Muertos de tedio
- 1. Vladimir y Estrag¨®n contra Hamlet. ?Por qu¨¦ resulta tan desmesuradamente aburrida Rosencrantz y Guildernstern han muerto? S¨ª, es incre¨ªble: todav¨ªa m¨¢s aburrida que Estiu; qui¨¦n lo hubiera dicho. Stoppard parece sufrir una rara maldici¨®n con el Poliorama. (Y, por extensi¨®n, con la escena espa?ola). Creo que tiene que ver, en primer lugar, con la dif¨ªcil ecuaci¨®n de ret¨®rica y tempo. A ver si me explico. Las primeras obras de Stoppard son m¨¢s ret¨®ricas que un discurso de Tierno. Ese era su juego favorito. Una ret¨®rica muy inglesa, muy de t¨ªo listo. Isabelina, en el caso de Ros & Guil, que fue su debut, y de jerga acad¨¦mica en las siguientes. Jumpers, por ejemplo. O El aut¨¦ntico inspector Hound, que se vio en el Poliorama har¨¢ dos o tres temporadas en un programa doble, con Black Comedy, de Peter Shaffer. En Hound, los protagonistas eran dos cr¨ªticos de teatro perdidos en una obra de misterio. Su ret¨®rica era el oxbridge, la jerga de los cr¨ªticos ingleses amamantados en la Universidad. La directora de aquel montaje, Tamzin Townsend, debi¨® de pensar: 'Esto queda muy pesado; cortemos'. Y despu¨¦s de cortar (y cortaron un mont¨®n), Hound result¨® (suele pasar) todav¨ªa m¨¢s pesada. Tanto que salt¨® de cartel a los pocos d¨ªas y representaron ¨²nicamente Black Comedy.
Ros & Guil viene a ser lo mismo que Hound, pero en m¨¢s largo y con m¨¢s veleidades metaf¨ªsicas. Aqu¨ª tenemos a dos universitarios isabelinos, renacentistas, perdidos en una obra que no entienden. Hamlet, concretamente. Como ustedes recordar¨¢n, Rosencrantz y Guildernstern son los amigos de Hamlet, sus ex compa?eros de college. Han estudiado, como ¨¦l, l¨®gica y ret¨®rica. Saben lat¨ªn, saben que Dios ha pasado a la historia, que el hombre es el centro del universo y que la tierra no es plana, pero todo eso no les sirve de mucho. Llegan a Elsinor y se encuentran metidos en un foll¨®n de a¨²pa, del que apenas atrapan fragmentos.
Stoppard era cr¨ªtico de teatro y ten¨ªa 29 a?os cuando escribi¨® esta comedia. El punto de partida no pod¨ªa ser mejor. Cogemos a dos absolutos secundarios, los llevamos a primer plano, les mostramos intentando entender algo de lo que sucede en la corte del rey Claudio, y al final les vemos caminar hacia una muerte absurda, una muerte detonada por un cruce de cartas. Menuda met¨¢fora de la existencia, del theatrum mundi. Como si Abbott y Costello hubieran rodado un imposible Vladimir y Estrag¨®n contra Hamlet: ese ser¨ªa el concepto. A Kenneth Tynan, que entonces era el director art¨ªstico del National Theatre, le contaron el concepto y se apresur¨® a comprar los derechos de la funci¨®n, que lanz¨® a Stoppard internacionalmente. Primer problema: Ros & Guil hablan y hablan y hablan. No paran de hacerse preguntas, de enredarse en silogismos, juegos de palabras, cabalgadas ret¨®ricas. Digamos que la obra se apoya demasiado en el lenguaje. En los lenguajes, porque hay dos. La jerga ret¨®rica / universitaria de la pareja, y el endiablado heightened style de la corte, contra el que no pueden competir: acaban con la lengua fuera cada vez que intentan seguir las peroratas de Hamlet, de Claudio, de Polonio. ?Pesado? Pues s¨ª, un poco. A casi 40 a?os de su estreno, no le vendr¨ªa mal un poco de tijera a la comedia. Pasar¨ªan otros 20 a?os para que Stoppard se sacase el traje de t¨ªo listo y diera con la ecuaci¨®n perfecta de juego refitolero y emoci¨®n pura en Arcadia, su obra maestra.
- 2. Voto por Botto. He visto un par de veces Rosencrantz y Guildernstern. En el revival del National, en 1995, con Adrian Scarborough y el gran Simon Russell Beale, y en el cine, dirigida por el propio Stoppard, con Gary Oldman y Tim Roth, y no resultaba aburrida, lo juro. Lo justito. Un 80% de brillantez y un 20% de lata, digamos. ?Por qu¨¦? Porque los actores ingleses est¨¢n acostumbrad¨ªsimos al lenguaje ret¨®rico; es como una segunda respiraci¨®n para ellos, y nosotros no, as¨ª de sencillo. Nos falta viveza expositiva; pesamos demasiado las palabras. Reloj en mano, el montaje de Cristina Rota en el Poliorama se pone (al menos en la noche del pasado martes, cuando lo vi) en dos horas y cuarto. Sin un maldito intermedio; quiz¨¢ para evitar, astutamente, la huida del personal. El montaje del National, leo en el programa, duraba 'about 2 hours, including two 15-minute intervals' [unas dos horas, incluidos dos descansos de 15 minutos]. ?Significativo, no? Al rev¨¦s que en Hound: todav¨ªa m¨¢s largo que el original. 'S'arrepengen massa'. El espect¨¢culo, que ha triunfado en media Espa?a, est¨¢ muy cuidado. Formidable de luz y de escenograf¨ªa, pero con dos ¨²nicos puntos de fuerza: Juan Diego Botto (Rosencrantz) y el Actor, The Player King, el director de la compa?¨ªa de c¨®micos, que interpreta el veterano Juan Rib¨®. Seamos justos: dos puntos de fuerza y medio. El medio es Aitor Merino, que sustituye a Alterio hijo en el papel de Guildernstern. No es un mal actor Aitor Merino. Le sobra t¨¦cnica, pero le falta emoci¨®n, y no veo una gran qu¨ªmica entre ¨¦l y Botto. Botto es la estrella, el foco de atenci¨®n. Rebosa ¨¢ngel y carisma; casi les dir¨ªa que s¨®lo por ¨¦l vale la pena la funci¨®n, el aburrimiento de la funci¨®n. Es una criatura shakespeariana. Ser¨ªa un perfecto Romeo y un perfecto Mercutio porque tiene esas dos caras.
La funci¨®n es el ¨¢ngel de Botto, la t¨¦cnica de Merino y la energ¨ªa verbal (a la que s¨®lo le sobra una risita forzada, constante) de Juan Rib¨®. El resto -y es mucho resto- no pasa bater¨ªa. Hamlet (Ramon Esquinas), Ofelia (Nur Al Levi), Claudio (Jon¨¢s Merino) y Gertrudis (Paloma Montoro) han sido dirigidos como comparsas, como si estuvieran interpretando una funci¨®n de marionetas. Y es muy dif¨ªcil interesarse en personajes representados como marionetas. La funci¨®n del Poliorama es lo que les pasa a Ros, a Guil, y al Player King. No hay interacci¨®n entre lo que les sucede a esos tres y lo que les rodea: Hamlet y familia son un mero ruido de fondo. ?Alguien se atreve a montar Arcadia? Hay una traducci¨®n, muy buena, de Ernest Riera. Quiz¨¢ servir¨ªa para sacarnos la espina de que Stoppard es un latazo.
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