La infancia desperdiciada
Si una de las funciones reconocidas del tiempo es impedir que todo suceda a la vez, cuesta admitir que aqu¨ª se rompa esa norma sagrada con la acumulaci¨®n de festejos y devociones en la primavera m¨¢s exasperada del mundo
El gran Misteri
Con declaraci¨®n oficial o no, el Misteri d'Elx es m¨¢s patrimonio de la humanidad que, pongamos por caso, la subsecretar¨ªa de promoci¨®n cultural o, si me apuran (por utilizar una expresi¨®n odiosa) que el admirado violonchelista de derechas Rostropovich, cuyas versiones de las Suites de Bach, por cierto, no alcanzan el dramatismo misterioso y enclaustrado del anarquista Maurice Gendron. Son inolvidables las tardes de agosto en Elx al llegar a la Bas¨ªlica cargados de palometes, asegurarse de que las voces del Ternari entran como dios manda, soltar alguna lagrimita en la bajada del Araceli y rezar porque el giro de la maroma que la sustenta no exceda de un cuarto de vuelta, escuchar una vez m¨¢s el f¨²nebre trasiego de abanicos de las m¨¢s devotas, celebrarlo todo por la noche en el Fond¨® con una sand¨ªa sumergida en ron de ca?a. Emociones laicas, pero agradecidas.
La devoci¨®n acaparada
Tantas son en este sitio las ganas de bulla que hasta el traslado de la virgen valenciana por excelencia sirve de pretexto para que sus devotos numerosos tomen el centro de la ciudad, disparen tracas y fuegos de artificio, se explayen sin recato en la proliferaci¨®n de sus demostraciones de entusiasmo, acudan con sus reto?os de pocos meses a una celebraci¨®n en la que corren serio peligro de resultar arrollados por la el fervor de una multitud desenfrenada. Es un fen¨®meno bastante bien definido por los expertos en la conducta de la conducta como histeria colectiva, pero m¨¢s all¨¢ de esa banalidad de antrop¨®logo en campo contrario queda por explicar el fundamento que la expresi¨®n de lo valenciano -ya sea celebrando la victorias cruciales de su equipo de f¨²tbol, sitiando la ciudad con el pretexto de las fiestas josefinas o para participar del desamparo de su muy amparada virgen principal- encuentra en el jolgorio callejero. La verdad es que, por azares de calendario, aqu¨ª es que no se puede vivir tranquilo en primavera, la m¨¢s cruel de nuestras estaciones. Y los restaurantes de playa, como es l¨®gico, tomados por las alegres comuniones.
Basta ya
Es curioso que Fernando Savater, acostumbrado a hacerse pasar por fil¨®sofo entre los periodistas y por periodista entre los fil¨®sofos, no haya osado comparar a Mayor Oreja con el otro Rambo en alguno de sus ingeniosos art¨ªculos. Casi tan curioso como que Jon Juaristi, hasta hace nada jefe de la Biblioteca Nacional y ahora al frente del Instituto Cervantes, se permita apuntalar lo que se hizo decir a La Corona sobre la inocencia del castellano en su pac¨ªfico proceso de implantaci¨®n allende Extremadura. El resultado de las elecciones en el Pais Vasco -ocho de cada diez ciudadanos se manifestaron con su voto- obliga a reorientar la expresi¨®n de algunas opiniones exasperadas.. Todo esto, qu¨¦ quieren que les diga, me recuerda la prosa encrespada de Celine. Basta ya de chantaje violento, pero basta ya tambi¨¦n del asalto a la raz¨®n bajo pretextos constitucionales.
Bailando con Kafka
Imaginen ustedes un cuadro flamenco -de calidad, por cierto- la severidad musical de Bela Bartok y La Metamorfosis, de Kafka, metidos en una coctelera para agitar un espect¨¢culo de danza. Contempor¨¢nea, por supuesto. Es lo que ha hecho Israel Galv¨¢n, excelente bailador por otra parte, en una de las coreograf¨ªas presentadas en Dansa Val¨¨ncia. ?El resultado? Que sobreviven al empe?o el cuadro flamenco, el bailador y la m¨²sica de Bela Bartok. El pobre Kafka sigue desaparecido. Y luego se niega todav¨ªa la crisis de la llamada danza de creaci¨®n.Sonreir solas
Sonre¨ªr, viene a decir Darwin en su hermoso libro La expresi¨®n de las emociones, es otra manera de hablar sin necesidad de articular palabra, una expresi¨®n que manifiesta sobre todo complicidad, bien sea para bien o para mal, ante la presencia de un interlocutor. Est¨¢ por hacer una antropolog¨ªa de la sonrisa, es cierto. Pero igual que hay personas que hablan solas por la calle, tambi¨¦n las hay -qui¨¦n sabe si con mayor frecuencia- que sonr¨ªen mientras caminan en solitario, o bien en el tramo central de un trayecto de autob¨²s. A lo mejor est¨¢n pensando en su vida, entre subida y bajada, o en un suceso de contento al que no hemos tenido la fortuna de asistir. Son el son de sonrisas en general m¨¢s estimulantes que el ejercicio atroz de hablar a solas, aunque lo mismo igual de locas, y cualquiera puede observar que lo practican mayormente mujeres j¨®venes. Nos admiraba el otro d¨ªa, con Gabriel Ferrater, lo bien que se r¨ªen las chicas. Falta por saber de qu¨¦ demonios -por no decir, siendo var¨®n, cojones- sonreir¨¢n las mujeres que andan por las calles solas.
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