La filosof¨ªa en tiempos banales
26 j¨®venes pensadores tratan de despejar las claves del presente en un libro de microensayos
No parecen buenos tiempos para la filosof¨ªa. Es una ¨¦poca en la que se impone la cultura como entretenimiento, y en la que se busca, antes que nada, el consumo urgente de propuestas que, sean cuales sean los gustos e intereses del usuario, ofrecen una gratificaci¨®n inmediata. ?Qu¨¦ sentido puede tener en ese contexto la lenta y laboriosa elaboraci¨®n de interrogantes que, incluso, igual no conducen a parte alguna? As¨ª las cosas, algunos pensadores han optado por hacer de la filosof¨ªa una suerte de manual de autoayuda para esp¨ªritus despistados. Y venden. Otros siguen cultivando la figura del sant¨®n, el que propone los verdaderos caminos a los descarriados. Y tambi¨¦n venden (aunque menos). Hay otros, por ¨²ltimo, que conservan el vicio de hurgar en los problemas de siempre y en los conflictos del presente. Fil¨®sofos, en la vieja acepci¨®n de amantes de la sabidur¨ªa. A algunos de ellos, nacidos en estas zonas, los ha convocado la editorial ?pera Prima, de la mano de Antonio Pastor Bustamante, y los ha presentado en sociedad en el libro Que piensen ellos. Son 26 voces que se pronuncian sobre las cuestiones m¨¢s variadas en un formato at¨ªpico: el microensayo.
Para averiguar qu¨¦ pasa ahora, cu¨¢les son los derroteros de la filosof¨ªa espa?ola actual, se ha reunido a cinco de los fil¨®sofos que participan en el libro de ?pera Prima. La elecci¨®n ha sido, en cierto sentido, arbitraria: no era viable convocar a los 26 autores de ese 'armamento para una sociedad cr¨ªtica', tal como reza la banda del libro Que piensen ellos.
'Somos los hijos de una generaci¨®n desenga?ada, la de aquellos que pasaron del entusiasmo por el marxismo al nihilismo', comenta Germ¨¢n Cano (Madrid, 1969). Antonio Valdecantos (Madrid, 1964) dice que 'durante el franquismo, cualquier cosa que pensaras ten¨ªa una utilidad pol¨ªtica; hoy ya te puedes desga?itar, que aqu¨ª nadie te hace ni caso'. Luis Arenas (Madrid, 1969) se?ala, respecto a aquellos tiempos, la ventaja de 'tener un enemigo com¨²n', y, respecto a ¨¦stos, Carolina Meloni (Tucum¨¢n, Argentina, 1975) insiste en que 'la democracia no es algo cerrado, sino que es necesario volver a pensarla desde su propia definici¨®n'. Emilio Velasco (Madrid, 1973) reconoce que ahora hay mucha m¨¢s libertad y defiende de su generaci¨®n 'el haber podido enfrentarse a la tradici¨®n sin complejos de ning¨²n tipo'.
Escuelas diferentes
Cada cual procede de escuelas diferentes, practica a su manera el oficio de filosofar, comparte la necesidad de hacerse un hueco en el ¨¢mbito acad¨¦mico al mismo tiempo que apuesta por un estilo personal, y reconoce que no hay referentes comunes en la filosof¨ªa actual y que, en ese mundo, hoy se mezclan disciplinas distintas, l¨ªneas divergentes, miradas diversas.
La obsesi¨®n de las sociedades actuales por el control y la prevenci¨®n, las drogas como un factor evolutivo y no regresivo, la reivindicaci¨®n del artificio ('el pl¨¢stico vivo frente a la carne muerta'), el nacionalismo como nueva religi¨®n, un 'denuesto de la actualidad', la denuncia del af¨¢n por contarlo todo, la desarticulaci¨®n de cualquier trascendencia o lo provisional y tentativo de toda respuesta: he ah¨ª un amplio abanico de cuestiones tratadas de maneras muy diferentes en estos microensayos. Algunos m¨¢s acad¨¦micos; otros, transgresores. Y, como m¨²sica de fondo: la variedad de enfoques.
