Dos Italias ante las urnas
Adem¨¢s de una acentuada divisi¨®n entre izquierda y derecha, subsisten grandes diferencias sociales
Los modelos de tel¨¦fono m¨®vil se renuevan a ritmo vertiginoso en las tiendas italianas. Las colecciones de ropa en las boutiques duran poco m¨¢s de tres semanas. Por no hablar de la velocidad con la que un modelo de gafas de sol queda irremisiblemente superado por un nuevo dise?o. Los italianos, amantes de la belleza -o simplemente de 'lo vistoso', como dice el fot¨®grafo-provocador Oliviero Toscani-, no escatiman a la hora de lucirse o disfrutar de los placeres asequibles al bolsillo nacional.
Pero por debajo de esta m¨¢scara suave, de esta apariencia de placidez mundana, palpita un pa¨ªs de fuertes contrastes que afronta con poco entusiasmo su futuro y el papel que le espera en Europa y en el mundo. Un pa¨ªs que llega a las elecciones de hoy profundamente dividido entre los partidarios de Silvio Berlusconi, candidato de la derecha, y los de Francesco Rutelli, l¨ªder de El Olivo.
'M¨¢s que una consulta electoral se dir¨ªa que la cita es un ajuste de cuentas entre enemigos'. Con estas palabras defin¨ªa la tensi¨®n que ha precedido a las elecciones generales Ilvo Diamanti, editorialista del diario econ¨®mico Il Sole 24Ore. Un panorama que emerge de los datos de un amplio sondeo realizado por el diario hace unas semanas para chequear las relaciones entre los italianos y el Estado que conclu¨ªa con un dato claro: la sociedad italiana sigue confiando m¨¢s en la familia, como n¨²cleo en el que apoyarse, que en las instituciones del pa¨ªs, joven como es, con poco m¨¢s de un siglo de historia.
Crispaci¨®n
La encuesta dejaba al descubierto otro hecho preocupante: Italia acude a las urnas profundamente dividida. Casi la mitad de las personas consultadas consideraban que una victoria de la coalici¨®n contraria a la suya pondr¨ªa en peligro la democracia. Esta crispaci¨®n aumentar¨¢ seguramente la abstenci¨®n, pues dificultar¨¢ la capacidad de elegir de los indecisos.
Con independencia de las similitudes entre los programas de las dos grandes coaliciones, que han hecho campa?a con la mirada puesta en el voto de las clases medias, los italianos siguen creyendo firmemente en la izquierda y la derecha, lo mismo que los pol¨ªticos que les representan. Y, sin embargo, el pa¨ªs que elegir¨¢ hoy en las urnas al Gobierno n¨²mero 58 desde el final de la II Guerra Mundial no puede interpretarse sobre la base de unos esquemas que se han visto profundamente transformados en los ¨²ltimos 20 a?os. M¨¢s que izquierda y derecha, en Italia, siguen contando los puntos cardinales, es decir, el Norte y el Sur.
La sexta potencia econ¨®mica mundial se asienta sobre el s¨®lido pilar del norte, donde s¨®lo una regi¨®n, la Lombard¨ªa, genera el 30% del PIB nacional. De los 630 diputados de la C¨¢mara baja que eligen hoy los italianos, 98 le corresponden a esta regi¨®n, la m¨¢s poblada del pa¨ªs. Se comprende que los votos del norte (donde hay otras regiones importantes como Piamonte y el V¨¦neto) cuenten tanto, hasta el punto de ser determinantes en el resultado electoral de hoy. En el sur vive el 36% de la poblaci¨®n (21 millones del total de 57 millones de italianos) y el PIB de la zona es un tercio inferior a la media europea, frente al del norte, que lo supera ampliamente (es del 120%).
Entre Mil¨¢n, uno de los motores esenciales de la locomotora italiana, y Roma, la capital pol¨ªtica, circulan a diario una docena de trenes r¨¢pidos y otros tantos aviones. Despu¨¦s de todo, el palazzo de la pol¨ªtica y el de los negocios se miran con cierta desconfianza, pero est¨¢n obligados a entenderse. Otro tanto vale para capitales como Bolonia o Florencia, situadas sobre la misma l¨ªnea f¨¦rrea y dentro del per¨ªmetro de la Italia rica -en este caso, inclinada al centro-izquierda-.
