El ¨²ltimo golpe de Ronald Biggs
Expectaci¨®n ante el retorno, organizado por un diario sensacionalista brit¨¢nico, del atracador del tren de Glasgow
Ronald Biggs, c¨¦lebre fugitivo ingl¨¦s y ¨²ltimo representante de la hornada de atracadores a la vieja usanza, mantiene a la justicia, al Gobierno y al p¨²blico brit¨¢nicos en vilo. Su planeado regreso a casa para saldar las cuentas del atraco, en 1963, al tren correo de Glasgow y de su huida, dos a?os despu¨¦s, de una c¨¢rcel de Londres divide a la poblaci¨®n, incomoda al Ejecutivo laborista y levanta la ira de la oposici¨®n conservadora. En el revuelo del debate, la hora aproximada de la anticipada entrega a la polic¨ªa brit¨¢nica del escurridizo delincuente segu¨ªa ayer en suspense.
En el ¨²ltimo golpe de Biggs colabora el diario sensacionalista The Sun. El tabloide ha fletado un avi¨®n privado, que deber¨ªa aterrizar en la ma?ana de hoy en alg¨²n aeropuerto pr¨®ximo a la capital brit¨¢nica, probablemente Heathrow. A bordo, el notorio fugitivo, de 71 a?os y salud fr¨¢gil, acompa?ado de su hijo Nicholas, de Bruce Reynolds -cabecilla del llamado 'gran robo del tren'- y de varios periodistas del rotativo de Rupert Murdoch. Anoche, Biggs lleg¨® al aeropuerto de R¨ªo de Janeiro en un minib¨²s con los distintivos de The Sun en la carrocer¨ªa, mientras el avi¨®n esperaba en la pista, informa France Presse.
Unos relacionan el aparente retraso del vuelo con la salud del pasajero estelar. La emoci¨®n de pisar suelo ingl¨¦s le ha devuelto 'el brillo a los ojos', seg¨²n confes¨® su hijo brasile?o, Michael, cuyo nacimiento, hace 29 a?os, le libr¨® permanentemente del riesgo de ser extraditado. Pero la expectativa de poner fin al exilio le ha dejado, al parecer, exhausto. Por ello, se?alan algunos informes no confirmados, las autoridades brasile?as quer¨ªan asegurarse de que Biggs estaba en condiciones de emprender un viaje largo y de que nadie le forzaba a abandonar el pa¨ªs donde ha vivido gran parte de sus 35 a?os como fugitivo de la justicia brit¨¢nica.
Otros, sin embargo, sospechan de una jugarreta de The Sun para asegurarse la exclusividad en la cobertura del acontecimiento. ?Qui¨¦n sabe si Biggs est¨¢ volando ahora mismo hacia Inglaterra a bordo de otro avi¨®n y el que reposa en R¨ªo no es m¨¢s que un ardid del tabloide para confundir a la competencia?, se cuestionaban ayer muchos.
Hace tiempo que Biggs fundi¨® su parte del bot¨ªn, unos 28 millones de pesetas de los aproximadamente 320 millones que la banda recogi¨® del tren. Y, seg¨²n dicen sus allegados, ha gastado sus ¨²ltimos ahorros en el equipo m¨¦dico que le ha tratado tres derrames y otros achaques de salud. Parcialmente paral¨ªtico y sin habla, quiere entregarse a la polic¨ªa brit¨¢nica y desea, dijo d¨ªas atr¨¢s, 'entrar como un ingl¨¦s a un pub de Margate y comprar una pinta de bitter'. A la mayor¨ªa de los brit¨¢nicos les gustar¨ªa negar a Biggs el paseo por la ciudad costera, el vaso de cerveza cl¨¢sica inglesa y, por encima de todo, los servicios gratuitos de los hospitales y m¨¦dicos de su pa¨ªs de origen.
El Gobierno laborista se ve con las manos atadas. Biggs ser¨¢ detenido en cuanto pise suelo ingl¨¦s y conducido posiblemente al hospital de una prisi¨®n. Superadas las formalidades, el ministro del Interior, Jack Straw, podr¨ªa permitir que muera lejos de las rejas por las mismas razones humanitarias que recientemente excarcelaron al criminal londinense Reggie Kray semanas antes de su muerte.
Pero, ante todo, el Ejecutivo de Tony Blair nada puede hacer para borrar el brillo de los ojos del viejo Biggs. Seg¨²n las estimaciones m¨¢s modestas, la exclusiva con The Sun garantiza el pago de 26,5 millones de pesetas, que, para burlar la letra del c¨®digo ¨¦tico de la prensa brit¨¢nica, no recibir¨¢ el fugitivo, sino su hijo brasile?o, Michael. Una espl¨¦ndida herencia con la que Ronald Biggs da su ¨²ltimo golpe.
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