Alejandr¨ªa
Recuerdo de Alejandr¨ªa el sonido de los tranv¨ªas que pasaban de noche bajo la ventana abierta del hotel Metropol. En el vest¨ªbulo hab¨ªa unos nubios muy altos con el turbante rojo y las chilabas blanqu¨ªsimas acompa?ados de mujeres panteras que tra¨ªan las maletas con unas etiquetas de lugares fascinantes. Desde la habitaci¨®n contemplaba la bah¨ªa. El faro de Alejandr¨ªa ahora est¨¢ ardiendo bajo el agua e ilumina el palacio de Cleopatra sumergido y la biblioteca que tambi¨¦n ha naufragado. Adoro esta ciudad s¨®lo porque su nombre ha llenado de m¨²sica mi o¨ªdo durante mucho tiempo. La llevo unida a la sensaci¨®n que tengo de la libertad. Su historia es el comercio del puerto, los garitos del placer, los barcos que llegaban trayendo de otros pa¨ªses mercanc¨ªas ex¨®ticas y noticias ver¨ªdicas que no se distingu¨ªan de las f¨¢bulas. La literatura y el periodismo tienen la misma sustancia: el punto de uni¨®n se halla en los antiguos malecones de Alejandr¨ªa. Al pie de las naves los marineros desembarcados contaban sucesos que hab¨ªan acaecido en otros mares y en ellos se mezclaban noticias de deg¨¹ellos, de incendios de ciudades y de alfombras m¨¢gicas. Aquella noche el sonido de los tranv¨ªas bajo las ventanas del hotel Metropol era similar a la maravillosa m¨²sica del cortejo de Marco Antonio que a uno tambi¨¦n le prepara como el ¨²ltimo goce de los sentidos para el sue?o que se aleja. Imaginaba la Alejandr¨ªa de otra ¨¦poca llena de mercaderes, carruajes, mujeres divinas con pamelas, viajeros misteriosos, contrabandistas, seres de cualquier parte del mundo unidos por la misma huida, por la misma ambici¨®n. Si el hombre es la medida de todas las cosas, tambi¨¦n la libertad debe tener una medida humana. No es un concepto. No est¨¢ vinculada a la patria ni a otro ente superior a uno mismo. La libertad se compone de peque?os actos libres rutinarios que son el soporte de nuestro derecho a los peque?os placeres de cada d¨ªa. Sentado en un caf¨¦ de la cornisa de Alejandr¨ªa un hombre libre leer¨ªa el peri¨®dico esperando un barco que est¨¢ siempre a punto de llegar, tendr¨ªa una cita de negocios a media ma?ana, un encuentro de amor a la ca¨ªda de la tarde y al o¨ªr a medianoche en medio del sue?o la maravillosa m¨²sica de un cortejo que se aleja con todos los placeres mostrar¨ªa la fortaleza de despedirlos desde la ventana sin m¨¢s. En Alejandr¨ªa acaban de descubrir 5.000 momias en sus sarc¨®fagos de oro macizo.
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