Ceuta se blinda contra el tr¨¢fico de personas
El Gobierno atiende a la petici¨®n de Bruselas para controlar el paso diario de 30.000 marroqu¨ªes
Marruecos nunca ha reconocido el car¨¢cter comercial de El Tarajal, la frontera sur m¨¢s remota de la Uni¨®n Europea. Considera que hacerlo supondr¨ªa admitir la espa?olidad de Ceuta. Sin embargo, por esta franja de 300 metros pasan cada d¨ªa 30.000 personas y 3.000 veh¨ªculos cargados de mercanc¨ªas. De ese trasiego, que movi¨® cien mil millones de pesetas el a?o pasado, viven cuatro millones de marroqu¨ªes y gran parte de los 75.000 ceut¨ªes. ?se es el dinero legal. Existe otra cifra, la del comercio clandestino, que nadie se aventura a cuantificar. Esa contabilidad oculta incluye el tr¨¢fico de personas.
El descontrol de esta aduana la ha convertido en un foco de corrupci¨®n. La violencia y la extorsi¨®n que aplican los funcionarios marroqu¨ªes, y el tr¨¢fico de indocumentados, est¨¢n a la orden del d¨ªa. El Gobierno ha decidido atender las peticiones de Bruselas y del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa para poner orden en el caos. Las obras comenzaron hace tres semanas y costar¨¢n 200 millones de pesetas. Tras la instalaci¨®n del nuevo per¨ªmetro fronterizo, las autoridades tratan de echar el ¨²ltimo cerrojo.
Las obras en la frontera de El Tarajal se iniciaron hace tres semanas y valdr¨¢n 200 millones
Es hora punta en El Tarajal y centenares de personas se agolpan para entrar en Espa?a. Un marroqu¨ª sudoroso introduce su mano en la entrepierna, rebusca un poco, finalmente extrae un pasaporte y se lo ofrece al funcionario encargado del control de documentos. '?Pero c¨®mo se te ocurre llevar el pasaporte en los huevos!', grita el agente con una mueca de asco. 'Para que no me lo roben', replica el otro, sonriente. El polic¨ªa le deja pasar sin tocar el documento. ?Ser¨¢ un inmigrante? Detr¨¢s empuja una matrona acompa?ada de tres individuos entre los 20 y los 30 a?os. 'Son mis hijos', afirma al tiempo que tiende su pasaporte. El funcionario no tiene tiempo de comprobar si la mujer dice la verdad. Centenares de marroqu¨ªes se agolpan detr¨¢s de ella. La presi¨®n de la masa amenaza con reventar la destartalada valla met¨¢lica que intenta encauzarla. ?Acaban de entrar otros tres clandestinos en Espa?a?
En el tap¨®n de salida estalla una pelea entre un individuo que grita que le han robado su mercanc¨ªa y el supuesto ladr¨®n. Otros dos se han encaramado al muro que separa el paso de Marruecos y hacen descender con cuerdas un frigor¨ªfico reluciente hasta el r¨ªo seco que corre por debajo para eludir la mordida de los aduaneros de su pa¨ªs. Varios ni?os a bordo de c¨¢maras neum¨¢ticas en cuyo fondo han sujetado una red reman r¨¢pidamente con las manos para burlar la frontera por mar. Un menor que desde hac¨ªa una hora esperaba su oportunidad en tierra de nadie, esnifando pegamento entre borrachos y fumadores de hach¨ªs, aprovecha para deslizarse entre los veh¨ªculos y colarse en Ceuta. ?Ah¨ª va un ni?o de la calle!
Todo sucede al mismo tiempo y s¨®lo hay 10 agentes por turno para controlar la avalancha. ?C¨®mo lo hacen? 'A los habituales, ni les miramos los documentos, y dejamos pasar a las mujeres que traen el pasaporte en la mano. S¨®lo nos detenemos un poco m¨¢s cuando llegan con ni?os. Si tuvi¨¦ramos que comprobar todos los pasaportes, esto ser¨ªa imposible', explica un polic¨ªa.
