Cadena perpetua por matar a 4 ni?as
Un miembro del Ku-Klux-Klan, condenado 37 a?os despu¨¦s por un atentado contra una iglesia de Alabama
A la portavoz del jurado se le quebr¨® la voz cuando, tras dos horas y media de deliberaciones, ley¨® el veredicto que declara culpable a Thomas Blanton -un miembro del Ku-Klux-Klan, de 62 a?os de edad- del atentado con dinamita que en 1963 destruy¨® una iglesia de Birmingham (Alabama) y mat¨® a cuatro ni?as negras. A muchos en EE UU, dentro y fuera del tribunal, tambi¨¦n se les hizo un nudo en la garganta. Como en una pel¨ªcula de Hollywood, el jurado, formado por ocho blancos y cuatro negros, hizo justicia casi cuarenta a?os despu¨¦s de la matanza. Blanton, condenado a cuatro penas de cadena perpetua por otros tantos asesinatos en primer grado, pasar¨¢ el resto de sus d¨ªas entre rejas y EE UU podr¨¢ comenzar a cicatrizar una de las m¨¢s horribles heridas de la lucha por los derechos civiles de las minor¨ªas raciales en los a?os sesenta.
Nadie puede devolver la vida a las cuatro ni?as que el 15 de septiembre de 1963 murieron en la iglesia baptista de la Calle 16 de Birmingham. Pero Danny Ramsom, de 49 a?os, compa?era de clase entonces de Denise McNair, la v¨ªctima m¨¢s joven, declar¨® el martes: 'Esta ciudad y este pa¨ªs son mejores tras esta sentencia'. La justicia ha sido lenta, pero ha llegado.
J. Edgar Hoover se estar¨¢ revolviendo en su tumba. Fue el muy conservador, muy tramposo y muy eficaz jefe hist¨®rico del FBI el que en los a?os sesenta se opuso a que sus agentes y la fiscal¨ªa persiguieran al grupo del Ku-Klux-Klan sospechoso de haber colocado la dinamita que revent¨® la iglesia de Birmingham. Aseguraba que las pruebas eran 'circunstanciales'. Pero uno de sus agentes, apoyado por grupos de derechos civiles y una nueva generaci¨®n de fiscales, sigui¨® adelante con el caso. En 1977 ya consiguieron la condena a cadena perpetua de Robert Dynamite Bob Chambliss, que muri¨® en prisi¨®n en 1985. No satisfechos, fueron a por el resto de la banda. Uno de sus componentes, Herman Cash, muri¨® sin haber sido procesado; otro, Blanton, comenz¨® ayer a cumplir condena.
La noticia no hizo feliz a todo el mundo. Voces an¨®nimas se expresaron en las emisoras locales de radio de Birmingham denunciando que Blanton ha sido 'v¨ªctima de lo pol¨ªticamente correcto', un 'chivo expiatorio' en una 'venganza retardada de negros, jud¨ªos y blancos liberales'. Y es que estamos hablando de Alabama, un Estado famoso por su pobreza, su violencia y su racismo. Blanton, por supuesto, tambi¨¦n discrep¨® del veredicto de culpabilidad. Proclam¨® su inocencia y dijo: 'El Se?or emitir¨¢ una sentencia m¨¢s justa el d¨ªa del juicio final'. Nunca ha cabido la menor duda de que fue un grupo del Ku-Klux-Klan el que coloc¨® la dinamita en la iglesia de Birmingham. Y desde el principio se sospech¨® que Dynamite Bob, Cash y Blanton fueron los autores materiales del crimen. Los tipos eran tan arrogantes que hasta se pavoneaban ante amigos y familiares.
En su argumento final ante el jurado, el fiscal Doug Jones volvi¨® a reproducir la cinta que incrimina a Blanton. Es una conversaci¨®n sostenida por el militante del Ku-Klux-Klan con su esposa, en la que confiesa, sin el menor remordimiento, que ¨¦l coloc¨® la bomba en la iglesia. Fue grabada en 1964, con mandamiento judicial y por agentes del FBI, pero Hoover la consider¨® entonces una prueba insuficiente. De esa misma opini¨®n fue durante los 16 d¨ªas que dur¨® el juicio John Robbins, el abogado de Blanton. La cinta, afirm¨®, 's¨®lo prueba que Blanton era un racista, un segregacionista y un mal hombre'.
Denise McNair, Carole Robertson, Cynthia Wesley y Addie Mae Collins ten¨ªan entre 11 y 14 a?os el 15 de septiembre de 1963. Estaban en el s¨®tano de la iglesia baptista, preparando un pr¨®ximo servicio religioso, cuando se produjo la explosi¨®n que seg¨® sus vidas. La conmoci¨®n nacional e internacional fue enorme. Primero John F. Kennedy y luego su sucesor, Lyndon B. Johnson, instaron a Hoover a detener y procesar con rapidez a los autores del atentado. Pero el jefe del FBI, m¨¢s preocupado por cazar comunistas y drogadictos, arrastr¨® los pies. La iron¨ªa es que fue uno de sus agentes en Birmingham, Rob Langford, hoy jubilado, el que nunca quiso cerrar el caso. Su tenacidad consigui¨® desclasificar 9.000 grabaciones y documentos del FBI que jam¨¢s hab¨ªan sido exhibidos en un tribunal. Al final hubo justicia en Birmingham. Pero antes de que emitiera su veredicto, el fiscal Doug Jones tambi¨¦n mostr¨® al jurado fotos de las cuatro v¨ªctimas. En la suya, Denise McNair abrazaba un osito de peluche.
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