La forja de una terrorista
Presentada por vez primera en M¨¢laga 2000, ¨®pera prima de un director catal¨¢n, Eduard Bosch, formado en Estados Unidos y ya autor de un mediometraje anterior de igual t¨ªtulo, El viaje de Ari¨¢n aborda, sin esquematismos -por ah¨ª le han venido ya algunos problemas, v¨ªa foros Internet- pero tambi¨¦n sin ambages, el problema del terrorismo etarra. Y lo hace desde donde apenas se ha hecho hasta ahora en el cine espa?ol (nada tiene que ver con una pel¨ªcula desgraciadamente fallida, Yoyes -en la que se aborda la vida de la que fue dirigente de ETA Mar¨ªa Dolores Gonz¨¢lez Katarain, asesinada a?os despu¨¦s de abandonar la organizaci¨®n-; D¨ªas contados es un precedente ciertamente m¨¢s interesante), desde la minuciosa cr¨®nica de c¨®mo una adolescente rebelde (Ingrid Rubio, la mejor elecci¨®n del elenco de int¨¦rpretes) acaba metida hasta las cejas en un comando de la organizaci¨®n terrorista.
EL VIAJE DE ARI?N
Director: Eduard Bosch. Int¨¦rpretes: Ingrid Rubio, Abel Folk, Silvia Munt, Carlos Manuel D¨ªaz, Laia Marull, Txema Blasco. G¨¦nero: Drama criminal, Espa?a, 2001. Duraci¨®n: 104 minutos.
El gran viaje
En este recorrido que ella realiza, desde la agitaci¨®n estudiantil en el instituto hasta la clandestinidad en ETA, el rapto y el asesinato, est¨¢ lo mejor de la pel¨ªcula. Porque, a la postre, ese viaje inici¨¢tico rumbo a la violencia es el objeto mismo que sustenta su materia narrativa, que se complementa con otro gran tema: la quiebra del idealismo.
Viaje interior y exterior el que la joven Ari¨¢n emprende desde los ideales juveniles hasta la brutal plasmaci¨®n de ¨¦stos en el asesinato es no s¨®lo el suyo -y de ah¨ª tambi¨¦n el valor pedag¨®gico del filme-, sino el de una parte de su generaci¨®n... de m¨¢s de una, a decir verdad.
En esos dos aspectos radica el inter¨¦s del filme; tambi¨¦n, en la plasmaci¨®n de las tensiones dom¨¦sticas que la activista provoca: una frase de su padre, 'Estoy dispuesto a morir por mi pa¨ªs, pero no a matar por ¨¦l', resume el inequ¨ªvoco punto de vista que Bosch, y con ¨¦l la ficci¨®n, toman sobre el asunto.
Es indudable que la pel¨ªcula provocar¨¢ fricciones -y lo har¨¢, en una situaci¨®n tan radicalizada en el Pa¨ªs Vasco como la que existe actualmente- por el simple hecho de d¨®nde sit¨²a el director su c¨¢mara, centrada en la joven aspirante a verdugo. Pero, a pesar de la debilidad de su maquinaria gen¨¦rica -la resoluci¨®n resulta insatisfecha no en t¨¦rminos ¨¦ticos, sino en t¨¦rminos narrativos: la resoluci¨®n del secuestro, atropellada e incre¨ªble, le resta credibilidad a una propuesta construida hasta entonces milim¨¦tricamente-, y gracias a recursos estrictamente cinematogr¨¢ficos como el trabajo de un elenco competente (Rubio, pero tambi¨¦n Folk y Munt rayan a gran altura) y el conocimiento de los guionistas del trasfondo navarro en el que se desarrolla la acci¨®n, la pel¨ªcula logra mantenerse a flote.
Hay que saludar su presencia en nuestras pantallas, aunque s¨®lo sea porque ofrece la ocasi¨®n para una discusi¨®n no demasiado maniquea sobre uno de los temas m¨¢s lacerantes de cuantos nos afligen.
El personaje de Silvia Munt, que utiliza todos sus encantos femeninos para conseguir sus objetivos terroristas, adoctrina a la joven Ingrid Rubio durante la parte final de la pel¨ªcula. Para describir al personaje en el gui¨®n se basaron en el modo de actuar de la que fuera activista de ETA Idoia L¨®pez Ria?o, recientemente encarcelada en Espa?a.
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