Pero si el viajero quiere llegar a Taranto, una ciudad de la Apulia, en el sureste, se dar¨¢ de bruces con otra realidad bien distinta. S¨®lo hay un tren diario que parte de Roma y llega muchas horas despu¨¦s a su destino. Tampoco Calabria, otra regi¨®n del sur, tiene un servicio apreciable de trenes r¨¢pidos ni recibe a muchos pol¨ªticos de Roma, salvo en tiempo de elecciones. Pr¨¢cticamente todos los candidatos han visitado esta regi¨®n y han prometido obras de infraestructura y m¨¢s trabajo. No es que en el norte no haya problemas,-por ejemplo, Tur¨ªn, la ciudad de la Fiat, tiene en estos momentos, un paro del 10%, ligeramente superior a la media nacional-, ni que no exista alguna que otra bolsa de pobreza, pero la mayor parte de los siete millones de pobres que existen en Italia, viven en el sur, donde el desempleo alcanza el 20%, al menos sobre el papel. La realidad es m¨¢s compleja, de ah¨ª que los dos candidatos que se disputan hoy la presidencia del Gobierno italiano hayan hecho hincapi¨¦ en las facilidades para hacer aflorar la econom¨ªa sumergida, que en Italia da empleo a cinco millones de personas y es particularmente importante en el sur.
Por m¨¢s que se hable a diario del mezzogiorno (literalmente, mediod¨ªa, la palabra con la que se denomina al sur de Italia) y se prometan iniciativas e inversiones, el sur lleva su propia vida, un poco autista. Cualquier suceso de los que sobresaltan de vez en cuando al norte del pa¨ªs (ya sea un secuestro de empresario, un atraco a mano armada o un robo con asesinato) acapara las primeras p¨¢ginas de los diarios y los titulares de los informativos de televisi¨®n.
No ocurre lo mismo con los sucesos del sur, que obtienen casi siempre un espacio secundario en los medios de comunicaci¨®n. El perfil del delito tipo cambia tambi¨¦n, porque el sur parece dominado por aguatos mafiosos y ajustes de cuentas entre delincuentes en plena calle.
Y cambian las prioridades. A principios de a?o, m¨¢s de un centenar de pueblos y peque?as ciudades de Campania (la regi¨®n a la que pertenece N¨¢poles) quedaron enterrados literalmente por monta?as de basura cuando hubo que cerrar dos vertederos de la zona, completamente saturados. Ni en Campania ni en Apulia existen plantas de tratamiento de residuos, y el vertido sobre el terreno ha contaminado algunas ¨¢reas. Durante semanas, un zona donde viven m¨¢s de 100.000 personas se vio invadida por la inmundicia. En un par de localidades hubo que cerrar escuelas y comercios, y s¨®lo entonces, cuando la emergencia alcanz¨® su techo, la noticia mereci¨® especial relieve en la prensa y en las cadenas de televisi¨®n.
En v¨ªsperas del comienzo de la campa?a electoral, el comisario europeo de la Competencia, el italiano Mario Monti, reproch¨® a los poderes p¨²blicos no haber sido capaces de utilizar los fondos estructurales de la Uni¨®n Europea para desarrollar el mezzogiorno. 'El hecho es que la distancia en t¨¦rminos de desarrollo entre el sur de Italia y el resto del pa¨ªs se mantiene igual a la que exist¨ªa en los a?os cincuenta', se lamentaba Monti, pese a las ayudas concedidas a la zona, que desde 1950 ascienden a 60 billones de pesetas.
El comisario de la Competencia reconoc¨ªa tambi¨¦n que en Italia hab¨ªan funcionado criterios demasiado simplificadores para describir el sur. 'Hay zonas del mezzogiorno que han mostrado un gran dinamismo econ¨®mico, son zonas a las que no han llegado los incentivos p¨²blicos', dec¨ªa. 'Los incentivos han sido a veces da?inos'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.