Los talib¨¢n echan al personal pol¨ªtico de la ONU

'Cuanto m¨¢s insistan en cerrar nuestras oficinas, m¨¢s dificultades vamos a tener nosotros para convencer al Consejo de Seguridad de que haga una excepci¨®n a las sanciones diplom¨¢ticas porque parecer¨ªa que nos est¨¢n presionando', explica este catal¨¢n que lleva 33 a?os como alto funcionario de la ONU. Se mantiene la oficina de Kabul, hasta nuevo aviso, y la de Faizabad, en zona bajo control de la Alianza del Norte.

La medida supone, seg¨²n Vendrell, 'una p¨¦rdida de conocimiento de lo que est¨¢ pasando en las provincias y de nuestra capacidad de influir a trav¨¦s de nuestras discusiones con las autoridades locales en la mejora de la situaci¨®n de los derechos humanos y del sistema judidial'. La salida del personal de UNSMA (la Misi¨®n Especiald e la ONU para Afganist¨¢n), el '¨²ltimo s¨ªmbolo de que se trabaja por la paz' seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas, hace temer una reactivaci¨®n de la guerra civil. 'Las dos partes se est¨¢n preparando para el combate', advierte Vendrell.

El enviado de la ONU reconoce que le pareci¨® intempestiva la propuesta de Estados Unidos, con el apoyo de Rusia, de imponer nuevas sanciones contra los talib¨¢n a finales del a?o pasado, justo cuando se hab¨ªa logrado comprometer a las dos partes en un proceso de di¨¢logo. 'Los talib¨¢n abandonaron la mesa y yo s¨®lo he conseguido posponer su decisi¨®n [de echarnos de Afganist¨¢n] cinco meses', explica.

Aislamiento internacional

'Es inaceptable que [los talib¨¢n] liguen ambas decisiones, porque las sanciones no fueron votadas por el secretario general ni por m¨ª y, a t¨ªtulo personal, yo he hecho lo posible para convencer a Washington de la utilidad de la oficina talib¨¢n ante la ONU para el trabajo que hacemos', a?ade sin dar se?ales de tirar la toalla. Su mediaci¨®n ante la Administraci¨®n norteamericana ha logrado la permanencia en Nueva York del enviado talib¨¢n, Abdul Hakim Mujahid.

Sus palabras parecen corroborar el temor de numerosos trabajadores humanitarios tanto de la ONU como de varias ONG que trabajan en Afganist¨¢n sobre el efecto negativo de las sanciones y el aislamiento internacional en el intento de comprometer a los talib¨¢n en una flexibilizaci¨®n de sus posturas. 'Se ha dado argumentos al sector m¨¢s duro del r¨¦gimen para no hacer m¨¢s concesiones, ya que s¨®lo ven el palo y no la zanahoria', asegura uno de ellos. 'Gente m¨¢s abierta, como el ministro de Exteriores [Wakil Ahmad Muttawakil], est¨¢ quedando marginada'.

Esta apreciaci¨®n viene reforzada por la falta de reconocimiento internacional al esfuerzo talib¨¢n para erradicar el cultivo de opio. Una delegaci¨®n estadounidense y otra de la ONU han podido comprobar recientemente que casi no quedan campos plantados de amapolas. Sin embargo, eso no se ha traducido en un gesto.

'Los talib¨¢n demostraron su seriedad con la fetua [promulgada el pasado agosto por el jeque Omar] y han tenido bastante ¨¦xito', admite Thomas Ruttig, responsable de UNSMA en Kabul. 'Ahora esperan algo a cambio', a?ade este analista, que reconoce el peligro que ha supuesto esta decisi¨®n. 'Los talib¨¢n ten¨ªan un gran apoyo entre los cultivadores de opio, en su mayor¨ªa pashtunes del sur y el este del pa¨ªs; la ausencia de ayudas econ¨®micas que compensen la p¨¦rdida de esos ingresos est¨¢ minando sus simpat¨ªas'. En algunas provincias ya ha empezado a haber revueltas.