Discos solicitados
Jorge Herralde reivindica la edici¨®n cultural e independiente en 'Opiniones mohicanas'
Hay que atribuir al 't¨ªpico entusiasmo anfetam¨ªnico' de Juan Villoro la aparici¨®n de Opiniones mohicanas, el libro en el que Jorge Herralde (Barcelona, 1935) hace una defensa apasionada del oficio de editor, de editor cultural e independiente, que ¨¦l practica desde hace m¨¢s de treinta a?os al frente de Anagrama. Tuvo el libro una primera edici¨®n el pasado mes de noviembre en la mexicana Aldus y llega ahora a Espa?a a trav¨¦s de El Acantilado, el sello editorial que dirige Jaume Vallcorba, con el que Herralde se siente 'en gran sinton¨ªa' y con el que, entre otras muchas cosas, comparte autores. Tal es el caso, por ejemplo, de Quim Monz¨® o de Sergi P¨¤mies, que Vallcorba edita en el original catal¨¢n a trav¨¦s de Quaderns Crema -'una de las m¨¢s selectas editoriales catalanas', como subraya Herralde en su libro- y que Anagrama publica traducidos al castellano.
Opiniones mohicanas est¨¢ formado por una serie de textos -art¨ªculos, conferencias, intervenciones radiof¨®nicas- que Herralde ha ido escribiendo a lo largo de los a?os: son, a menudo, 'discos solicitados' por revistas y peri¨®dicos y tienen, por tanto, la extensi¨®n por ellos requerida. Abren el libro, cuya versi¨®n espa?ola ha incrementado el n¨²mero de textos 'en un 32,5%' en relaci¨®n a la mexicana, dos grandes series dedicadas a glosar la figura de escritores -Vila-Matas, Pombo, Pitol, Pu¨¦rtolas...- y editores -Barral, Einaudi, Sellerio, Lacruz...- con los que Herralde se ha relacionado. Les sigue 'un divertimento, un diario etnogr¨¢fico' de un viaje de tres d¨ªas a Par¨ªs con motivo de la feria del libro y concluye con unas 'cartas de batalla': por ejemplo, 'contra la insensatez de la abolici¨®n del precio fijo del libro'. Pero 'en ning¨²n caso', precis¨® Herralde en la reciente presentaci¨®n del libro en Barcelona, esas cartas 'son un ajuste de cuentas, ni un lugar para la nostalgia o el lloriqueo'. Son, eso s¨ª, el fruto de 'un esfuerzo de exactitud y realidad' y, sobre todo, una 'reivindicaci¨®n de la edici¨®n cultural e independiente'.
Herralde atribuy¨® la excelente salud, literaria y econ¨®mica, de la que goza Anagrama a 'un fondo extraordinariamente vivo' y a la 'fidelidad de los autores', algo especialmente valioso en unos tiempos en los que, muchas veces, 'los anticipos nada tienen que ver con las expectativas de venta' y en los que los premios literarios, en demasiadas ocasiones, son verdaderas 'coartadas para el tr¨¢fico de autores'. ?se es el caso, por ejemplo, del Premio Primavera -convocado por Espasa junto con El Corte Ingl¨¦s-, que en su edici¨®n del a?o 1999 gan¨® la novela El nombre que ahora digo, de Antonio Soler, hasta entonces autor de Anagrama. '?l me advirti¨®; me dijo que se sent¨ªa 'chico Anagrama', pero que ten¨ªa la posibilidad del premio, y de los 25 millones que lo acompa?an, y que deb¨ªa comprenderlo', se?al¨® Herralde, que, condescendiente, a?adi¨®: 'No se puede pedir a los autores una virtud desmesurada'.
No son estas Opiniones mohicanas, prologadas por Sergio Pitol, el preludio a las memorias de uno de los mejores editores espa?oles, creador de uno de los grandes cat¨¢logos; unas memorias que quiz¨¢ vean la luz algun d¨ªa, pero que a¨²n no han comenzado a ser escritas: 'La de autor y editor son dos actividades demasiado intensas y obsesivas para que se puedan compaginar', comenta Herralde. Tampoco cree que sea compatible, aunque por razones bien distintas, un fen¨®meno que se da con bastante frecuencia en las p¨¢ginas literarias de muchos diarios y revistas: 'Es cuando menos vidrioso', dice Herralde, 'que un novelista espa?ol haga cr¨ªtica de otro novelista espa?ol'.
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