Los avances gen¨¦ticos permiten una nueva generaci¨®n de armas biol¨®gicas
Expertos estadounidenses piden reforzar el control internacional
El 10 de abril de 1972, 143 pa¨ªses firmaron en Washington, Londres y Mosc¨² la Convenci¨®n para la prohibici¨®n del desarrollo, producci¨®n y almacenado de armas biol¨®gicas. Pero los ¨²ltimos 30 a?os han presenciado unos avances gen¨¦ticos de tal magnitud que han convertido aquellos acuerdos en un f¨®sil burocr¨¢tico no s¨®lo de escasa utilidad, sino de imposible verificaci¨®n. Los expertos en guerra biol¨®gica -hay m¨¢s de los que un profano pudiera suponer- est¨¢n intentando forzar una revisi¨®n de aquel convenio, y Nature, una de las dos publicaciones cient¨ªficas m¨¢s influyentes del mundo, les prest¨® su apoyo editorial en su edici¨®n del pasado jueves. He aqu¨ª una muestra de las retorcidas posibilidades b¨¦licas o terroristas que ha abierto la gen¨¦tica actual.
- Resistencia. Muchas bacterias pat¨®genas (causantes de enfermedades) existentes en la naturaleza podr¨ªan servir como armas sin mayores manipulaciones. Los da?os que causar¨ªan, sin embargo, se ver¨ªan muy atenuados por las herramientas que la medicina convencional utiliza contra las infecciones bacterianas: los antibi¨®ticos. Pero basta transferir los genes adecuados a una bacteria para hacerla resistente a los antibi¨®ticos m¨¢s usuales.
Seg¨²n se?ala en Nature el experto en guerra biol¨®gica Alastair Hay, de la Universidad de Leeds (Reino Unido), los cient¨ªficos que trabajaron hasta 1992 en una red clandestina llamada Biopreparat, con laboratorios secretos en Rusia y Kazajst¨¢n, crearon por manipulaci¨®n gen¨¦tica una cepa de la bacteria causante de la peste, Yersinia pestis, capaz de resistir a 16 antibi¨®ticos distintos. Alistair Hay, por cierto, conoce esos datos gracias a que intervino en los interrogatorios a los que fueron sometidos en el Reino Unido algunos desertores de Biopreparat.
- Toxicidad. Las latas de conserva en mal estado causan a veces el botulismo debido a que contienen una toxina muy venenosa, fabricada por una bacteria llamada Clostridium botulinum. Este microorganismo es poco frecuente y no puede vivir en contacto con el ox¨ªgeno del aire, por lo que no supone un grave problema sanitario. Pero el gen que fabrica su mortal toxina puede aislarse e introducirse en la bacteria m¨¢s com¨²n de las que colonizan el intestino humano, la generalmente beneficiosa Escherichia coli. Esta espeluznante posibilidad ha sido planteada por el biof¨ªsico Steven Block, de la Universidad de Stanford, uno de los asesores cient¨ªficos de la Casa Blanca.
- Armas en l¨ªnea. Los cient¨ªficos disponen ya -o est¨¢n a punto de disponer- de la descripci¨®n completa de los genomas de media docena de microorganismos peligrosos, incluidos los agentes de la tuberculosis, el c¨®lera, la lepra, el ¨¢ntrax y la peste. Estas valiosas secuencias de ADN pueden consultarse, en todo su lujoso detalle, desde cualquier ordenador conectado a la Red, y a menudo gratis. Pocos dise?adores de armas habr¨¢n tenido m¨¢s facilidades en la historia, con la posible excepci¨®n de los fabricantes de navajas.
- Muerte a la carta. Una de las aplicaciones m¨¢s publicitadas del genoma humano es la capacidad de predecir la respuesta de cada individuo a cada f¨¢rmaco, que permitir¨¢ evitar los efectos secundarios que pueden convertir en letales para unos pacientes los mismos medicamentos que salvan la vida de otros. No resulta dif¨ªcil imaginar utilizaciones perversas de esa misma informaci¨®n gen¨®mica individualizada. Y no conviene olvidar que ciertas peculiaridades del genoma ocurren con mayor frecuencia en uno u otro grupo ¨¦tnico.
- Evoluci¨®n acelerada. El director cient¨ªfico de la empresa californiana Maxygen, Willem Stemmer, ha ideado una t¨¦cnica de evoluci¨®n acelerada de bacterias. Consiste en partir algunos genes en trozos, pegar los trozos en nuevas combinaciones y seleccionar los m¨¢s eficaces. Su intenci¨®n es fabricar nuevos f¨¢rmacos, pero la t¨¦cnica ser¨ªa muy valiosa para un bioterrorista. Sin ir m¨¢s lejos, el propio Stemmer cre¨® de esta forma una cepa bacteriana 32.000 veces m¨¢s resistente que la normal al antibi¨®tico cefotaxime. En cuanto Stemmer public¨® sus datos, la Sociedad Americana de Microbiolog¨ªa le pidi¨® que destruyera la bacteria inmediatamente, y parece ser que as¨ª lo hizo.
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