Los conservadores brit¨¢nicos atacan a Blair con una defensa numantina de la libra frente al euro
La ¨²ltima sesi¨®n de control en los Comunes se convierte en el primer gran debate electoral
En la oposici¨®n al euro, William Hague dispone de un argumento popular con el que intent¨® ayer acorralar al primer ministro en su comparecencia semanal en el Parlamento de Westminster. Cerca del 75% de los brit¨¢nicos rechaza la moneda ¨²nica a la vez que el mensaje de los candidatos tories durante la campa?a -que oficialmente no comienza hasta el pr¨®ximo lunes- advertir¨¢ de que un voto al laborismo conducir¨¢ a la abolici¨®n de la libra esterlina. 'Responda claro y directo y admita que qiere liquidar la libra lo antes posible', le espet¨® Hague en la sesi¨®n de control.
La moneda ¨²nica y el resto de las cuestiones relacionadas con el proyecto de integraci¨®n europea dividen al conservadurismo, y fueron una de las causas de la ca¨ªda de Margaret Thatcher y de la humillante derrrota de John Major en las elecciones de 1997.
Su sucesor acept¨® un compromiso para preservar la unidad del partido, que abre un flanco d¨¦bil para sus rivales. Los conservadores se oponen por principio al euro, pero, seg¨²n critic¨® Blair en los Comunes, 's¨®lo por cinco a?os'. 'Nosotros ofrecemos al electorado la posibilidad de decidir. No queremos quedar aislados y marginados de la Uni¨®n Europea', record¨®. Si las proyecciones de los sondeos se confirman, Blair renovar¨¢ el pr¨®ximo 7 de junio su mandato con una ¨¢mplia mayor¨ªa y podr¨¢ convocar el refer¨¦ndum sobre la moneda ¨²nica que Gordon Brown, ministro de Finanzas, ha prometido.
El primer ministro se mantuvo fiel al gui¨®n oficial respecto al euro y record¨® que el visto bueno a su adopci¨®n se dar¨¢ teniendo en cuenta los intereses econ¨®micos del Reino Unido. Y, pese a la presi¨®n del l¨ªder conservador, se abstuvo ayer de poner una fecha a la pol¨¦mica consulta popular. No repiti¨® las indicaciones que dio meses atr¨¢s, cuando se?al¨® en el Parlamento que el refer¨¦ndum se podr¨ªa convocar a los dos a?os de una segunda legislatura laborista. El candidato laborista no quiere centrar la campa?a en una cuesti¨®n tan impopular, y antepuso la buena situaci¨®n econ¨®mica como gancho para atraerse el voto de los brit¨¢nicos.
Liberal-dem¨®cratas
La tercera fuerza pol¨ªtica, los liberal-dem¨®cratas, que se presentan a la elecciones con un nuevo l¨ªder, Charles Kennedy, afrontan una batalla con pocas probabilidades de ¨¦xito. Defienden 46 esca?os, un r¨¦cord desde 1920, que lograron hace cuatro a?os en una combinaci¨®n espont¨¢nea de voto t¨¢ctico de la poblaci¨®n contra los conservadores.
El sistema electoral mayoritario favorece la alternancia en el poder de los dos principales partidos, independientemente del n¨²mero de votos. Incluso el aumento de diputados liberal-dem¨®cratas no vino acompa?ado de un aumento de la participaci¨®n. Cuatro a?os m¨¢s tarde, Kennedy conf¨ªa en preservar la posici¨®n del partido con el apoyo de los defraudados del laborismo y los que siguen sin confiar en la capacidad de gobernar de los tories.
Europa, econom¨ªa, inmigraci¨®n y servicios p¨²blicos se adelantan ya entre los grandes temas que dominar¨¢n el debate en las pr¨®ximas semanas. No hay mucha distancia en las posiciones de los tres partidos, salvo en la cuesti¨®n europea y la fiscalidad, aunque los detalles de sus respectivos programas se dar¨¢n a conocer el lunes.
En esta ocasi¨®n, la campa?a tomar¨¢ una variante particular dada la transformaci¨®n del mapa pol¨ªtico del Reino Unido con el nacimiento, hace dos a?os, de los gobiernos aut¨®nomos de Gales y Escocia. Ambos territorios siguen enviando diputados a Westminster pero el traspaso de competencias obligar¨¢ a un cambio de ¨¦nfasis en el programa al norte y oeste de la frontera inglesa. Para los conservadores, que perdieron todos los esca?os en 1997, se abre la oportunidad de recuperar terreno mientras que laboristas y liberal-dem¨®cratas, que gobiernan en coalici¨®n en ambas regi¨®nes aut¨®nomas, podr¨ªan acusar la apat¨ªa que se detecta entre los votantes ingleses.
Mientras, en Irlanda del Norte se anticipa una ca¨ªda de la principal fuerza pol¨ªtica, el Partido Unionista del Ulster (UUP) que dirige David Trimble, y controla 9 de los 18 diputados norirlandeses. Su amenaza de dimisi¨®n como primer ministro si no hay avances en el desarme del IRA, anunciada el pasado martes, parece una estrategia para evitar la hemorragia de votos hacia sus principales rivales, como el Unionista Democr¨¢tico, opuesto al proceso de paz.
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