Esperando al Mes¨ªas
Se?ores, en el Pa¨ªs Vasco estamos esperando al Mes¨ªas. No es que pertenezcamos a la religi¨®n hebrea, pero nos parecemos a aquellos que esperan la llegada de un nuevo redentor que solucione de una vez por todas el problema de la violencia en nuestro mundo. Hartos ya de las utop¨ªas, queremos soluciones que nos aparten del aberrante camino de la violencia. Por eso, en lugar de elegir a un presidente, vamos a escoger a un Mes¨ªas.
Yo estoy poniendo velitas para la llegada del nuevo Mes¨ªas. Estoy poniendo velitas al Diablo para que se deje de tonter¨ªas de una vez por todas y abandone la violencia. Estoy poniendo velitas a los santos para que haya todo tipo de pactos razonables y razonados, para que haya verdaderos debates de paz, y se diga que a la mierda el pasado, y que se dediquen todos a erradicar la violencia juntos. Estoy decorando ya una especie de ¨¢rbol navide?o para ellos. Si son capaces de lograr la paz, mi bel¨¦n tendr¨¢ a un Ibarretxe de ¨¢ngel anunciador, y a un Arzalluz de San Jos¨¦, y a un Otegi de Virgen Mar¨ªa, porque Diablo no hay en el bel¨¦n. Pero tambi¨¦n estoy poniendo velitas a los otros. Ya tengo Reyes Magos.
Frente al pesebre, al otro lado del cuadril¨¢tero que compone graciosamente mi bel¨¦n, est¨¢n los Reyes Magos, que no se sabe si son dos o son tres, efectuando unos ejercicios de precalentamiento simult¨¢neamente, dispuestos incluso a compartir el horrendo poder con tal de no dejar al pa¨ªs en las garras del falso Mes¨ªas, convencidos de que pueden acabar con la violencia en Euskadi -antiguo reino b¨ªblico para algunos-, violencia que, seg¨²n dicen, ha sido alimentada por la totalidad de los partidos mesi¨¢nico-nacionalistas. Los Reyes Magos quieren a toda costa que el ¨¢ngel anunciador entone un mea culpa por suscribirse a falsas estrellas fugaces. Despu¨¦s de un a?o de tregua -?impura o sincera?- lleg¨® de nuevo el Diablo, m¨¢s sangriento que nunca, atentando contra los partidos de los Reyes Magos. Se?ores, el plato est¨¢ servido para que alguien tire a matar. Ni los pastorcillos de mi bel¨¦n saben con certeza lo que ocurrir¨¢ con las elecciones vascas, con los pactos con el Diablo, con las coaliciones forzadas, con todos los movimientos y ensamblajes que configuran un bel¨¦n pol¨ªtico al rojo vivo como es el de las elecciones del 2001, a?o de la venida del Se?or.
Los pastorcillos acuden haciendo cola frente al pesebre. Ellos asisten al milagro impacientes, esperando el momento de depositar su voto. Desde los altavoces electorales se pide a la poblaci¨®n que no se abstenga y que llene las urnas, se les dice que el Mes¨ªas va a llegar por fin. Pese a todos los pseudoprogramas electorales que se presentan por parte de los partidos, lo que la poblaci¨®n desea de verdad es que se acabe con la violencia. Esto es lo que se est¨¢ discutiendo en esta venida del redentor: violencia s¨ª, o violencia no, aunque muchos de los electores no est¨¦n seguros de que la violencia vaya a terminar, gane Dios o el Diablo. ?Es alguien capaz de afirmar que si ganase por fin el Mes¨ªas se acabar¨ªa la violencia? ?No ser¨ªa acaso crucificado al fin? A pesar de sus promesas, ning¨²n partido puede garantizar que la violencia desaparezca en el Pa¨ªs Vasco bajo su mandato. Una baza del ¨¢ngel anunciador ser¨ªa afirmar que la violencia se recrudecer¨ªa si el Gobierno vasco estuviese en manos de los Reyes Magos. Pero, ?acaso hay un l¨ªmite m¨¢s all¨¢ de la violencia que ha estado soportando el Pa¨ªs Vasco durante los ¨²ltimos tiempos? Parece que hemos llegado al rasero, las gotas han colmado el vaso. El turismo ha experimentado un baj¨®n espectacular. Los empresarios ser¨ªan capaces de adorar a un becerro de oro con tal de que las muertes y las extorsiones tuvieran un punto y final. Un grito un¨¢nime pide libertad. Se?ores, lo que nuestro pobre pesebre necesita es un aut¨¦ntico Mes¨ªas. No hay programa electoral que valga, m¨¢s all¨¢ del que promete la erradicaci¨®n de la violencia. Y eso es mucho prometer. Por eso se est¨¢ jugando con la sensibilidad de los creyentes, de los que esperan la llegada del salvador.
En la calle engalanada de carteles electorales, se respira un clima de cierta excitaci¨®n. Todos aguardan expectantes la llegada del redentor que nos salvar¨¢ a todos de la desgracia del terrorismo. Al fin y al cabo, a¨²n hay fe.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.