Bilis y raz¨®n
Fue referirse el Jefe del Estado al castellano como lengua nunca impuesta y de encuentro, con m¨¢s o menos imprecisi¨®n, y a las sensibilidades pol¨ªticas y sociales perif¨¦ricas se les iz¨® la sangre y les segreg¨® bilis el h¨ªgado. Aqu¨ª, en el Pa¨ªs Valenciano tambi¨¦n, porque, si decimos las cosas como son, no estamos exentos de una peculiar conflictividad ling¨¹¨ªstica a medio tiro entre el farise¨ªsmo y el folclore localista. Lo curioso del caso es que, cuando salta el tema del castellano como imposici¨®n o como encuentro, todas las secuencias de la pel¨ªcula son en blanco y negro; una pel¨ªcula de agresores externos y de agredidos aut¨®ctonos y perif¨¦ricos. Pero los conflictos de lenguas no son tan simples: suelen tener una extraordinaria complejidad y se han de tratar con cuidado.
Con cuidado y serenidad se hizo en tres magn¨ªficos an¨¢lisis que deber¨ªan tener a mano aquellos a quienes se les revuelven las v¨ªsceras con estos temas. El primero, El catal¨¢n: un vaso de agua clara, lo escribi¨® el dramaturgo del teatro po¨¦tico imperial Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n; es un escrito equilibrado y razonado que se public¨® en el peri¨®dico de los Luca de Tena en febrero de 1970. El segundo, Resurgir o fenecer de la Lengua Gallega, de X. Cambre Mari?o, apareci¨® en las paginas de Cuadernos para el Di¨¢logo en mayo de 1972. El tercero, ?Heuskara, jaldi adi kampora (Lengua Vasca sal afuera), de Carlos Santamaria Ansa vio la luz en estas p¨¢gina de EL PA?S en febrero de 1977, a los pocos meses de que este peri¨®dico iniciara su periplo por los 25 a?os que ahora cumple.Serenamente, los tres escritores aluden a las imposiciones hist¨®ricas del 'hable usted en cristiano', como hubiesen podido citar las ¨®rdenes de arzobispos que mandaban castellanizar las graf¨ªas de los apellidos valencianos, o pragm¨¢ticas que actuaban de tal guisa en los papeles de la judicatura.
Sin embargo, y lo dejan escrito blanco sobre negro el escritor gallego y el vasco, que no el gaditano Pem¨¢n, no fueron los factores externos, las ¨®rdenes y pragm¨¢ticas, los depredadores principales de las lenguas de sus respectivos pueblos. En 1972 indicaba Cambre Mari?o: 'El pueblo trabajador de Galicia, tanto en las zonas rurales como las urbanas. hace denodados esfuerzos para hablar castellano, al menos 'castrapo', si se encuentran a un desconocido, aunque ¨¦ste les hable gallego. Pero el peor s¨ªntoma es la tendencia que tienen las clases trabajadoras a ense?arles a sus hijos a hablar castellano; si los peque?os tornan inconscientemente al gallego en el transcurso de la conversaci¨®n, sus padres no disimulan el enojo'. En 1977 nos dec¨ªa Santamar¨ªa Ansa: '...los mayores enemigos del euskera han estado siempre dentro del propio pueblo vasco. El vascuence ha sido en todo tiempo hist¨®rico una lengua proletaria, desestimada y menospreciada por las clases dirigentes y dominantes de la sociedad vasca, salvo honrosas excepciones'.
En ninguno de los tres escritos aparece el valenciano o los valencianos ni por casualidad. Y cuanto all¨ª se lee, tuvo y tiene, a lo peor, mucho que ver con el maltratado valenciano de los valencianos de ayer y de hoy. Aunque es mucho peor ese regodeo de las v¨ªsceras que provoca la injusticia hist¨®rica. Y la injusticia, como dej¨® plasmado en verso en 1964 en su libro en vasco Harri eta Herri (Piedra y pueblo) el poeta Aresti, 'no es pol¨ªglota/ e igual/ trata/ al castellano y al vascongado'.
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