La pobreza no es una cuesti¨®n estad¨ªstica
El autor se?ala que la meta de la ayuda internacional tiene que tener en cuenta que no hay desarrollo sin democracia, derechos humanos y lucha contra la corrupci¨®n.
El objetivo principal de la ayuda internacional al desarrollo es colaborar a que desaparezca la pobreza en el mundo. Se trata de un imperativo moral para quienes tenemos el privilegio de pertenecer a los pa¨ªses desarrollados, porque creemos que todos los seres humanos deber¨ªan poder vivir en condiciones dignas. Es esta convicci¨®n la que nos hace emplear nuestras energ¨ªas y recursos para ayudar a los menos favorecidos a salir de situaciones en que la vida s¨®lo se cifra en la lucha desesperada por la subsistencia.
Muchas veces conviene que la cooperaci¨®n se oriente a las personas, sin pasar por los Gobiernos
En estos ¨²ltimos a?os, los pa¨ªses y organismos internacionales que prestamos ayuda internacional hemos acumulado una experiencia valiosa. Sabemos que la pobreza no s¨®lo deriva de una estructura econ¨®mica ineficaz, sino tambi¨¦n de pol¨ªticas inadecuadas, de problemas sociales y pol¨ªticos y de carencias administrativas; sabemos que la ¨²nica manera de salir del subdesarrollo es actuar sobre todos estos factores al mismo tiempo.
?Estamos entrando en el terreno de las utop¨ªas cuando decimos que el objetivo b¨¢sico de la cooperaci¨®n internacional es erradicar la pobreza en el mundo? Cuando las Naciones Unidas se han hecho esta pregunta, (Un mundo mejor para todos, ONU, 2000) se han fijado como meta reducir a la mitad el n¨²mero de pobres para 2015 y plantean concentrar la ayuda en la ¨²nica parte del mundo donde estad¨ªsticamente no se est¨¢ logrando reducir la pobreza extrema: el ?frica subsahariana. Del mismo modo, la III Conferencia de la ONU sobre los Pa¨ªses Menos Avanzados (PMA) hace hincapi¨¦ en ?frica, recordando que all¨ª, el 45% vive en la pobreza extrema. El prop¨®sito de esta Conferencia es impecable, y Espa?a est¨¢ comprometida en lograrlo, pero no nos puede hacer olvidar que hay otras zonas del mundo donde perviven situaciones graves de pobreza y se sigue necesitando la cooperaci¨®n internacional. Las estad¨ªsticas utilizadas como baremos para justificar nuestra acci¨®n encierran sus riesgos y sus distorsiones.
Al concentrar la lucha contra la pobreza en los PMA se est¨¢n utilizando indicadores parciales que dibujan un mapa de la pobreza discutible por los olvidos en que se incurre: se tienen en cuenta las cifras macroecon¨®micas de los pa¨ªses y no la situaci¨®n de los individuos que padecen la pobreza, y se descuida la cuesti¨®n fundamental de evaluar la eficacia de la lucha contra la pobreza a partir de la experiencia que ya hemos adquirido y que nos ense?a que no es posible desarrollo sin democracia, respeto a los derechos humanos y lucha contra la corrupci¨®n.
1. Indicadores de la pobreza
La medici¨®n de la pobreza se hace sobre la base de indicadores econ¨®micos y monetarios que acaban resumi¨¦ndose en la renta per c¨¢pita. En la Cumbre de Primavera del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial en Washington, el presidente del Banco, James Wolfensohn, volv¨ªa a poner sobre la mesa datos ya conocidos: 1.200 millones de personas viven con menos de un d¨®lar al d¨ªa, y 2.800 millones, con menos de dos d¨®lares al d¨ªa. En esta medici¨®n, son los pa¨ªses del ?frica subsahariana los campeones de la pobreza m¨¢s absoluta.
Las c¨ªfras son escalofriantes, pero no pueden hacernos olvidar que la pobreza no es s¨®lo un nivel de renta medido con m¨¢s o menos precisi¨®n, sino una situaci¨®n que priva a las personas de un nivel de vida digno. Si intentamos medir este nivel a trav¨¦s de ¨ªndices econ¨®micos sin tener en cuenta el entorno f¨ªsico y cultural en que viven los seres humanos, llegaremos a resultados distorsionados. ?Es m¨¢s pobre un beduino que vive en el desierto africano cuidando una docena de cabras o un ni?o de la calle que deambula por una favela de R¨ªo de Janeiro?, ?un masai que vive en su casa de esti¨¦rcol y cuida un reba?o de vacas fam¨¦licas o un indio sin tierra en el altiplano andino, cuyo trabajo no es bastante para sostener a su familia? Lo m¨¢s probable es que el beduino y el masai tengan menos renta, pero el ni?o carioca y el boliviano del altiplano son, sin duda, m¨¢s pobres.