La conversaci¨®n con estos cinco pensadores muestra dos cosas: que con frecuencia no est¨¢n de acuerdo y que se escuchan con respeto. R¨ªen mucho. Ponen una extrema atenci¨®n en el matiz y evitan los argumentos de bulto. Hay algunos que reclaman de la filosof¨ªa un mayor compromiso con la realidad, mientras otros reivindican la alegr¨ªa de pensar sobre las m¨¢s diversas cuestiones, m¨¢s all¨¢ de las exigencias inmediatas. La imagen del intelectual como sant¨®n queda hecha trizas: Velasco insiste en la urgencia por renegar de una educaci¨®n que exig¨ªa venerar 'esa figura indeseable que estaba ah¨ª para tutelar cualquier iniciativa'. No hay ninguna nostalgia por el marxismo. 'Hay que reconocer que era un aburrimiento, siempre la misma retah¨ªla', dice Valdecantos. Cano subraya la prioridad de la 'libertad y la autonom¨ªa' a la hora de pensar los ruidos del presente. Un presente en el que, seg¨²n Luis Arenas, surgen cuestiones que van a dar mucho que pensar, 'como los movimientos antiglobalizaci¨®n'. Carolina Meloni, por su parte, se pregunta por la utilidad de la filosof¨ªa. 'Posiblemente no tenga ninguna', contesta. Claro, que tambi¨¦n aqu¨ª habr¨ªa que matizar. Ninguna, si se le exigen respuestas concretas, di¨¢fanas, directas.
A ras de tierra
Por eso, tal vez, la apuesta de todos por el ensayo. Antonio Valdecantos es, sin embargo, pesimista. 'Es un g¨¦nero burgu¨¦s. Se cultiv¨® en un momento en que hab¨ªa gente, de profesiones liberales sobre todo, a la que le interesaba conversar, en el el caf¨¦ o en el sal¨®n, sobre los temas m¨¢s variados. Ese p¨²blico ya no existe'. Germ¨¢n Cano considera que no tienen otra opci¨®n. 'El ensayo es el ¨²nico lugar donde es posible proyectar una voluntad de estilo, el ¨²nico g¨¦nero h¨ªbrido, el que permite evitar la tentaci¨®n del sistema y mezcla distintas disciplinas'. Luis Arenas se?ala, para bajar a la tierra, que la 'tentaci¨®n del academicismo es inevitable'. Para conquistar esa autoridad necesaria, para ser tomado en consideraci¨®n, 'no hay m¨¢s remedio que pasar por esos ritos de paso que se exigen a cualquier fil¨®sofo. Conocer los cl¨¢sicos, profundizar en la tradici¨®n'. Reivindica tambi¨¦n, sea como sea, el car¨¢cter de tentativa, de b¨²squeda, que s¨®lo el ensayo puede ofrecer. Carolina Meloni concluye: 'El ensayo evita impostar la voz y permite que la escritura explore distintos territorios y que formule apuestas'. La t¨®nica general es ¨¦sa: se acabaron los tiempos de las grandes proclamas, no hay m¨¢s remedio que trabajar a ras de tierra.
'La filosof¨ªa deber¨ªa servirnos para aprender a vivir', dice Arenas. Velasco comenta que si hoy 'cualquiera de nosotros propusi¨¦ramos cualquier recomendaci¨®n para transformar el mundo, la gente se morir¨ªa de risa, ya nadie necesita que le digan c¨®mo tiene que pensar'. Valdecantos reconoce 'la excesiva dependencia de su generaci¨®n respecto de los que ven¨ªan antes'. A todos les queda un largo camino por delante. S¨®lo han empezado. La sombra de los que les preceden es alargada. Est¨¢n aprendiendo a saber sortearla. Un desaf¨ªo, cuando menos, estimulante.
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