Los primeros sondeos dan el triunfo a Berlusconi en las elecciones italianas
La maquinaria electoral se colapsa al coincidir las consultas general, municipal y provincial
La primera proyecci¨®n sobre voto real (un 3%) daba el 46% de los votos en el Senado a la derecha de Berlusconi, frente el 40% de la coalici¨®n de izquierda.
La jornada electoral se caracteriz¨® tambi¨¦n por un descomunal caos de organizaci¨®n. Las m¨¢s de 60.000 sedes electorales se vieron colapsadas desde primeras horas de la ma?ana no tanto por una afluencia excepcional de votantes, como por la complejidad del voto, ya que ayer coincid¨ªan las elecciones generales con las municipales y provinciales.
La cat¨¢strofe organizativa impidi¨® adem¨¢s disponer de alg¨²n dato fiable sobre el voto real antes de la madrugada. Los ¨²nicos resultados disponibles fueron los de los institutos Abacus y Datamedia, coincidentes en l¨ªneas generales, aunque, en el caso de este ¨²ltimo, el Polo no alcanzar¨ªa la mayor¨ªa en el Senado.
La Casa de las Libertades acogi¨® con satisfacci¨®n los sondeos, mientras en el centro-izquierda, la mano derecha de Francesco Rutelli, Paolo Gentiloni, recomend¨® cautela, y se neg¨® a hacer valoraciones hasta no estar en posesi¨®n de los datos reales.
Una empresa dif¨ªcil porque mientras Gentiloni hablaba, pasada la media noche, y pese a que la hora oficial de cierre de los colegios era las 22.00 horas, miles de personas segu¨ªan votando o haciendo cola para votar en el interior de las sedes, sobre todo en Roma y N¨¢poles, las ciudades m¨¢s afectadas por el caos organizativo, que fue tambi¨¦n notable en Mil¨¢n y Tur¨ªn. Aunque el Ministerio de Interior insisti¨® en atribuir las causas a la afluencia masiva de votantes, de hecho, a las 21.30, hora local, hab¨ªa votado el 75% de los casi 50 millones de italianos convocados a las urnas.
En las elecciones generales de 1996, los votantes llegaron el 82'7%, un porcentaje que, seguramente, ser¨¢ alcanzado tambi¨¦n esta vez. La coincidencia de las elecciones (se votaba en 1.278 ayuntamientos y cinco provincias) se revel¨® desastrosa, lo mismo que la reducci¨®n de sedes electorales que pasaron en 1998 de 90.000 a 60.000.
Si los votos reales confirman los sondeos, Italia ser¨¢ a partir de ma?ana un pa¨ªs un poco m¨¢s bipolar, porque los resultados obtenidos por los partidos menores son decepcionantes. Tampoco los partidos integrantes de la coalici¨®n El Olivo salen bien parados en las primeras encuestas. Ni siquiera los de la coalici¨®n de centro-derecha, devorada por una sola fuerza, Forza Italia, el partido creado por Berlusconi en 1994.
En El Olivo se registra un descenso general tanto de los Democratas de Izquierda (DI) como de la Margarita, la lista que reun¨ªa a cuatro partidos de la coalici¨®n, entre ellos el PPI y Los Dem¨®cratas, la formaci¨®n a la que pertenece el candidato Francesco Rutelli.
Silvio Berlusconi, el magnate de la televisi¨®n privada, gran triunfador de la jornada, tampoco quiso comentar el ¨¦xito anunciado de su coalici¨®n. El candidato pas¨® el d¨ªa en su villa de Macherio, en Mil¨¢n, despu¨¦s de haber votado en el colegio n¨²mero uno por el que era candidato, correspondiente al centro hist¨®rico de la ciudad. "Me voy a descansar y ma?ana hablaremos", dijo.
El l¨ªder derechista ha estudiado minuciosamente los errores cometidos en 1994, cuando lleg¨® al Gobierno inesperadamente y lo perdi¨® en siete meses al traicionarle uno de sus aliados clave, Umberto Bossi, l¨ªder de la Liga Norte. Ha vuelto a amarrar los cabos sueltos que le impidieron ganar las elecciones de 1996 y est¨¢ convencido de que nada puede fallar esta vez.
Para tapar todos los agujeros por los que ha perdido votos en anteriores comicios, Berlusconi no ha dudado en establecer discutibles y criticad¨ªsimas alianzas, como la firmada con los fascistas de la Fiamma Tricolore, en Sicilia.
"Si ganamos nosotros las elecciones, el cambio ser¨¢ trascendental", declar¨® Bossi en el colegio de Tur¨ªn donde acudi¨® a votar por la ma?ana. El ex separatista reafirm¨® una vez m¨¢s su lealtad inquebrantable a Berlusconi, por lo que no habr¨ªa que temer, dijo, una repetici¨®n de los sucesos de 1994.
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