotel como cuerpos imantados por la interacci¨®n del juego y cuando este peri¨®dico los encuentra, antes de viajar a Inglaterra, vienen de disputar un amistoso. Han pasado horas desde el partido, pero siguen movi¨¦ndose en grupo como obedientes a un principio de supervivencia. Se disponen a estudiar porque a su regreso tendr¨¢n ex¨¢menes. El m¨¢s moreno y compacto es el madridista. Coge su programa y se?ala: 'Per¨ªfrasis'. Va peinado con un fijador que le ajusta la melena negra al cr¨¢neo, y en las manos lleva seis anillos de oro y de plata que clasifica con solemnidad: 'mi padre, mi madre, mi padre, mi madre...'. Es Le¨®n, Diego Le¨®n.
'Es el que inventa, el media punta', dice a su lado el que viene del Barca, el introvertido, Andr¨¦s Iniesta. Le¨®n le mira y se r¨ªe. Se ha especializado en patentar regates desconocidos. Como aquella tarde de principios de a?o, cuando se vend¨® las manos para esconder los anillos y ejecutar lo que ¨¦l llama 'cosas raras'. Ocurri¨® en el ¨²ltimo contragolpe contra Las Rozas. Enderez¨® por el callej¨®n del nueve en direcci¨®n a los dos centrales rivales, que le esperaron para hacerle un bocadillo. Gui¨® el bal¨®n con el pie derecho y busc¨® el pasillo atacando a un marcador. Primero le apunt¨® al de la derecha pisando la pelota con la diestra, luego rompi¨® hacia la izquierda con un toque de zurda. Meti¨® la pelota entre los dos defensas y se meti¨® por la brecha. Los centrales quedaron desequilibrados. Cuando sali¨® remat¨® a media altura, muy seco y lejos del portero con el exterior curvo del pie. Con la limpieza del billarista. Fue el gol de la victoria (2-1).
De madre maestra y padre ex futbolista, Le¨®n naci¨® en Villamuriel de Cerrato, un pueblo de Palencia. Muestra la cara redonda de un ni?o y sus detractores -algunos representantes de la oposici¨®n- desconf¨ªan de su constituci¨®n gen¨¦tica para el deporte por su baja estatura y su grosor. Lleva los hombros bien atr¨¢s, saca pecho y observa de forma compulsiva. Junto a Iniesta, tambi¨¦n le acompa?a el delantero con forma de sable, Fernando Torres.
Fernando Torres dice: 'Marco Van Basten'. Asegura que no hay m¨¢s modelos para ¨¦l. Tiene la pinta de bailar¨ªn ruso que gastaba el delantero holand¨¦s. De su cara larga se van descolgando huesos largos y unos m¨²sculos estirados que le dan aire de saltador de altura. Ha marcado cinco goles en el Europeo. Juega en los juveniles del Atl¨¦tico y ya firma camisetas en el Calder¨®n cuando se mete en el Frente Atl¨¦tico a mirar los partidos. Su nombre se hizo famoso desde que acord¨® una cl¨¢usula de rescisi¨®n de 2.000 millones de pesetas con la familia Gil. Un candado para prevenir tentaciones f¨¢ciles ante la insistencia de llamadas sorprendentes en el registro de su tel¨¦fono m¨®vil: 'Soy el responsable de la delegaci¨®n de f¨²tbol base del Arsenal en Espa?a. Nos interesar¨ªa que firmes...', le propuso una voz. 'Te ofrecemos 200 millones de pesetas si cambias de representante', le cant¨® otra, de un intermediario de una conocida firma de mercaderes del f¨²tbol.
'Ese jugador va a marcar una ¨¦poca en el f¨²tbol espa?ol', sentenci¨® un t¨¦cnico del Madrid, ante la coordinaci¨®n de un tipo capaz de controlar con el pecho, bajar el bal¨®n al pie y trasladarlo en zig-zag entre dos oponentes para levantarlo con el empeine y dejarlo clavado con efecto de retorno a medio camino entre el portero contrario y su compa?ero en ataque. Le tom¨® cinco metros y cinco segundos. Fue durante un amistoso de preparaci¨®n de la Eurocopa, y su madre, con gafas de sol, atenta desde la banda, observ¨® nerviosa y s¨®lo se preocup¨® por los centrales contrarios: '?Como le pegues a mi ni?o te doy...!'.
Jugaba contra el Atl¨¦tico de Aviaci¨®n, en Majadahonda, un encuentro del verano pasado, cuando Torres estuvo a punto de enterrar su carrera. Su equipo iba 2-0 a favor. Hab¨ªa marcado un gol y hab¨ªa dado el otro. Una chilena suya estrell¨® la pelota en el larguero. Galopaba por el medio campo cuando un contrario le caz¨® por detr¨¢s y le parti¨® la meseta tibial. 'Esta lesi¨®n toma cinco meses de recuperaci¨®n', le dijo el traumat¨®logo, afligido ante la posibilidad de secuelas irremediables. 'En tres meses estar¨¦ recuperado', le dijo Torres a un amigo y le puso sobre la mesa las botas que llevaba cuando le lesionaron. 'Son para t¨ª'. Al tercer mes, el delantero estaba recuperado. Al cuarto, jugaba como nunca. R¨¢pido en carrera, definidor con las dos piernas, excelente para los controles orientados, saltador natural y gran pasador, sus condiciones tentaron al club vecino. Jorge Valdano, el director general del Madrid, se puso en contacto con ¨¦l pero lo disuadieron las cifras que le pidieron. 'No estoy contento contigo', le reproch¨® Santisteban; 'deber¨ªas haber metido tres goles'. La an¨¦cdota confirma el entusiasmo del seleccionador y la raz¨®n por la que Espa?a gira en torno al punta, que en el partido inaugural, contra Rumania, marc¨® un gol (3-0), contra B¨¦lgica, dos (5-1) y contra Italia, el del empate (1-1).
