Un disidente de ida y vuelta
El diputado que ha finiquitado una de las guasas con las que Pedro Pacheco saludaba desde la tribuna de la C¨¢mara andaluza en los ¨²ltimos tiempos -despu¨¦s de un proceso de reflexi¨®n en el grupo mixto hemos llegado el acuerdo, ironizaba a veces el alcalde de Jerez y ¨²nico parlamentario del citado grupo- est¨¢ acostumbrado a entrar y salir del Partido Andalucista, igual que el propio Pacheco, al que le une un profundo v¨ªnculo afectivo donde a veces triunfa el amor y a veces el odio.
En realidad, Ricardo Chamorro Rodr¨ªguez, de 43 a?os, casado, dos hijos, siempre acaba perdonando los desplantes de su valedor jerezano e, incluso cuando parec¨ªa que se hab¨ªa sacudido su paraguas para labrarse una trayectoria pol¨ªtica al margen del pachequismo, ha sorprendido con una decisi¨®n -darse de baja como militante andalucista- que vuelve a colocarle, codo a codo, junto Pedro Pacheco. Al menos, literalmente: compartir¨¢n el grupo mixto.
Chamorro tiene la sensaci¨®n de estar protagonizando de nuevo una historia que ya vivi¨®. Cuando los andalucistas se desgajaron tras un duelo fraticida entre Pacheco y Alejandro Rojas-Marcos, se fue al Partido Andaluz de Progreso (PAP), impulsado por el alcalde de Jerez. Ahora, tras la decisi¨®n de la direcci¨®n del PA de disolver la agrupaci¨®n jerezana, el parlamentario ha puesto pie en pared y ha cortado con una ejecutiva que, seg¨²n sus afines, le evidenciaba continuamente su desconfianza sis¨¢ndole medios y cort¨¢ndole las alas. En cierta medida, se hart¨® de ser el disidente de una direcci¨®n monol¨ªtica, donde las discrepancias han aflorado en escenarios impensables en cualquier otra organizaci¨®n pol¨ªtica. Desde la tribuna de la C¨¢mara andaluza, Chamorro ha llegado a defender como representante andalucista una postura contraria a la del grupo y, a la hora de votar, romper el criterio unitario.
En los c¨ªrculos cercanos ha confesado en m¨¢s de una ocasi¨®n que ten¨ªa tentaciones de abandonar la pol¨ªtica para reincorporarse a su trabajo como director de la biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Educaci¨®n de la Universidad de C¨¢diz -algo que su mujer festejar¨ªa por todo lo alto-, pero Chamorro est¨¢ acostumbrado a bregar con la adversidad desde cr¨ªo. Naci¨® en una familia numerosa de 13 hermanos -su padre, militar, se cas¨® en Vejer de la Frontera (C¨¢diz)- y, junto a su hermano Alberto, pas¨® buena parte de su infancia en internados. El fallecimiento de Alberto le asest¨® un golpe dur¨ªsimo hace un par de a?os, coincidiendo con las negociaciones que dirig¨ªa como secretario provincial del PA para pactar el gobierno en la Diputaci¨®n de C¨¢diz junto al PSOE. A¨²n hoy le menciona a menudo.
De Chamorro destacan la lealtad -que tal vez explique su debilidad hacia Pacheco-, su cercan¨ªa y su laboriosidad. Quienes le tienen en poca estima no dudan de su bonhom¨ªa, pero le ven con poco fuste y muy manejable. Una 'pompa vana', que dicen en Vejer de la Frontera, su localidad natal y donde presidi¨® el ayuntamiento entre 1991 y 1995. Como alcalde de un gobierno en minor¨ªa, que tuvo que pactar con el CDS a partir del segundo a?o, Chamorro vivi¨® un mandato muy complicado, marcado por los chismorreos (tambi¨¦n personales), los panfletos y la inestabilidad. ?l, pese a todo con humor para disfrazarse de fantasma o moro pa¨ªsa vendedor de baratijas -le apasionan los Carnavales hasta el extremo de haber pertenecido a agrupaciones gaditanas-, sigui¨® adelante confiando en salir airoso en su siguiente cita con las urnas, ya como candidato de PAP.
No logr¨® mantener la alcald¨ªa y permaneci¨® un a?o en la oposici¨®n hasta que el PA, de nuevo unido, le propuso como delegado provincial de Turismo y Deportes. En esos cuatro a?os, que compatibiliz¨® con la secretar¨ªa provincial del PA, una tarea bastante ingrata en una provincia atomizada en feudos municipales (Algeciras, San Fernando y Jerez), dej¨® un buen recuerdo entre los hosteleros, que le homenajearon cuando abandon¨® el cargo para entrar en la C¨¢mara andaluza.
A pesar de las idas y venidas por el PA, no deja de resultar llamativo que opte casi por la autoexpulsi¨®n alguien con 24 a?os de afiliaci¨®n (interrumpidos) a cuestas y que milita en la cofrad¨ªa de los devotos de Blas Infante, al que relee con fruici¨®n y venera de modo emotivo, como demostr¨® durante su visita a la casa de Coria del R¨ªo, cuando pidi¨® que le sacaran de la urna la bandera andaluza para tocarla.
Vive volcado por completo en la pol¨ªtica, pero en sus ratos de ocio disfruta paseando en bicicleta o caminando por la playa en Chiclana, donde reside. ?ltimamente se relaja con la jardiner¨ªa y, cuando viaja, desconecta escuchando La Vieja Trova Santiaguera o Joan Manuel Serrat. Y es impulsivo y arrebatado, como prueba el d¨ªa que se baj¨® del coche, siendo delegado de Turismo, para agarrar el meg¨¢fono de los profesores interinos que se concentraban en se?al de protesta. No iba con ¨¦l, pero se baj¨® del coche para decir que estaba con ellos.
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