De palique con Pilar
S¨®lo porque tuvo el desliz de conversar amablemente conmigo, a Pilar Rahola le han ca¨ªdo encima los afganos y la han lapidado como a una ad¨²ltera, ?a ella, que a¨²n la turba el rubor de las reci¨¦n casadas! Pero no me extra?a. A pesar de un extendido narcisismo, hay m¨¢s intolerancia en las huestes nacionalistas que en las no nacionalistas (volver¨¦ sobre ello), y es l¨®gico. Ellos luchan por una Causa, y nosotros para que ninguna Causa se cargue la vida en com¨²n, o lo que antes se llamaba 'urbanidad', aquella virtud de la gente acostumbrada a vivir en ciudades, donde todo es un poco m¨¢s dif¨ªcil que en la huerta y la granja.
Perdonen que hable de mi humilde persona, pero yo convivo la mar de bien con Pere Esteve, con Carod Rovira, con Oriol Bohigas, con Rubert de Vent¨®s, qu¨¦ s¨¦ yo, incluso con Joan B. Culla i Clar¨¤, por mucho que difiramos, y diferimos que es un placer. Puedo pensar que m¨¢s pesa en ellos la est¨¦tica que la pol¨ªtica, pero son obras maestras del paisaje dom¨¦stico y les tengo cari?o. Y no quiero que cambien, porque dan variedad a la tediosa gerencia pol¨ªtica. Por el contrario, ciertos nacionalistas (desde luego, ninguno de los antes citados, que es gente de seso) me querr¨ªan ver desaparecido como un chileno. Necesitan odiar a alguien para mantener vivo el fuego del hogar patrio, lo que da una idea del fr¨ªo que est¨¢n pasando.
'A los no nacionalistas nos parece normal no sentirnos ni espa?oles ni catalanes, al tiempo que ejercemos de espa?oles y de catalanes, sobre todo, pagando impuestos'
Creo no enga?arme si interpreto la exasperaci¨®n sectaria como una herencia de la tradici¨®n espa?ola, la cual combati¨® con sa?a el individualismo, el liberalismo, la democracia y cuantos inventos pol¨ªticos modernos trataron de establecer modelos m¨¢s complejos que los feudales y teocr¨¢ticos. Tambi¨¦n el carlismo vasco y catal¨¢n, de donde derivan los sabinianos vascos y los admiradores de Heribert Barrera, fue una reacci¨®n espasm¨®dica contra la modernizaci¨®n. Trajo un invento estupendo, la guerrilla, que tanto fascinaba a Marx, pero, dej¨¦monos de historias, quer¨ªan al Papa de ministro de la Gobernaci¨®n, lo que habr¨ªa tra¨ªdo alg¨²n problema de vestuario. As¨ª tambi¨¦n, el sistema clientelar del feudalismo sigue estructurando algunas sociedades mediterr¨¢neas, como la siciliana o la catalana, con gran ¨¦xito de p¨²blico porque se siente protegido por un Padre.
Estas peculiaridades no tienen la menor importancia mientras no se envenenen con el resentimiento homicida que ha dado car¨¢cter indeleble a la historia de Espa?a. Las cosas est¨¢n as¨ª, y tanto los unos como los otros hemos de acomodarnos, aguantar los codazos, y tratar de respirar en los aprietos. Tambi¨¦n, claro, podr¨ªamos largarnos a Burgos, que es lo que nos exigen las turbas. Pero, de momento, no parece necesario. Sin embargo, hay un elemento pelmazo en los improperios que ha recibido Pilar Rahola en su e-mail. En ellos se me tilda de 'espa?olista', una acusaci¨®n frecuente que muchos como yo (y somos m¨¢s de los que se imaginan) escuchamos habitualmente. Lo mejor es no darse por enterado, ya que esconde un ¨¢nimo vejatorio que s¨®lo lo es para quien lo esgrime. Distingamos entre espa?ol y espa?olista. Por ser espa?ol, lo es, bien a su pesar, hasta Arnaldo Otegi, el pobre, de modo que da lo mismo. Otra cosa es ser espa?olista, como Tejero o Norma Duval, lo cual, en efecto, nos pondr¨ªa en igualdad de condiciones con los sectarios. Pero no hay tal. Una cosa es ser catal¨¢n, espa?ol, ambas cosas o ninguna. Y otra empe?arse en aumentar la musculatura de las naciones, grandes o peque?as, lo cual significa imponer la prioridad del Pueblo Hist¨®rico sobre el ciudadano concreto. Esa s¨ª es una diferencia que muchos nacionalistas no quieren reconocer, y por eso nos acusan de ser como ellos, o sea, igualmente colectivistas, sentimentales, historicistas y simb¨®licos. Ya les gustar¨ªa. Pero no.
Se puede ser no comunista sin babear por George Bush, ni mucho menos raparse a lo nazi. A los no nacionalistas nos parece normal no sentirnos ni espa?oles, ni catalanes, ni siquiera europeos, al tiempo que ejercemos de espa?oles, de catalanes y de europeos, sobre todo, pagando impuestos. Porque una cosa es la adscripci¨®n administrativa y otra el convencimiento ¨ªntimo y sentimental de que las naciones necesitan m¨¢s m¨²sculo, la bandera m¨¢s vuelo, la lengua m¨¢s legislaci¨®n, el himno m¨¢s ¨®rgano, los j¨®venes m¨¢s alpinismo y la clase dirigente m¨¢s privilegios locales. Una de las escasas ventajas de la Uni¨®n Europea es que, en ella, alg¨²n d¨ªa desaparecer¨¢n las naciones homicidas que la han inventado.
Hay, de todos modos, una medida profil¨¢ctica que recomiendo a quienes se topen con alg¨²n inquisidor que les acuse de espa?olismo. Comi¨¦ncese primero por un an¨¢lisis comparativo de ambas declaraciones de Hacienda. Vean qui¨¦n ha cobrado m¨¢s subvenciones o ha obtenido m¨¢s premios, viajes, ayudas e ingresos colaterales del Gobierno catal¨¢n, y del central. Una vez aclarado cu¨¢l de los dos se ha beneficiado m¨¢s de la patria, comi¨¦ncese a hablar con las oportunas correcciones. No porque est¨¦ feo cobrar del Gobierno, sino porque, a pesar del olvido de Althusser, hay mucho ide¨®logo.
Esto, en privado. En p¨²blico, lo mejor es mantener la calma y hablar s¨®lo con quienes piensan por su cuenta y no le tienen miedo a la complejidad moderna y posmoderna. Como Pilar Rahola, por ejemplo, la cual, al modo de la moza b¨ªblica, di¨®me agua de su modorrillo (extranjero, yo, que pasaba sediento por el oasis catal¨¢n) y fue muerta por los zelotes. Una santa, eso es lo que t¨² eres.
F¨¦lix de Az¨²a es escritor.
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