Debate sobre la universidad p¨²blica
Graves y variados han sido los males que han aquejado a la Universidad p¨²blica en nuestra historia contempor¨¢nea, algunos de tal calado que impidieron el desarrollo y divulgaci¨®n del saber cient¨ªfico en Espa?a. En el siglo XVIII, por ejemplo, Feijoo y Jovellanos se?alaron que el discurso escol¨¢stico en las aulas y la falta de conexi¨®n con la realidad social y econ¨®mica del pa¨ªs provocaron el estancamiento de la Universidad y, por extensi¨®n, del pa¨ªs. M¨¢s tarde, en el siglo XIX, otros asuntos como la libertad de c¨¢tedra, la defensa de la autonom¨ªa universitaria o el mismo acceso a la c¨¢tedra fueron las cuestiones que Costa, Giner y una pl¨¦yade de pensadores del momento recogieron como prioritarios en sus escritos.
En el primer tercio del siglo XX, con una estructura universitaria heredada de la Ley Moyano, se ensayaron nuevos modelos de mejora de la Universidad P¨²blica, concretados entre otras realizaciones en la Junta de Ampliaci¨®n de Estudios e Investigaciones Cient¨ªficas, cuyos resultados fueron tan espectaculares como ef¨ªmeros por causa de la guerra civil. Sobre todo, a partir de los a?os sesenta la Universidad franquista se debati¨® entre la lucha por las libertades p¨²blicas y el deseo intelectual innato de integrar el pensamiento cient¨ªfico europeo y norteamericano, por una parte, y el inmovilismo social, pol¨ªtico y cultural del momento, por otra, dentro de la sempiterna b¨²squeda del sincretismo caracter¨ªstico del r¨¦gimen franquista. La Ley General de Educaci¨®n de 1970 fue el resultado m¨¢s valioso de dicho equilibrio, ya en las postrimer¨ªas de la dictadura.
En plena transici¨®n, y dentro de un contexto amplio de modernizaci¨®n social y cultural e integraci¨®n europea, la Ley Org¨¢nica de Reforma Universitaria (LRU) de 1983 fue capaz de consagrar principios muy novedosos s¨®lo esbozados en la ley anterior, como la evaluaci¨®n y estimulaci¨®n de la calidad investigadora, la fijaci¨®n de unas s¨®lidas bases para el desarrollo del precepto constitucional de autonom¨ªa universitaria o el establecimiento de normas que permitieran romper las barreras que separaban la Universidad P¨²blica de la sociedad. Sobre estos fundamentos se desarroll¨® un sistema docente manifiestamente mejorado, estructurado en ciclos con pasarelas que pretend¨ªan flexibilizar los planes de estudios, en el que se incorporaron las ense?anzas t¨¦cnicas y profesionales y se mejor¨® la respuesta a las nuevas demandas con la creaci¨®n de una variada gama de nuevas titulaciones y de t¨ªtulos propios.
Como consecuencia de ello, las Universidades P¨²blicas espa?olas son en este momento mucho mejores en t¨¦rminos absolutos que la de los a?os setenta y, lo que resulta mucho m¨¢s destacable, han recortado de manera sustancial el diferencial que nos separaba de las instituciones de ense?anza superior de la Europa desarrollada. No mentimos al afirmar que la ciencia espa?ola es mucho m¨¢s conocida -y reconocida- en el mundo de lo que nunca antes hab¨ªa sido, o que la tasa de escolarizaci¨®n universitaria ha crecido de modo espectacular, por encima de la de cualquier territorio de nuestro entorno m¨¢s inmediato. Las sombras, no obstante, siguen siendo muchas. Un observador cr¨ªtico dir¨ªa que a¨²n hace falta mejorar, sobre todo en aquello que tiene que ver con la financiaci¨®n de nuestro sistema de ense?anza superior e I+D, claramente inferior a la otros pa¨ªses de desarrollo econ¨®mico similar.
A pesar de las carencias, en el inicio de este siglo XXI, los puntos de mira para el debate que parecen inspirar el pensamiento de nuestros gobernantes apuntan a otros derroteros: el sistema de elecci¨®n de rector, el acceso de los estudiantes a la ense?anza universitaria, la selecci¨®n del profesorado, los ¨®rganos de gobierno y la representaci¨®n dentro de ellos de los diferentes estamentos y de la sociedad, la acreditaci¨®n de los t¨ªtulos universitarios y la coordinaci¨®n del sistema universitario en el ¨¢mbito espa?ol. Sin menospreciar la importancia e inmediatez de los puntos se?alados, conviene se?alar que existen otros asuntos m¨¢s preocupantes que se est¨¢n ignorando en el debate sobre la Universidad, concebida como motor del desarrollo econ¨®mico y social y como elemento innovador y previsor del futuro. Quisi¨¦ramos apuntar simplemente algunos de ellos.
Como premisa de partida, se entiende que el debate tendr¨ªa que ser considerado asunto de Estado, respetando por supuesto las competencias auton¨®micas en este ¨¢mbito. La planificaci¨®n del sistema p¨²blico universitario espa?ol debe hacerse en este contexto, incluyendo obviamente los par¨¢metros b¨¢sicos de su financiaci¨®n.Y sin pretender ordenar, ni menos hacer una relaci¨®n completa de puntos para el debate, se?alar¨ªa que quiz¨¢s debiera existir un equilibrio entre cooperaci¨®n y coordinaci¨®n y la necesaria competencia entre universidades, as¨ª como una apuesta decidida por la armonizaci¨®n y convergencia con la Europa del conocimiento.
Se deber¨ªa contemplar la implicaci¨®n de la Universidad en la soluci¨®n de los problemas del entorno, la docencia flexible e interdisciplinar, capaz de incorporar nuevas t¨¦cnicas docentes mediante la formaci¨®n did¨¢ctica de los profesores, o la incorporaci¨®n plena del potencial de las T¨¦cnicas de la Informaci¨®n y la Comunicaci¨®n. Convendr¨ªa estimular la creaci¨®n cient¨ªfica b¨¢sica y aplicada o la modernizaci¨®n de las estructuras administrativas y de los perfiles del personal de la Administraci¨®n para atender a los nuevos servicios que presta la Universidad.
Esta relaci¨®n de puntos para el debate no quedar¨ªa completa sino se contemplasen actuaciones que favorezcan la formaci¨®n integral de los estudiantes en la participaci¨®n, la cultura, el deporte y el ocio, as¨ª como el desarrollo de actitudes sociales positivas hacia la cooperaci¨®n al desarrollo, el respeto hacia las minor¨ªas culturales y la sensibilidad de g¨¦nero.
Por otra parte, tampoco se deber¨ªa de posponer el an¨¢lisis de los l¨ªmites ¨¦ticos, econ¨®micos y jur¨ªdicos a la transferencia de conocimientos, resultados de investigaci¨®n y patentes al tejido productivo. Adem¨¢s, ser¨ªa muy positiva la aplicaci¨®n de indicadores de calidad a los procesos docentes, investigadores y de gesti¨®n para estimular los logros en la consecuci¨®n de los objetivos propuestos.
Esta podr¨ªa ser, parafraseando el t¨ªtulo del libro del profesor Michavila presentado hace unos d¨ªas en Madrid, una posible aproximaci¨®n a la 'salida del laberinto' para las universidades p¨²blicas espa?olas. Algunas de las reflexiones planteadas aqu¨ª est¨¢n inspiradas en aquella presentaci¨®n.
Salvador Ord¨®?ez es el rector electo de la Universidad de Alicante.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.