Pol¨ªtica con escudo
Primera paradoja: mientras Bush anunciaba solemnemente en Washington su decisi¨®n de ir adelante con un programa de escudo antimisiles para proteger a EE UU, a sus amigos y aliados, de posibles ataques nucleares de estados incontrolados, la troika de la UE -el actual presidente del Consejo Europeo, el primer ministro sueco Personn; m¨ªster PESC, Solana, y el comisario Patten- llegaba a la capital de uno de estos supuestos rogue states para apoyar el di¨¢logo y la moderaci¨®n y entablar unas relaciones de nuevo cu?o con el cerrado r¨¦gimen de Pyongyang. Meses antes, algunos de los Quince hab¨ªan empezado a anunciar el establecimiento de relaciones diplom¨¢ticas con Corea del Norte. Pero esos eran otros tiempos. Ahora la actitud de Washington hacia Corea del Norte ha cambiado. La Administraci¨®n Bush ha abandonado la pol¨ªtica de Clinton de el sol que calienta, de acercamiento a Pyongyang , por otra de confrontaci¨®n que ha sembrado el desconcierto en toda Asia y, antes que ninguna otra parte, en Corea del Sur.
El programa antimisiles est¨¢ ya generando todo un debate antes de saber siquiera lo que va a ser -Bush poco ha aclarado- ni si va a funcionar. Pero hoy por hoy la pol¨ªtica del escudo vale m¨¢s que el escudo y su dudosa viabilidad tecnol¨®gica. Puede que el programa no acabe sirviendo para detener m¨ªsiles, pero lo que es indudable es que es imparable. No s¨®lo por ser una forma, muy cara, de subvencionar las industrias de tecnolog¨ªas punta, sino porque es un programa popular en el que la sociedad estadounidense (muy diferente de la europea, aunque s¨®lo sea por sus tasas de creyentes en Dios) mayoritariamente cree. Por eso Bush quiere una primera fase rudimentaria de defensa antimisiles activada para 2004, su a?o electoral.
Los sumisos europeos no quieren enfrentarse a esta Administraci¨®n reci¨¦n estrenada, y han resultado, en general, poco cr¨ªticos con el programa. Bush ha tenido la habilidad de consultar a los principales dirigentes europeos (entre los que no figura el espa?ol), a Putin, pero no a los chinos. Ha acompa?ado su propuesta de una promesa de marcada reducci¨®n, incluso unilateral, del arsenal estrat¨¦gico de EE UU, como pidi¨® el Gobierno rojiverde de Berl¨ªn. Adem¨¢s, los europeos creen que pueden beneficiarse de contratos en este programa, funcione o no, como ocurri¨® con la guerra de las galaxias. Pues en el fondo lo que todos temen, antes de que este programa funcione, es que tenga derivadas tecnol¨®gicas importantes. Para Bush no s¨®lo ha acabado la guerra fr¨ªa, sino, 12 a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, la posguerra fr¨ªa. Pese a que pueda resultar desestabilizador, no necesariamente va a provocar este programa una nueva carrera armamentista, sino que, como he se?alado en otra ocasi¨®n, ¨¦sta puede ser una carrera con un solo corredor, EE UU, para asegurarse la supremac¨ªa militar en el siglo que acaba de empezar, pues en la sociedad estadounidense y en sus dirigentes est¨¢ muy presente esta idea de su preeminencia y destino manifiesto, aunque el siglo pueda avanzar por otros derroteros, y las amenazas futuras ser bien diferentes. El escudo puede servir para la guerra que no fue. Mas, si funciona, servir¨¢ para delimitar geogr¨¢ficamente las fronteras del imperio.
Detr¨¢s de este programa hay no ya la defensa contra unos Estados incontrolados que nadie sabe qui¨¦nes ser¨¢n ni c¨®mo se comportar¨¢n en 10 o 15 a?os, sino una carrera por el espacio, en su dimensi¨®n civil y militar. Y aqu¨ª llega la segunda paradoja: mientras Bush hablaba en tierra, por encima de ¨¦l, un ricach¨®n estadounidense, Dennis Tito, el primer turista espacial, se mov¨ªa por el m¨®dulo ruso de la Estaci¨®n Internacional, un proyecto financiado por la NASA, la europea ESA, Jap¨®n y otros pa¨ªses que muestra lo que puede ser el siglo XXI si se opta por una cooperaci¨®n que no excluye la competencia, aunque s¨ª es incompatible con la enemistad. Y con China, de tanto decirlo, EE UU puede estar creando un enemigo donde no lo hab¨ªa.
aortega@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Tratado ABM
- Espacio a¨¦reo
- ISD
- PESD
- Escudo antimisiles
- Opini¨®n
- PESC
- Tratado nuclear
- Ej¨¦rcito aire
- Pol¨ªtica defensa
- Misiles
- Seguridad a¨¦rea
- Corea del Sur
- Corea del Norte
- Armas nucleares
- Fuerzas armadas
- Tratados desarme
- Estados Unidos
- Armamento
- Pol¨ªtica exterior
- Transporte a¨¦reo
- Uni¨®n Europea
- Defensa
- Organizaciones internacionales
- Transporte