Un intelectual de la transici¨®n
Otros, sin duda los m¨¢s, conservar¨¢n de Jes¨²s Aguirre la imagen del cortesano. Y a fe que el retrato paradigm¨¢tico que de esa figura hizo Baltasar de Castiglione le cuadraba a la perfecci¨®n: brillante, ingenioso, divertido, seductor. Los amigos le dec¨ªamos que, habiendo nacido a destiempo de la historia, se hab¨ªa empe?ado en remontarla hasta convertirse en un pr¨ªncipe florentino del Renacimiento; algunos dec¨ªan que en un cardenal.
Pero, como es sabido, en cada hombre hay varios hombres. Debajo de esa m¨¢scara, que ¨¦l, dotado de un fino sentido del humor, exageraba en ocasiones, no nos resultaba dif¨ªcil a quienes lo trat¨¢bamos ¨ªntimamente -y yo tuve la fortuna de hacerlo en los ¨²ltimos veinte a?os- descubrir al intelectual serio, dotado de una s¨®lida y vasta cultura, que abarcaba los campos del pensamiento y del arte, y en los ¨²ltimos a?os, tambi¨¦n el de la historia. Y en este sentido debo subrayar algo que fue caracter¨ªstica constante de su actitud intelectual: todas sus reflexiones eran siempre proyectadas sobre la circunstancia espa?ola, sobre Espa?a.
Jes¨²s Aguirre ha sido una figura importante en la preparaci¨®n intelectual de la transici¨®n. Reducida la historia de ese periodo a hechos y personas indiscutiblemente claves, se olvida con frecuencia a muchos que, cultivando el pensamiento cr¨ªtico y fomentando el di¨¢logo entre ideolog¨ªas diversas y hasta opuestas, la hicieron posible. Entre ellos destaca Jes¨²s Aguirre. Varias generaciones de universitarios madrile?os de los a?os sesenta reconocen la deuda que con ¨¦l tienen contra¨ªda: en su predicaci¨®n y en sus escritos. Cuando m¨¢s tarde fue director editorial de Taurus demostr¨® cu¨¢les eran las l¨ªneas fundamentales de su pensamiento. Algunos lectores de sus art¨ªculos de EL PA?S se quejaban del exceso de citas con que los empedraba. Y recuerdo que ¨¦l contest¨® en otro de ellos con una retah¨ªla de nombres que para nada apuntaban, por m¨¢s que pudiera parecerlo, a la ostentaci¨®n erudita. Eran la fe de vida de su trayectoria intelectual y constitu¨ªan a la vez una llamada a superar las estrecheces aldeanas de los lugares comunes.
Amigo leal, opt¨® hace alg¨²n tiempo por retirarse a vivir con sus libros y a preparar una historia del patrimonio art¨ªstico de la Casa de Alba. Hab¨ªa vencido en ¨¦l el contrapunto de interioridad que alternaba con la actuaci¨®n brillante, la m¨²sica callada, que ahora se ha hecho silencio y abre un espacio para la invencible esperanza.
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