EA mantiene la reivindicaci¨®n de Lizarra
El propio Xabier Arzalluz lanza cables al PSOE, consciente de que su partido necesita del concurso de los no nacionalistas para restablecer los consensos b¨¢sicos y prefigurar una futura mesa para la paz y el 'nuevo marco pol¨ªtico' que citan profusamente los dirigentes de EA. En cuanto pase la actual fase de deshielo, el partido de Carlos Garaikoetxea que, por supuesto, sigue reivindicando expresamente la Declaraci¨®n de Lizarra y la asamblea de municipios vascos, piensa reclamar con sus 7 diputados (26 tiene el PNV) que se aplique 'el mandato' de las urnas.
'Las elecciones han mostrado que la mayor¨ªa de la sociedad, el 60%, incluyendo a IU, quieren un mayor autogobierno, otra cosa es la independencia', indica Rafael Larreina, portavoz de EA. 'No se puede ignorar que PNV y EA hemos ganado las elecciones incluyendo en nuestro programa com¨²n el derecho de autodeterminaci¨®n'. A su juicio, 'el reconocimiento del derecho de autodeterminaci¨®n debe ser el punto de encuentro entre los vascos para desbloquear el conflicto'. Con la vista puesta en el modelo Quebec, el dirigente de EA piensa que las dos alternativas posibles (reconocimiento impl¨ªcito del derecho de autodeterminaci¨®n a trav¨¦s de las disposiciones adicionales del Estatuto y la Constituci¨®n, o expl¨ªcito, tal y como su partido propugna) deben plantearse en esta nueva legislatura. 'Por supuesto', a?ade, 'la ausencia de violencia ser¨ªa siempre un requisito imprescindible antes de abordar el asunto del referendo de autodeterminaci¨®n'.
La lectura de ETA
Obviamente, el desenlace y la caracterizaci¨®n que adopte esta legislatura depender¨¢ tambi¨¦n de la capacidad y la voluntad de ETA, de la lectura que haga de los resultados pol¨ªticos. La larga campa?a ha acrecentado probablemente la distancia que separa al nacionalismo vasco de la idea de Espa?a y agudizado, a su vez, la incompatibilidad de los partidos vascos no nacionalistas con el derecho de autodeterminaci¨®n. La constataci¨®n de que no parece haber alternancia posible a un nacionalismo que gobierna desde hace dos d¨¦cadas y el acoso terrorista que padecen sus representantes no estimulan demasiado la implicaci¨®n de los constitucionalistas. As¨ª, la legislatura presenta un panorama inevitablemente complejo pero, al menos, da sus primeros pasos con la b¨²squeda de la distensi¨®n.
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