Predicciones falsas y compromisos
La pol¨ªtica cotidiana ofrece ejemplos en abundancia de la brecha que separa el mundo tangible del ser y el ¨¢mbito et¨¦reo del deber ser; la confusi¨®n entre los juicios de realidad, veh¨ªculos de saberes cognitivos, y los juicios de valor, cauce de normas morales y propuestas program¨¢ticas, embarulla a veces innecesariamente las pol¨¦micas: mientras cabe comprobar si un hecho es cierto o falso, el contenido prescriptivo de un mandato se resiste a esa verificaci¨®n. A menos de que s¨®lo sean enga?osas formas de expresar deseos vestidos de ropaje cient¨ªfico, las predicciones electorales pertenecen al campo cognitivo y son independientes de los compromisos pol¨ªticos: tambi¨¦n aqu¨ª se deber¨ªan evitar los equ¨ªvocos. Durante los a?os cincuenta, los militantes comunistas ten¨ªan que precaverse tanto de la persecuci¨®n de la polic¨ªa como de los vigilantes de la ortodoxia partidista, que equiparaban cualquier manifestaci¨®n de escepticismo respecto a los triunfalistas pron¨®sticos sobre la inminente ca¨ªda de Franco con el prop¨®sito de torpedear la lucha contra la dictadura. En democracia, las expectativas suscitadas por los llamamientos a las urnas tampoco deber¨ªan provocar ese tipo de confusiones: la poca confianza en la victoria del PSOE en las elecciones generales del a?o 2000 no implicaba la renuncia de sus simpatizantes a votarle.
Las recientes elecciones auton¨®micas vascas permiten examinar desde otro enfoque las implicaciones de pron¨®sticos optimistas que resultan falsos: el error cognitivo de predicci¨®n cometido el 13-M por los votantes convencidos de que un aumento de los votos del PP y del PSOE permitir¨ªa un Gobierno de coalici¨®n entre ambos partidos no invalida las razones valorativas motivadoras de su apuesta. A toro pasado, resulta f¨¢cil descubrir las ra¨ªces de ese diagn¨®stico equivocado: las verdaderas tripas de la mayor participaci¨®n (casi el 80% del censo), por un lado, y el trasvase de 81.000 votos del nacionalismo radical a la coalici¨®n PNV-EA, por otro. La menor abstenci¨®n no s¨®lo no perjudic¨® a los nacionalistas (una err¨®nea creencia de casi todos los analistas), sino que les benefici¨®. Y, aunque la suma de los sufragios obtenidos conjuntamente por populares y socialistas el 13-M (575.000) superase ampliamente los resultados conseguidos por ambas formaciones en las auton¨®micas de 1998, no es menos cierto que ese total de 2001 ha quedado ligeramente por debajo de los votos agregados alcanzados por los dos partidos en las elecciones generales de 2000 (586.000, con un 64% de participaci¨®n).
Pero las predicciones equivocadas o las expectativas exageradas de los afiliados vascos del PP y del PSOE o de los activistas de ?Basta Ya! y del Foro Ermua, promotores de sus candidaturas, no pueden ser esgrimidas como argumento contra los contenidos valorativos de su derrotada apuesta pol¨ªtica, al igual que la victoria de Aznar hace un a?o o de Berlusconi ahora no suprime las razones de sus adversarios. Por lo dem¨¢s, los errores de pron¨®stico tal vez sean parcialmente explicables por las estrategias de los partidos durante la campa?a electoral, metaf¨®ricamente interpretable como nexo de uni¨®n entre el ser y el deber ser. La teor¨ªa seg¨²n la cual el factor decisivo de la ajustada victoria de la coalici¨®n PNV-EA (33 esca?os frente a 32, con 25.000 votos de diferencia) fue la trompeter¨ªa estridente de la campa?a llevada a cabo por los medios de comunicaci¨®n controlados por el Gobierno y por el PP no puede hacerse extensiva, en cualquier caso, a la labor realizada por los movimientos sociales vascos, que orillaron cualquier esencialismo patriotero y se limitaron a defender las libertades individuales y los derechos civiles. La altruista solidaridad con las v¨ªctimas, el valeroso enfrentamiento con la amenaza terrorista y la denuncia del Pacto de Estella como instrumento de exclusi¨®n de los vascos no nacionalistas, n¨²cleo esencial del mensaje de las plataformas ciudadanas ante el 13-M, probablemente contribuyeron a propiciar la espectacular ca¨ªda del voto de EH y a moderar el discurso del candidato Ibarretxe.
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