Democracia y Parlamento
Reprobar, censurar, quemar, dilapidar, etc., seguramente podr¨ªa encontrar en nuestro rico vocabulario m¨¢s t¨¦rminos que en mayor o menor medida signifiquen lo mismo o similar. Estamos asistiendo a una recuperaci¨®n evidente de la vieja instituci¨®n del Santo Oficio, que de forma tan diligente cumplio en nuestra historia la Inquisici¨®n. La iniciativa planteada por Marcela Mir¨®, presidenta de las Cortes Valencianas, por la gracia de Dios, de reprobar a un parlamentario por unas supuestas manifestaciones privadas del mismo, realizadas fuera de sesi¨®n parlamentaria alguna y en la sede del Parlamento, no tiene precedente alguno en el sistema parlamentario, ni en nuestro pa¨ªs ni allende sus fronteras.
No existe norma ni precedente alguno que d¨¦ la m¨ªnima cobertura legal a dicha iniciativa, pero sin embargo ella insisti¨® dale que dale, y todo ello convenientemente jaleado por sus disciplinados camaradas de partido. Alejandro Font de Mora, portavoz del PP, tambi¨¦n quiere llevar al banquillo a los senadores Joan Lerma y Antonio Garc¨ªa Miralles, seg¨²n parece por disentir democr¨¢ticamente de la doctrina ¨²nica impartida por su formaci¨®n pol¨ªtica. La cuesti¨®n es clara, todo ello forma parte de la misma patolog¨ªa, a saber, alto d¨¦ficit de credo y sensibilidad democr¨¢tica, es decir talibanismo pol¨ªtico.
Hay que reconocer que ambas iniciativas aportan puntos de vista novedosos, lo que deber¨¢ merecer el estudio de los expertos en Derecho Parlamentario y Constitucional, ya que hasta el momento ambos supuestos carecen de apoyatura legal, pero qui¨¦n sabe si partiendo de dichas iniciativas se incorporan al derecho positivo, y sus urdidores entran en los anales del Derecho, y acaban code¨¢ndose con Lowenstein, Duverger, etc.
Probablemente no han o¨ªdo hablar de dos instituciones esenciales del Derecho Parlamentario, la inviolabilidad y la inmunidad de los parlamentarios, porque en caso contrario resultar¨ªa inconcebible que se les hubiese ocurrido ni de lejos revivir los autos sacramentales.
Las mayor¨ªas absolutas, que posibilita nuestro sistema electoral, son en mi opini¨®n perversas para la salud y fortalecimiento de la vida democr¨¢tica, sirva lo dicho tanto para el pasado reciente como para el presente, pero como ello resulta de imposible soluci¨®n, s¨®lo cabe esperar que quien ostenta dicho privilegio lo administre de forma equitativa y leg¨ªtima.
Una presidencia parlamentaria debe distinguirse en todo caso y circunstancia, por su magnanimidad y flexibilidad en la aplicaci¨®n del reglamento parlamentario, y antecedentes de ello tenemos sobradamente en nuestra historia parlamentaria; aconsejo a la diligente presidenta que acuda al Diario de Sesiones, fuente inagotable de conocimiento, tal como muy acertadamente cre¨ªa Jordi Sevilla Andr¨¦s. A buen seguro que la lectura recomendada har¨ªa reflexionar a la inflexible y fiel vigilante Marcela Mir¨®.
El asunto por grotesco que pueda parecer, es grave, porque entra de lleno en lo que algunos denominan p¨¦rdida de calidad democr¨¢tica de nuestra vida pol¨ªtica y parlamentaria, y ello de una forma u otra tiene tambi¨¦n su reflejo en la sociedad, ya que todo ello forma parte de la manipulaci¨®n partidista de todos los resortes que un Estado democr¨¢tico de derecho tiene a su disposici¨®n para justamente evitar lo que nos est¨¢ ocurriendo con iniciativas como las que aqu¨ª manifiesto.
En un salto cualitativo notable, ha sido sobradamente superada la doctrina de que quien se mueve no sale en la foto; aqu¨ª quien disiente es reprobado y directamente remitido a los infiernos de por vida, vaya escenario el que nos est¨¢n dise?ando los s¨²bditos de Eduardo Zaplana, presidente de la Generalitat. Rogar¨ªa al ¨ªnclito presidente que entre canap¨¦ y canap¨¦, se parase cuando menos un momento para observar c¨®mo sus huestes entienden la libertad de expresi¨®n y la democracia; claro que a lo peor a ¨¦l no le interesa en exceso el asunto, ya que entre algarada y algarada sigue haciendo uso de su impecable chistera para prometernos y decirnos lo que en cada momento haga falta, no hay nada como contentar al personal, y luego Dios dir¨¢.
En cualquier caso, si me atrevo a recomendar a Marcela Mir¨® y a Alejandro Font de Mora un curso acelerado de Derecho Parlamentario, aunque sea por correspondencia, es porque a buen seguro los conocimientos adquiridos les ayudar¨ªan a no incurrir en torpezas del calibre mencionado. Que as¨ª sea.
Francisco Serrano Mart¨ªn es abogado.
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