Escaparates del casco viejo
Cada cual puede visualizar Bilbao a su forma y manera. En definitiva la imagen es una manera de ordenar sobre un soporte los elementos percibidos a trav¨¦s del sentido de la vista. Poco importa que sea un pincel, un lapicero o una c¨¢mara fotogr¨¢fica. Nuestra experiencia cultural clasifica lo que llega por los ojos al cerebro y construye una referencia simb¨®lica y constatable. Una apreciaci¨®n que nace de la observaci¨®n de un objeto o lugar para conformar un paisaje de fantas¨ªas que responde con mayor o menor brillantez al an¨¢lisis realizado. Este es el protocolo al que recurren mayormente los fot¨®grafos en sus manipulaciones creadoras. Los temas que pueden provocar el deseo de la toma son innumerables.
Un ejemplo de ello lo tenemos en la exposici¨®n que luce en el Museo Vasco hasta el d¨ªa San Juan. Bajo el t¨ªtulo Tratuak-Tratos se recupera la apariencia visual de numerosos comercios del Casco Viejo bilba¨ªno. Para ense?arlos han optado por mostrar sus fachadas y escaparates. Algunos planos generales, pero sobre todo detalles de su decoraci¨®n y algunos interiores. El origen de esta excelente idea surgi¨® de Teresa Herrero (Artzeniega, 1943). A su oferta inicial, tan solo con fotograf¨ªas, el Museo sum¨® distintos objetos y art¨ªculos que anta?o se empleaban o vend¨ªan en los comercios. Este a?adido, absolutamente conexionado con el tema, ha engrandecido la exposici¨®n. Y, aunque el peso especifico recaiga sobre las actuales fotograf¨ªas, nos permite comparar el pasado con el presente y extraer una idea clara de la evoluci¨®n que han sufrido las tiendas de las Siete calles con el transcurso de los a?os. Los trabajos fotogr¨¢ficos de Teresa siguen una trayectoria original que nunca pierden inter¨¦s, volviendo a ellos son capaces de abrir constantemente nuevos temas de reflexi¨®n.
Empiezan con Adentros, una serie donde descubre retazos olvidados de Bilbao. Provoca sentimientos encontrados, repudio y a la vez atracci¨®n, aunque son siempre sensaciones repletas de extra?a ternura. Estos trozos de ciudad, marcados por el tiempo y el olvido, son motivo de discursos melanc¨®licos en tardes de sirimiri. Luego vinieron Rastros del Mar. Esta vez los despojos que llegan a las playas hablan del ser humano, de las huellas que, de manera inconsciente, va dejando en su traves¨ªa por la vida. S¨ªmbolos ef¨ªmeros de miseria y de amor que la arena, o el tractor de la basura, se encarga de borrar pero la c¨¢mara los ha inmortalizado.
Ahora con Tratuak-Tratos cuenta de las relaciones humanas a trav¨¦s del intercambio dinero-mercanc¨ªa. El tendero y su cliente son objeto de reflexi¨®n en un mundo donde prima la compra y la venta. Pero sus fotograf¨ªas son tambi¨¦n un tratado de escaparatismo, los encuadres descubren las argucias del comerciante para atraer la mirada del viandante hacia sus productos. Esta autora se mueve en un curioso territorio de construcci¨®n de im¨¢genes. Plantea ideas, pensamientos complejos, que resuelve con fotos sencillas (hasta donde conozco, siempre en color). Sus encuadres no resultan especialmente formales, pero esta informalidad compositiva est¨¢ repleta de contenido incluso en sus formas por lo que adquiere un grado de atracci¨®n enorme. Son fotos de f¨¢cil lectura, incluso pueden pecar de ingenuidad, con temas y elementos que desfilan ante los ojos del ciudadano medio sin tomar excesiva cuenta, pero cuando el hilo argumental las va entrelazando surge una fuerza racional que aturulla. De esta manera ve y construye un mundo peculiar que quiere compartir con el espectador. Inevitablemente habla de sus recuerdos y centra su punto de inter¨¦s en aspectos muy precisos. As¨ª, surge un universo donde conviven boinas con pasteles, tabernas con joyer¨ªas o tatuajes con batas m¨¦dicas, en una curiosa y animada colecci¨®n de escaparates.
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