Sopa de letras con aguacates
Al credo del nacionalismo se llega de dos maneras: por una temprana iluminaci¨®n mesi¨¢nica (obra de la herencia y de los genes nacionales) o tras una fatigosa carrera llena de dudas y correcciones. Juan Carlos Benavides Yanguas, secretario nacional de Pol¨ªtica Municipal del Partido Andalucista, la persona elegida para diezmar la poblaci¨®n de alborotadores y desafectos a Rojas-Marcos y a Ortega, lleg¨® al nacionalismo por la segunda v¨ªa. Hasta tal punto fue arduo su camino hasta el Partido Andalucista que con los anagramas de los partidos en los que antes purg¨® se puede elaborar una sustanciosa sopa de letras, tan densa como el caldo c¨®smico: primero el PSOE, luego el Colectivo Pablo Iglesias, m¨¢s tarde el Partido Socialista del Pueblo Andaluz y por fin el PA (o sea el Para¨ªso de los Argonautas: la tierra prometida).
Curioso es, por tanto, que, con una ideolog¨ªa constituida con tanta letra, se dedique ahora a descubrir a los desleales y a encarecerles que se vayan y entreguen sus actas de concejales, incluidos aqu¨¦llos, como el concejal de Granada Jes¨²s Valenzuela, que llegaron al nacionalismo por la v¨ªa primera, la de la iniciaci¨®n temprana.
En su dilatada carrera Juan Carlos Benavides ha tenido oportunidad de nacer, cambiar o defenestrar siempre al reparo de la alcald¨ªa de Almu?¨¦car, que ha ganado o perdido con tanta constancia que m¨¢s parece una displicina ol¨ªmpica que un empe?o pol¨ªtico. Benavides naci¨® en Motril hace 46 a?os, garbanzo rojo dentro de una familia de derechas, de farmac¨¦uticos y medianos hacendados, que resid¨ªa en uno de los barrios se?oriales de la ciudad costera de Granada. Juan Carlos opt¨® por estudiar Medicina y por avivar la memoria de la izquierda. Junto con su mujer, Rosario Gonz¨¢lez, difundi¨® el socialismo por los pueblos del litoral de modo que, cuando se convocaron las primeras elecciones municipales de la democracia, ya estaba en primera l¨ªnea de salida y dispon¨ªa de un puesto de m¨¦dico en un ambulatorio de Almu?¨¦car.
Fue el inicio de una complicada carrera. Si en las primeras elecciones se resign¨® a una tenencia de alcald¨ªa, en las siguientes ya opt¨® al rango superior de alcalde. Corr¨ªa 1983 y los socialistas viv¨ªan la ¨¦poca m¨¢s dulce de su deambular hist¨®rico. Benavides y un grupo de militantes de la provincia se conchabaron para amargar las mieles y organizaron la llamada rebeli¨®n de los catetos, un revoluci¨®n que por el t¨ªtulo parece m¨¢s bien una comedia de Jardiel Poncela.
El golpe de mano lo dieron durante la elecci¨®n del presidente de la Diputaci¨®n de Granada: depusieron por los votos al candidato oficial, Javier Torres Vela, y proclamaron a Juan Hurtado.
Los rebeldes buscaron cobijo bajo el Colectivo Pablo Iglesias, y Benavides dio desde Almu?¨¦car las primeras pruebas de ese tipo de nacionalismo tan caro al PA que amalgama la historia con el turismo. Decidi¨® colocar estatuas para reconocer la memoria de los fundadores, siendo la de Abderram¨¢n la m¨¢s curiosa, pues origin¨® un surrealista debate sobre si el escultor deb¨ªa conservar el ojo huero o, por respeto, esculpirlo ¨ªntegro: pr¨®tesis preauton¨®mica.
En 1986 Benavides form¨® el Partido Socialista del Pueblo Andaluz (llamado para abreviar 'pespa', viva la 'pespa') en un momento en el que el Partido Andalucista acababa de renunciar a la ese socialista y dejaba abierto un hueco para la izquierda nacionalista. El PSPA cay¨® desarbolado y, despu¨¦s de tantas aventuras, Benavides lleg¨® a su ?taca y gan¨® en 1987 con mayor¨ªa absoluta la alcald¨ªa como PA. Continuaron los monumentos: a los fenicios, el del agua o el del hombre del mar. Otra invenci¨®n curiosa fue el Club de Amigos del Aguacate, producto de la tierra que Benavides convirti¨® en s¨ªmbolo de oro para transportar en la solapa. Lo recibieron personalidades con tan poca relaci¨®n aparente con el aguacate como Tierno Galv¨¢n, Concha Velasco o Baltasar Porcel. A Francisco Ayala se lo intentaron dar pero el escritor no entendi¨® que hubiera aguacates de oro y colg¨® el tel¨¦fono. En aquellos entonces se hablaba de Almu?¨¦car como el relevo de Marbella.
Pero la desolaci¨®n no tard¨® en llegar. En 1991 perdi¨® las municipales a manos del PSOE pero, lejos de arredrarse, Benavides ide¨® una oposici¨®n tenaz, indesmayable. En 1999 no tuvo empacho en explotar la idea de un Plan de Excelencia Tur¨ªstica aprovechando el pacto de Gobierno en Sevilla entre socialistas y andalucistas. Lo que es la vida: el delegado de Turismo en Granada al que recurr¨ªa con frecuencia era Jes¨²s Valenzuela.
En las ¨²ltimas elecciones, el PP y los socialistas de Almu?¨¦car decidieron desbancar a Benavides, que hab¨ªa encabezado la lista m¨¢s votada, y repartir el bot¨ªn a partes iguales. El acuerdo lo cogi¨® por sorpresa y lo irrit¨® tanto que arremeti¨® con toda su alma y poder contra Valenzuela cuando ¨¦ste decidi¨® gobernar en Granada con socialistas e IU. Nunca olvid¨®. Su mujer ocupa hoy la delegaci¨®n de la Consejer¨ªa de Turismo y hace una semana ¨¦l mismo diagnostic¨®, con sobriedad m¨¦dica, que el concejal estaba desahuciado.
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