La elegancia de Torres y el andar ufano de Le¨®n contrastan con los aires del tercer caudillo: Andr¨¦s Iniesta. Es un joven p¨¢lido y silencioso que a ratos levanta la mirada para dejar entrever un brillo inquietante. A diferencia de sus dos amigos parece m¨¢s liviano y cuando trota en los calentamientos su pecho apunta al suelo. Corre mirando la hierba. Y si los otros dos se proclaman del Madrid y del Atl¨¦tico, ¨¦l se manifiesta 'del Bar?a' con sequedad.
Iniesta es el jugador con m¨¢s responsabilidad en su club. Lleva doce partidos en el medio centro del Barcelona B y alguna vez se ha entrenado con los grandes. Guardiola lo ve y dice que ya tiene sucesor: porque cuando le dan una pelota, cambia. Le¨®n sonr¨ªe: 'No conozco otro que se transforme tanto cuando recibe la pelota'.
Las condiciones f¨ªsicas de Iniesta son tan dif¨ªciles de apreciar como su temperamento. Su capacidad pulmonar es superior a la de sus compa?eros en el Bar?a B, algunos de 22 a?os. Y su semblante sombr¨ªo enga?a cuando tiene un bal¨®n en el pie. Entonces sufre una violenta metamorfosis. Se vuelve implacable con el adversario y posesivo con el propio equipo. Quiere controlarlo todo. No deja de pedir el bal¨®n y de moverse por todo el campo. Es hijo ¨²nico y sus padres todav¨ªa viven en Fuentealbilla, basti¨®n madridista de 2.000 almas a 50 kil¨®metros de Albacete. Localidad sometida a profundas contradicciones: la plaza es blanca pero el h¨¦roe juega en el Bar?a.
Jos¨¦ Antonio, el padre de Iniesta, es alba?il de profesi¨®n y su pasi¨®n es el f¨²tbol: 'Es muy dif¨ªcil conocer a este cr¨ªo. Eso s¨ª: te da siempre una sensaci¨®n buen¨ªsima, es educado, respetuoso, le gusta estar en casa y tiene muy pocos amigos porque los elige con mucho cuidado. As¨ª confunde al rival. Porque parece d¨¦bil pero por dentro tiene un instinto ganador. Si para ganar tiene que negarle el agua al rival, se la niega. El hecho es que se hace respetar y no s¨¦ c¨®mo. Tiene algo. Algo que le hace ser un l¨ªder sin decir nada. S¨®lo se pasa pidiendo la pelota en el campo'.
Adem¨¢s del pase, el dribling y la visi¨®n perfecta, Iniesta posee un agudo sentido del ritmo, propio de los centrocampistas naturales. Durante el primer partido de la temporada con el cadete azulgrana, frente al Villarreal, hizo una demostraci¨®n de dosificaci¨®n que puso los pelos de punta a V¨ªctor Mu?oz, t¨¦cnico del Villarreal y espectador ocasional. A los 90 minutos de juego recorri¨® el campo en carrera y solo ante el portero tir¨® fuera un gol que su equipo daba por hecho. Indignado, a los 93 repiti¨® la operaci¨®n. Hab¨ªa corrido durante todo el encuentro y su segundo slalon de 70 metros result¨® desconcertante para el resto de los jugadores. Se plant¨® ante la porter¨ªa rival y meti¨® el gol que le dio la victoria al Bar?a. Seg¨²n su padre, luego cay¨® al suelo, l¨ªvido. Ahogado. Lo tuvieron que atender los m¨¦dicos. 'Es un jugador descomunal por su manejo de los tiempos, por su visi¨®n del juego y su pase', comenta V¨ªctor Mu?oz, 'pero quiz¨¢ sea perjudicial para ¨¦l repetir que ha hecho cosas heroicas. Yo, personalmente, no me acuerdo de esa jugada espectacular de la que habla su padre'.
'?Tened cuidado con quien se os acerca! ?Abrid bien los ojos! ?Ahora todos dir¨¢n que son vuestros amigos pero desconfiad!' les advierte Santisteban, mientras los tres imberbes le miran sonrientes y recelosos. Ser el futuro del f¨²tbol espa?ol parece un asunto tremebundo.
Han pasado meses desde que Diego Le¨®n se filtr¨® entre los dos centrales del Las Rozas. Ahora est¨¢ en Inglaterra y cuando regrese, a principios de junio en el colegio le har¨¢n preguntas sobre asuntos como la l¨®gica de enunciados. Para eso se llev¨® los libros, para repasar entre partido y partido. Y como todos sus compa?eros, est¨¢ apoyado por un profesor que forma parte del cuerpo ¨ªntimo de la expedici¨®n: Jorge Vilches, del Ramiro de Maeztu. 'Un profesor y un asesor espiritual', dicen sus pupilos.
'De estos chicos vive mucha gente y es l¨®gico que se les vea presionados', asegura Vilches; 'sobre ellos pesan m¨¢s los intereses econ¨®micos que los intereses humanos pero ya empiezan a ser responsables de s¨ª mismos. Son autoexigentes. Se piden m¨¢s y m¨¢s pero lo hacen porque quieren'.
Lejos de sus familias desde los 12 a?os, alojados en residencias especiales, respetando un horario y una dieta estricta, los tres chicos parecen gente muy profesional. A las diez de la noche van encamin¨¢ndose a la cama. Apagan sus tel¨¦fonos m¨®viles. Y duermen el sue?o pesado de los responsables. 'Pero no sufrimos', aclara Le¨®n. 'Esto nos gusta mucho'.
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