La gallina
Almer¨ªa no tiene mucha suerte con las gallinas de los huevos de oro. Unas veces la cosa se acaba por culpa de las gallinas, otras veces por culpa de Almer¨ªa, y otras veces porque no hay m¨¢s huevos, como ocurri¨® con las minas, que fueron explotadas hasta que no hubo m¨¢s remedio que abandonarlas. De aquella ¨¦poca industrial s¨®lo queda el vientre abierto de algunas monta?as y un hermoso cargadero de mineral que se adentra, ya in¨²tilmente, en el mar. Algo parecido sucedi¨® con las productoras americanas, que rodaron pel¨ªculas en Tabernas sin que nadie aprovechara aquello para crear infraestructuras cinematogr¨¢ficas estables. Y con el turismo, tres cuartos de lo mismo; los horrores urban¨ªsticos de El Zapillo, el barrio costero de Almer¨ªa, son la secuela de su aprovechamiento avaro y sin perspectiva.
Hoy la gallina se cultiva bajo el pl¨¢stico de los invernaderos, y el a?o puso en los Estados Unidos ocho millones de kilos de hortalizas. Otra vez el peligro de su extinci¨®n viene de una explotaci¨®n ciega y avariciosa que agota los recursos naturales y provoca conflictos sociales. No ser¨ªa la primera vez que la producci¨®n peligra por falta de agua y que las exportaciones se ven amenazadas por un boicot de los clientes a causa de los conocidos conflictos sociales. Para prevenirlos y evitar que se da?e la imagen de Almer¨ªa pueden adoptarse dos posturas: la de los listos y la de los tontos. La de los listos consiste en reconocer cuanto antes que en Almer¨ªa existe, como en el resto de Espa?a, un problema de racismo, que es la traducci¨®n de un problema econ¨®mico y laboral, y en aplicarse a la soluci¨®n de ambos con contratos dignos y programas de integraci¨®n y educaci¨®n social. Todo esto costar¨ªa dinero a los agricultores y a los ayuntamientos, pero ser¨ªa un modo de garantizar larga vida a la gallina.
La otra actitud, la de los tontos, es precisamente la que han elegido los pol¨ªticos m¨¢s reaccionarios de la provincia y alg¨²n gacetillero local con faltas de ortograf¨ªa, creyendo que as¨ª defienden los intereses econ¨®micos de Almer¨ªa. Ver¨¢n, la cosa no es muy sofisticada: consiste b¨¢sicamente en cerrar los ojos, en ignorar los problemas, y en atribuir la propagaci¨®n de lo que seg¨²n ellos no existe a una conspiraci¨®n externa que pretende arruinar la prosperidad de la provincia. Cuando algunos almerienses como Mercedes Garc¨ªa Fornieles, presidenta de la Federaci¨®n de Mujeres Progresistas de El Ejido, conceden alguna entrevista al peri¨®dico La Vanguardia y se?alan con el dedo la terca realidad, los guardianes de las esencias almerienses se lanzan como lobos a por ellos y se comen sus dedos acusadores.
?Saben ustedes qu¨¦ dicen? Dicen que las personas como Garc¨ªa Fornieles, que siempre est¨¢n tocando los huevos de las gallinas, son a la provincia de Almer¨ªa lo que los participantes en la kale borroka al Pa¨ªs Vasco. Ni m¨¢s ni menos. Pero lo que recuerda el discurso fascista del nacionalismo son las palabras de estos victimistas almerienses de nuevo cu?o y su desvergonzada conversi¨®n de las verdaderas v¨ªctimas en verdugos. Son ellos quienes acabar¨¢n esta vez con la gallina.
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