2. Geograf¨ªa de la pobreza
La presentaci¨®n de datos de manera simplificada para hacer comparaciones invita a pensar que la pobreza se concentra en el ?frica subsahariana. Sin embargo, hay importantes masas de poblaci¨®n en pa¨ªses de renta baja o incluso intermedia cuyos ingresos son tan bajos como los de los PMA. En el informe del a?o 2000 del Banco Mundial, Attacking Poverty, se recuerda que gran parte de los pobres viven justamente en estos pa¨ªses. Las enormes desigualdades en la distribuci¨®n de la renta en algunos de ellos disimulan en las estad¨ªsticas la existencia de grandes sectores de poblaci¨®n que viven en la extrema pobreza. En esta situaci¨®n est¨¢n numerosos pa¨ªses latinoamericanos. As¨ª lo ha entendido tambi¨¦n el Comit¨¦ de Ayuda al Desarrollo de la OCDE (CAD) en su reciente Declaraci¨®n Pol¨ªtica, referida a la reducci¨®n de la pobreza, en cuyo punto 5 puede leerse que los recursos destinados al alivio de la pobreza deben dar prioridad 'a los pa¨ªses de rentas m¨¢s bajas (...) y a otros pa¨ªses con una gran proporci¨®n de gente pobre'. Este p¨¢rrafo se aprob¨® pese a las fuertes resistencias de algunos pa¨ªses, y significa una primera quiebra del pensamiento dominante, que quiere concentrar, de manera casi excluyente, los recursos de la cooperac¨ª¨®n en los PMA.
3. La eficacia de la ayuda
La geograf¨ªa de los PMA se superpone, por desgracia, con otra donde las dictaduras, a menudo sangrientas, son frecuentes; la corrupci¨®n, muy extendida; las instituciones, m¨¢s d¨¦biles, y las sociedades, m¨¢s desvertebradas. Constituyen, as¨ª, un campo abonado para condenar al despilfarro los esfuerzos humanos y financieros de la cooperaci¨®n internacional. Por eso, muchas veces es conveniente que la cooperaci¨®n se oriente directamente a las personas pobres, sin pasar por los gobiernos, aunque entonces tenga, a menudo, m¨¢s de asistencia social que alivia una situaci¨®n de necesidad que de cooperaci¨®n al desarrollo. Las bases del desarrollo s¨®lo pueden asentarse en pa¨ªses con democracia que respeten los derechos humanos, donde existe la igualdad entre hombre y mujer, con organizaciones administrativas que funcionen, con sociedades que se sepan part¨ªcipes del esfuerzo por el desarrollo que lideran sus gobiernos.
Sucede, sin embargo, que los gobiernos que est¨¢n construyendo poco a poco una institucionalidad democr¨¢tica, con partidos pol¨ªticos, sindicatos, ONG y otros movimientos asociativos que vertebran sus sociedades y las hacen part¨ªcipes de la tarea de modernizaci¨®n, pertenecen a pa¨ªses que han dejado atr¨¢s los lugares m¨¢s bajos de la escala y que, gracias a sus esfuerzos, est¨¢n realizando avances en la tarea del desarrollo. En esta situaci¨®n est¨¢n numerosos pa¨ªses iberoamericanos y del sur del Mediterr¨¢neo y algunos subsaharianos. Muchos de ellos han sabido aprovechar las oportunidades ofrecidas por la cooperaci¨®n internacional. Ser¨ªa injusto que reduj¨¦ramos ahora el nivel de apoyo a los pa¨ªses que se encuentran ya en el camino hacia el desarrollo y la libertad.
Con ocasi¨®n de la celebraci¨®n de la Conferencia de la ONU sobre los PMA, debemos recordar que los esfuerzos de la comunidad donante hacia estos pa¨ªses, sin duda necesarios, no deben hacerse en menoscabo de aquellos otros que ya han empezado a desarrollarse y democratizarse, a menudo apoyados por la cooperaci¨®n internacional, y que a¨²n necesitar¨¢n mucho de nosotros para poder llamarse pa¨ªses desarrollados y saberse libres de la pobreza.
Miguel ?ngel Cort¨¦s Mart¨ªn es secretario de Estado para la Cooperaci¨®n Internacional y para Iberoam¨¦rica.
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