El poeta, sin escolta
La otra noche cen¨¦ un poco y re¨ª mucho con el poeta I?aki Ezquerra, y en la sobremesa se nos juntaron algunos amigos, vascos, catalanes y madrile?os, pues a Ezkerra le gusta mezclar gente de procedencia diversa a ver si cuaja algo entre ellos. Estuvimos hablando de cosas graves y leves con un gu¨ªa tur¨ªstico, un editor, un fot¨®grafo, luego lleg¨® m¨¢s gente, s¨®lo ech¨¦ en falta a un gaitero y el loco avestruz. Ezkerra ven¨ªa de correr uno de esos maratones de entrevistas en radios y televisiones que corren los escritores cuando acaban de publicar un libro que llama la atenci¨®n general. Y el suyo ciertamente llama la atenci¨®n.
Exhausto de tanto hablar, a veces se reclinaba en el asiento y se abstra¨ªa de la conversaci¨®n, pero al cabo de un momento regresaba, y fue instructivo observarle de reojo y detectar los movimientos caracter¨ªsticos y casi imperceptibles de sus cejas y sus manos, el aviso de la sonrisa cuando el mecanismo de su humor trabaja y se prepara para dejar caer alg¨²n comentario ingenioso, imprevisible. Prodiga la ocurrencia rayana con lo delirante como si enunciara cosas consabidas y triviales. Habla un castellano rico y preciso, con un l¨¦xico muy diferente del barcelon¨¦s que hablamos casi todos, y con vago deje vasco. Y luego en la Rambla de Catalunya se admiraba de lo bonita, de lo agradable que es Barcelona. Tambi¨¦n era muy agradable para ¨¦l pasear despreocupado y sin escolta.
El escritor vasco I?aki Ezquerra presenta en Barcelona su testimonio de la Euskadi de hoy, el libro 'Estado de excepci¨®n'
Se me olvidaba decir que I?aki Ezkerra es uno de los mejores poetas espa?oles de hoy, aunque sus versos, que suele publicar Huerga y Fierro y est¨¢n recogidos en una prematura obra completa por la Universidad del Pa¨ªs Vasco bajo el t¨ªtulo Otra ribera, no los recogen algunas de las antolog¨ªas m¨¢s manejadas. Quiz¨¢ porque su po¨¦tica se halla a medio camino de las dos corrientes dominantes y enfrentadas de la poes¨ªa que hoy se cultiva: la llamada 'de la experiencia' y la 'pura'. Ezkerra participa de las dos, y critica las dos, convencido de que 'entre la ramploner¨ªa y el cripticismo tiene que haber una tercera v¨ªa. O como dice un poeta vasco, Eduardo Apodaca, s¨ª a la poes¨ªa de la experiencia mientras no impida la experiencia de la poes¨ªa'.
Antes de regresar a Bilbao, me ha dejado una copia de sus ¨²ltimos versos, todav¨ªa in¨¦ditos. Entre los m¨¢s singulares, algunos sonetos exploran la posibilidad de una poes¨ªa de tema 'gastroer¨®tico', o sea que utilizan el prosa¨ªsmo de los alimentos para hablar del amor. El m¨¢s divertido empieza con esta declaraci¨®n: 'Me gustas enfermita y con pijama...', y sigue enumerando cu¨¢ntas cosas le gusta hacer por la amada cuando est¨¢ enfermita, entre otras: 'Acariciarte el pelo, darte ag¨¹ita,/ pur¨¦s, yogures, flan, con la cuchara./ Llamarte muchas veces 'pobrecita'. Despu¨¦s de varios libros m¨¢s melanc¨®licos que topograf¨ªan como un crepuscular reino del alma el paisaje juvenil, hoy ya desaparecido, de la r¨ªa bilba¨ªna, con sus astilleros ruinosos, sus barcos varados y casonas abandonadas entre charcos de fuel, ¨¦ste es uno de los poemas de Ezkerra que con tanta fe como malicia y con tanto arrebato como fingimiento celebran la felicidad, la armon¨ªa, el amor conyugal, la vida, la alegr¨ªa, ese 'paso del hombre de una perfecci¨®n menor a una mayor' (Spinoza).
Leyendo estos divertidos ejercicios de estilo y entretenido en mis cosas llegaron las elecciones del domingo. Ezkerra es uno de tantos intelectuales vascos que tienen que vivir en permanente peligro de muerte por atreverse a decir lo que opinan; y no vino a Barcelona a hablar de poes¨ªa, sino de su ¨²ltimo libro: Estado de excepci¨®n, subtitulado Vivir con miedo en Euskadi.
Se est¨¢ vendiendo como churros y creo que, por lo menos durante los pr¨®ximos a?os, seguir¨¢ siendo 'de palpitante actualidad'. Cuenta desde dentro la vida cotidiana de los amenazados, un testimonio con tanto razonamiento como indignaci¨®n, con el peculiar sentido del humor del autor, con profusi¨®n de detalles y an¨¦cdotas m¨¢s propias de los Balcanes o de las guerras carlistas que de una pr¨®spera regi¨®n de la Uni¨®n Europea a principios del siglo XXI.
-?Qu¨¦ desagradable y qu¨¦ p¨¦rdida de tiempo es verse obligado a vivir en un conflicto decimon¨®nico, un conflicto que no es de nuestra ¨¦poca! -, me dijo.
Dif¨ªcilmente van a enmendar este horror quienes minuciosamente lo alentaron y que el domingo fueron confirmados en el poder por las urnas. No cabe esperar de ah¨ª ninguna 'perfecci¨®n mayor', y temo que Estado de excepci¨®n no sea la cr¨®nica de una terrible ¨¦poca que termina o de una pesadilla que hay que olvidar lo antes posible; est¨¢ llamado a ser un libro de consulta, un cl¨¢sico de nuestro tiempo.
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