Don Amancio, en el parqu¨¦
Los trabajadores m¨¢s antiguos de Inditex cobrar¨¢n hasta dos millones por las acciones que les regal¨® la empresa
Alg¨²n cliente hasta quiso pedirles un aut¨®grafo al saber que se encontraba en la cuna del mayor imperio textil de Espa?a. Han descargado muchos camiones y vendido muchos retales antes de que la empresa entrara en los c¨ªrculos de la moda popular. Vivieron los tiempos en que su presidente, Amancio Ortega, visitaba la tienda todos los s¨¢bados y las llevaba a tomar un pincho de tortilla. Todav¨ªa lo recuerdan con pantalones de pana y playeras afan¨¢ndose en los trabajos del almac¨¦n. Son las ocho mujeres que en 1975 comenzaron a vender en la tienda de Zara, en la calle Juan Fl¨®rez de A Coru?a, el primer establecimiento abierto por Ortega. Ayer, un cuarto de siglo despu¨¦s, vivieron con optimismo y un nada disimulado orgullo la salida a Bolsa de Inditex, de la que obtendr¨¢n un apreciable pellizco. Aunque ¨¦l, fiel a sus principios, no acudi¨® a cita tan sublime, su tienda y su presencia llegaron al parqu¨¦.
Felicitaciones
Mariv¨ª, que entr¨® en la tienda de Juan Fl¨®rez a los 15 a?os, hace un gesto con el pie para se?alar el suelo y dice: 'uno de estos azulejos ya es m¨ªo'. Su compa?era Amparo se r¨ªe y explica que la gente la para por la calle para darle la enhorabuena como si le hubiese tocado la loter¨ªa. A ellas, al igual que el resto de empleados de Inditex, la empresa les regalar¨¢ en cinco meses un paquete de acciones a raz¨®n de 50 por cada a?o de antig¨¹edad. Los empleados m¨¢s veteranos podr¨¢n ganar de esta forma hasta dos millones de pesetas.
'No hemos estado pendientes de nada, las noticias nos las han dado los clientes', comenta Amalia, la encargada de la tienda, mientras recoge las prendas tras echar el cierre al concluir la jornada matinal. Su fe en la empresa es grande y nunca dudaron de que los inversores acoger¨ªan con entusiasmo la llegada al parqu¨¦ de la firma de Don Amancio.
El nerviosismo prendi¨® m¨¢s en los establecimientos vecinos: el camarero del bar de al lado acudi¨® sin demora a comunicarles que la subida andaba por el 30% y que ¨¦l ya hab¨ªa vendido todo para rentabilizar de inmediato la inversi¨®n.
A las chicas de Juan Fl¨®rez les entra un punto de emoci¨®n cuando llega alg¨²n conocido y les dice que ha estado en una tienda de Zara en cualquier parte del mundo. 'Hace poco vino una se?ora a ense?arnos una foto que se hab¨ªa hecho en Nueva York', se sonr¨ªe Amalia.
Cuando ellas empezaron, vend¨ªan toallas, batas y vestidos de una tela estampada de la que se aprovecharon las sobras para forrar el techo de la tienda ('los clientes ni se daban cuenta' explican). En esa ¨¦poca, las visitas semanales de Ortega eran una tradici¨®n tan inalterable como la de pagarles religiosamente el ¨²ltimo viernes de cada mes. Ahora, llevan varios a?os sin verle, pero siguen formando un aut¨¦ntico club de fans. 'Es un se?or, un gran se?or', asegura Amparo. 'A m¨ª hasta me parece guapo', a?ade Mar¨ªa Jos¨¦.
'No es un jefe cualquiera, es alguien muy humano y muy sencillo', tercia Amalia, 'en 26 a?os, nunca lo he visto de corbata. Si no quiere salir en la prensa no es por nada extra?o, sino por forma de ser. No le gustan los actos sociales'.
Mercedes L¨®pez entr¨® en los primeros talleres de Zara con 14 a?os y hoy es la representante del sindicato CC OO en la sede central de Inditex, unos 3.000 trabajadores que se concentran en el pol¨ªgono industrial de Sab¨®n, en las afueras de A Coru?a. All¨ª, Ortega ha ido levantando un enjambre de naves que constituyen una fortaleza inaccesible para el reci¨¦n llegado: los estrictos controles de acceso dificultan el contacto con los empleados, que suelen almorzar en los comedores de la empresa y salen directamente en sus coches. Mercedes L¨®pez admite que la mayor¨ªa de los trabajadores 'se siente muy contenta de pertenecer a este grupo' y valora el regalo en forma de acciones que les ha hecho la empresa 'sin tener en cuenta la jerarqu¨ªa, con la antig¨¹edad como ¨²nico criterio'.
Pero no todo es de color de rosa, claro: 'Desde el punto de vista laboral, Inditex no es nada especial. Tenemos el mismo convenio que el resto del sector textil en Espa?a: ni m¨¢s ni menos. En ese sentido, yo no me siento reflejada en los 45.000 millones de beneficios'. 'Aqu¨ª siempre se ha trabajado mucho y cobrado poco', apunta Carmen, una antigua trabajadora de la secci¨®n de arreglos. 'Eso s¨ª, dentro de la ley. Aunque pod¨ªas tener jornadas de 10 horas, las extras te las pagaban'.
Salario m¨ªnimo
Tras 26 a?os en Inditex, L¨®pez cobra 120.000 pesetas al mes. 'En confecci¨®n, la mayor¨ªa est¨¢ por el salario m¨ªnimo: 96.000 pesetas. Y no hay que olvidar los talleres ajenos a la empresa que trabajan para nosotros. Son unas 10.000 personas, muchas de ellas en condiciones denigrantes'.
Pese a todo, L¨®pez est¨¢ satisfecha con la salida a Bolsa de la compa?¨ªa y con el reparto de acciones, que interpreta como 'un reconocimiento a la aportaci¨®n de los trabajadores'.
Adem¨¢s del regalo de t¨ªtulos de la compa?¨ªa, la empresa reserv¨® otro paquete para vender entre los empleados con un descuento del 10%. Fue el ¨²nico tramo inversor que no se cubri¨® en la operaci¨®n burs¨¢til. 'Me consta que algunos en la direcci¨®n se sintieron un poco decepcionados', dice la representante sindical, 'pero, como yo les dije, aqu¨ª hay gente que no gana m¨¢s de un mill¨®n y medio al a?o y no est¨¢ para invertir en Bolsa'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.