A la vista del espect¨¢culo se entienden mejor las estimaciones del consejero de Asuntos Sociales de la ciudad aut¨®noma, Mohamed Chaib. Ceuta tiene 75.000 habitantes de hecho, pero adem¨¢s alberga a unas 5.000 personas en situaci¨®n irregular (300 de ellas son menores). Cada d¨ªa, la polic¨ªa expulsa entre cien y doscientos individuos. La mayor¨ªa son mendigos y peque?os delincuentes. Pero otros se unen a los que, ocultos en casas particulares, hoteles y agujeros horadados en el monte, esperan su oportunidad para cruzar el Estrecho en patera o como polizones en alg¨²n transbordador.
Las fuerzas de seguridad salvan la situaci¨®n con voluntarismo. Pero no es suficiente. Andr¨¦s Carrera, secretario provincial del Sindicato Unificado de Polic¨ªa (SUP), admite que algunas personas pueden entrar en la ciudad con pasaportes falsos: 'Al cabo de ocho horas de trabajo ya no sabes si est¨¢s ante un hombre, una mujer o un ni?o'.
Hartos de esta situaci¨®n, los agentes comenzaron el pasado 13 de noviembre una huelga de celo para reclamar m¨¢s personal. Su actitud provoc¨® imponentes atascos. A los tres d¨ªas la frontera estall¨®: 800 marroqu¨ªes armados con piedras, botellas y ¨²tiles de alba?iler¨ªa intentaron cruzar por la fuerza. Tres polic¨ªas quedaron heridos. Pero consiguieron que la Delegaci¨®n del Gobierno aumentara el n¨²mero de funcionarios de seis a diez y pusiera en marcha la reforma del puesto.
La nueva frontera costar¨¢ 200 millones de pesetas, que pagar¨¢n el Ministerio del Interior y la Agencia Tributaria. Los peatones acceder¨¢n a los controles (tornos manejados por seis funcionarios) a trav¨¦s de siete pasillos: dos de hombres, dos de mujeres, uno de ciudadanos comunitarios, uno de sellado y uno de rechazados. La construcci¨®n de v¨ªas distintas para hombres y para mujeres trata de evitar los frecuentes conflictos que surgen cuando estas ¨²ltimas se quejan de ser manoseadas en las aglomeraciones. 'Las vallas ser¨¢n di¨¢fanas. Queremos evitar toda apariencia carcelaria', explica Miguel ?ngel Pojkyn, el ingeniero autor del proyecto.
Los veh¨ªculos entrar¨¢n en Espa?a por tres carriles y saldr¨¢n por dos. Los que transporten mercanc¨ªas hacia Ceuta ser¨¢n desviados a un laboratorio de an¨¢lisis. El nuevo paso, de 300 metros de longitud, estar¨¢ equipado con grandes portones que permitir¨¢n bloquear la frontera en caso necesario.
El delegado del Gobierno en Ceuta, Luis Moro, es el impulsor de esta obra. 'El Tarajal es una frontera caliente', afirma. 'Se trata de una de las que mayor actividad tienen en todo el mundo. Y arrastraba un d¨¦ficit debido a los explotadores del fen¨®meno de la inmigraci¨®n. Era urgente poner fin a sus carencias. Bruselas demandaba un arreglo. Tenemos que hacer un puesto fronterizo que garantice la seguridad de todos frente a terceros'.
Moro conf¨ªa en que el proyecto aprobado agilice el tr¨¢fico, permita controles m¨¢s rigurosos y proteja los derechos de los transe¨²ntes. Pero s¨®lo puede responder en lo que ata?e a Espa?a. Todo el mundo admite que, sin la colaboraci¨®n del pa¨ªs vecino, ser¨¢ dif¨ªcil blindar este paso a la inmigraci¨®n clandestina.
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