Los 'bobos', la nueva clase dirigente
Algo m¨¢s sobre los bobos, este nuevo especimen de la clase dirigente que dice estar de vuelta de los gustos burgueses convencionales y busca sensaciones nuevas, y tambi¨¦n m¨¢s elitistas. En el dec¨¢logo del bobo aparece el no caer en el vicio del chismorreo, ni en el de dropping names.
Nada hay de peor gusto que aquello de decir:
-S¨ª, con Octavio...
-?Qu¨¦ Octavio?
-Paz (cuando el gran escritor a¨²n estaba vivo).
O bien:
-S¨ª, con Michael...
-?Qu¨¦ Michael?
-Douglas.
En fin, que si a uno le parece imprescindible -por vanidad o estrategia- el hacer ver que se frecuenta a los sabios o famosos, entonces la falsa naturalidad ha de ir un poco m¨¢s all¨¢, con una an¨¦cdota cotidiana y con nombres y apellidos. Por ejemplo:
Tiene casa en Venecia o en el Luberon y considera el trabajo como placer al que dedicarse a tiempo lleno: el 'bobo' es el nuevo burgu¨¦s que reh¨²ye el gusto com¨²n
-Esta receta me la dio Michel Piccoli, mira qu¨¦ buena ha salido.
Es la ¨²nica manera de no parecer tonto, pretencioso o trepador.
Otro punto del dec¨¢logo es conseguir no salir en s¨¢bado por la noche, salvo en caso de aut¨¦ntica necesidad. Si no hay m¨¢s remedio, entonces lo que se tercia es una cena con amigos, entre viaje y viaje. Aunque para David Brooks, el autor de Bobos en el para¨ªso, el bobo tiene una visi¨®n utilitaria del placer: la juerga como se entend¨ªa antes, con borrachera y abandono, est¨¢ absolutamente mal vista. En lugar de caer redondos por el alcohol o las drogas, algo t¨ªpico de los a?os sesenta y setenta, ahora el bobo se dedica a repartir tarjetas.Y como para ¨¦ste el trabajo no es una carga, sino un inteligente desaf¨ªo, el ocio ya no consiste en liberarse de ¨¦l durante el fin de semana. Las fiestas se han convertido en fiestas de trabajo con una o dos copas de vino blanco, a lo sumo, y en las que se conecta y se charla amistosamente con gente que nos ayudar¨¢ en nuestra carrera.
?Ad¨®nde viaja el bobo? En este tema, el bobo es el especimen perfecto del viajero esnob, aquel que siempre ha ido a los lugares m¨¢s remotos y nunca en las fechas de obligadas vacaciones. Se impone cortar el fr¨ªo del invierno en Belice y si uno no sufre de fr¨ªo, como ocurre en nuestra Catalu?a natal, entonces m¨¢s vale no ir al Empord¨¤, sino a Cadaqu¨¦s, a Mallorca o al Maestrazgo. A Italia el aut¨¦ntico bobo va una vez al a?o, como los rom¨¢nticos. La mayor¨ªa de los bobos europeos -no los norteamericanos que describe David Brooks- tienen una casa en Venecia (que vista de cerca no es cursi), o si no en Normand¨ªa o en la Provenza, por Apt, en el Luberon, el ¨²ltimo reducto de los ricos sofisticados.
El dec¨¢logo del bobo en lo que a ocio se refiere incluye gimnasios y museos, las aut¨¦nticas capillas y catedrales de nuestra era. Para quien acaba por hacer que todo rinda, nada como el cultivo del cuerpo o bien del alma. 'Serio': he aqu¨ª el mayor cumplido que los bobos otorgan a sus actividades de ocio, dice Brooks. El riesgo estriba en que acaban por no divertirse, sino por juzgar qui¨¦n lo hace mejor, tanto si se trata de una simple caminata por el campo o de una t¨¦cnica de meditaci¨®n trascendental como de reconocer algunos nombres presentes en la Tate Modern, el nuevo templo del arte contempor¨¢neo.
El bobo, no deber¨ªamos equivocarnos, no es sin¨®nimo de pijo, un t¨¦rmino acu?ado en los a?os sesenta, cuando la escena mostraba grandes y profundas diferencias sociales. El bobo es un producto del capitalismo avanzado en el que la rebeli¨®n contra el mal gusto y las normas establecidas se ha integrado ya en amplias capas de la sociedad. El bobo es, en definitiva, el burgu¨¦s moderno, que anta?o s¨®lo se localizaba en Par¨ªs y en Viena y ahora se manifiesta en todo Occidente. Seguiremos.
Victoria Combal¨ªa es cr¨ªtica de arte.
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