Dignidad y muerte
Ahora que por fin comienza a entreverse la posibilidad de que los seres humanos puedan decidir el momento de su propia muerte, es preciso, sin embargo, salir al paso de uno de esos t¨®picos que se instalan en las creencias sociales y a los que se apela sin apenas reparar en su condici¨®n de t¨®picos (en esto precisamente consisten las creencias frente a las ideas): la dignidad humana es algo que no depende de la forma o del momento en que se muera, ni tiene nada que ver con lo que otros hagan con nosotros (tiene m¨¢s dignidad, por ejemplo, el torturado que no delata al traidor, que se mantiene inc¨®lume), sino con la forma en que afrontemos la situaci¨®n en que estemos nosotros mismos. El derecho a la eutanasia (buena muerte) se fundamenta en algo mucho m¨¢s sencillo y de sentido com¨²n: en primer lugar, en la pura y radical subjetividad de la existencia humana como tal, la cual no admite, por tanto, otra consideraci¨®n para su continuidad o no que la del propio interesado: s¨®lo yo puedo determinar si mi vida merece o no seguir siendo vivida. Y, en segundo lugar, en la simple posibilidad de terminar con un sufrimiento que a quien lo padece se le antoja innecesario. En una sociedad tan burdamente hedonista como la nuestra, el sufrimiento est¨¢ muy desprestigiado, pero hay sufrimientos que otorgan sentido y gravedad a la existencia, sufrimientos que nos transforman y ennoblecen y que nos elevan sobre nuestras propias determinaciones: son siempre sufrimientos que se proyectan hacia el futuro, es decir, hacia la vida. Pero cuando el futuro no es nada, sino un sufrimiento cada vez m¨¢s s¨®rdido e intenso que salpica adem¨¢s a los seres que amo, ?qu¨¦ sentido tiene sufrir? Lo que simplemente se pretende con la legalizaci¨®n de la eutanasia es que nadie que no sea uno mismo pueda decidir sobre algo tan irreductible como es la forma y el momento en que quiero vivir mi muerte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.